Fusilamiento de Manolo Tavárez Justo
Ahora,
21 de diciembre del año 2002, se cumplen exactamente 39 años del
fusilamiento de Manolo Tavárez Justo a manos de las FF.AA., que actuaron
una vez más como instrumento represivo básico del Estado burgués-terrateniente,
títere del imperialismo norteamericano y de sus monopolios. En aquel
levantamiento hubo errores, que podrían resumirse en que sus
protagonistas no comprendieron que la crítica es un arma, pero que no
resiste la crítica de las armas, además de que menospreciaron
infantilmente, por cuestión de clase pequeño-burguesa, las ricas enseñanzas
del materialismo histórico. Cada
año se hacen actos en torno al asunto, pero en cada ocasión se elude,
por parte de sus protagonistas celebrantes y beneficiados, hacer o llevar
a cabo una evaluación crítica y de fondo del levantamiento y su fracaso. Habiendo
desempeñado ese importante papel aglutinador de los sectores inconformes
de la población media del país contra la dictadura después del 1959, y
abanderado de esa inconformidad como de la esperanza de un cambio, cuya síntesis
lo más lógico es que fuera el programa enarbolado por los
expedicionarios del 1959, el Movimiento Clandestino 14 de Junio pudo
vencer la confusión reinante, las objeciones y obstáculos erigidos en su
contra por los enemigos conservadores de todo cambio que trascendiera en
lo social y económico el orden establecido, y tras la muerte del
dictador, acaecida el 30 de mayo del 1961, o sea 13 ó 14 meses después
de develada su conspiración del ’60, reapareció el 14 de Junio como un
movimiento de la burguesía emergente y las capas de la pequeña-burguesía
urbana, así como de sectores juveniles que habían sido impactados por la
Revolución Cubana que acababa de triunfar entonces en enero del ’60,
cuando alcanzara el Poder el movimiento guerrillero de Fidel Castro y el
Che Guevara. Tras
la salida de Balaguer y Ramfis Trujillo a fines del ’61, el 14 de junio,
marginado del Poder por acción deliberada de los EE.UU., de la Iglesia
Católica, de la cúpula del trujillismo sin Trujillo, así como por la
voluntad expresa de Juan Bosch y el PRD, el 14 de Junio, con Manolo Tavárez
a la cabeza, dio inicio a empeños revolucionarios, pero sin ningún tipo
de formación teórica en estos menesteres ni con experiencia práctica al
respecto, tampoco pudo llegar a desarrollar esos empeños hasta llegar a
comprender las enseñanzas que, sintetizadas por el materialismo histórico,
expresan las leyes que rigen los procesos revolucionarios y sociales, así
como el elevado precio que se ha de pagar cuando dichas leyes y reglas se
desconocen o violentan, sin importar si son buenas o malas las
intenciones, pretendiendo sustituir las leyes del devenir histórico por
jugarretas o suplantarlas por actos guiados por ideas o caricaturas de éstas,
que sustituyan el papel de las masas populares así como que persigan
ignorar que en todo proceso histórico hay condiciones que deben ser
respetadas en forma rigurosa. Dejándose
llevar de su condición de clase pequeño-burguesa y por las diversas
expresiones ideológicas de esta clase intermedia y contraponiéndose al
punto de vista marxista-leninista sintetizado en el materialismo histórico,
Manolo Tavares Justo proclamó la insurrección de su Movimiento
Revolucionario 14 de Junio casi tres meses después de derrocado Juan
Bosch el 24 de septiembre del 1963, precisamente con la meta suprema del
restablecimiento de la Constitución y de este gobierno derrocado, aún
cuando el mismo, y en particular Juan Bosch, mantuvo una cerrada persecución
en contra tanto de Manolo Tavárez como del Movimiento 14 de Junio y de
los movimientos reivindicativos de las masas trabajadoras. El
fracaso del desventurado levantamiento pretendió ser utilizado por los
revisionistas jruschovistas y desacreditar así la lucha insurreccional o
violenta como la ley universal de la revolución popular. No
cabe duda que Manolo Tavárez Justo fue víctima, además de la conspiración
de los enemigos del pueblo, de sus propias superficiales ideas políticas
y concepciones ideológicas, reflejo éstas de su inequívoca condición
de clase a la que se mantenía aferrado; pero no se puede menospreciar el
nocivo papel desempeñado en su entorno y sobre su movimiento por el
castro-guevarismo cubano que lo hizo víctima, a la vez, de sus
pretensiones de generalizar en el universo heterogéneo de América Latina
el método insurreccional particular que resultó exitoso en Cuba, desligándolo
de la lucha política, o bien contraponiéndolo en forma unilateral a la
lucha política vista y tenida ésta como parte de la lucha general de
clases del proletariado. Digamos
que atraído por el magnetismo de clase pequeño-burguesa y burguesa, común
con los grupos dirigenciales de la recién estrenada Revolución Cubana,
Manolo Tavárez Justo se dejó atraer por los cantos de sirena de
establecer vínculos que le permitieran adiestrar en Cuba a algunos de los
que habían estado junto a él presos en las cárceles de la dictadura de
Trujillo, o que habiéndose exiliado en países de América Latina, se habían
identificado con el guerrillerismo cubano, particularmente en su vertiente
que lo contraponía, esto es, que contraponía el guerrillerismo a la
interpretación del proceso político a la luz del materialismo dialéctico
e histórico, o sea, del marxismo-leninismo, que ante todo reivindica el
rol decisivo de las masas. Hace
poco que oímos a uno de los entonces jóvenes que compartiera cárcel con
Manolo Tavárez y que, en efecto, fuera enviado por éste a recibir
entrenamiento en Cuba, donde la noche antes de regresar al país, se
entrevistó junto al grupo de que formaba parte con el Che Guevara,
expresar en defensa de Manolo Tavárez Justo que “éste entendía que
antes de recurrir a la insurrección debían agotarse todos los medios de
lucha pacífica”, y con éstas muy sinceras expresiones del
ingeniero Chanchano Germán Arias, emitidas en el programa de Emilio
Herasme el sábado 8 de diciembre, se confirma la simpleza elemental y la
superficialidad mecanicista con que apenas Manolo Tavárez Justo entendía
el asunto de la relación entre la lucha política y la lucha armada,
relación que el materialismo histórico, en contraposición con la fórmula
que rememorara Germán Arias, resuelve estableciendo que la lucha armada
no es más que la continuación y prolongación directa de la lucha política
hasta sus formas superiores, que no son otras que las formas de la lucha
armada, sin que haya de por medio una contraposición, un valladar ni un
muro entre una forma y otra de lucha, y mucho menos preconiza el
materialismo histórico o marxismo-leninismo, que sea válido recurrir a
la lucha armada como recurso o alternativa cuando las fuerzas populares
han sido derrotadas políticamente, puesto que en dado caso, la lucha
armada e insurreccional no sería la prolongación ni la continuación de
la lucha política llevada hasta sus últimos niveles, sino la negación y
la contraposición con aquélla, ya que no se trata de la transformación
de la exitosa lucha política en lucha insurreccional, sino en la
utilización de ésta cuando aquélla ha devenido en fracaso o encontrado
serios tropiezos para su desarrollo. En esta contraposición de lucha pacífica
y lucha armada como distorsión de la relación lucha política y
lucha armada, que claramente se desprende de lo dicho por Germán Arias, y
la consiguiente negación de la lucha política, como se puede apreciar,
se negaba el papel de las masas populares como protagonistas de la
historia y se revivía la obsoleta teoría anarco-terrorista de la pequeña-burguesía
y del lumpen de los héroes activos y las masas pasivas, la que prohija la
absurda teoría que asigna a las personalidades e individualidades el
papel estelar del desarrollo de la historia.
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