Para
hablar mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado: no es con chácharas
sino con conocimientos y pruebas que se hacen las refutaciones Invitamos a Tomás Castro y Rafael Flores Estrella se fajen
a estudiar, empezando con la ley del valor y la mercancía, la plusvalía,
la contradicción fundamental del capitalismo entre burguesía y
proletariado, o bien la relación entre producción social y apropiación
privada antes de pretender despotricar contra el materialismo histórico y
la concepción científica de Marx y Engels
En
reiteradas ocasiones hemos oído a los facciosos perredeístas Tomás
Castro y Rafael Flores Estrella con una perorata insustancial por su
contenido y huérfana de todo fundamento teórico en una pretendida
refutación a la tesis científica de Carlos Marx y Federico Engels, extraída
del materialismo histórico, de que en forma inevitable el socialismo
proletario ha de triunfar sobre el sistema capitalista mediante la
revolución socialista proletaria. Esto es, la inevitabilidad histórica
de la revolución proletaria y del socialismo. Marx
y Engels, conforme a la científica concepción del materialismo histórico
y dialéctico, han formulado dicha tesis con carácter de ley universal
histórico-social. Y la misma es nada menos que irrefutable, así como es
inevitable el triunfo del socialismo sobre el capitalismo. Nuestros
dos pretendidos teóricos de pacotilla que se jactan, como todos los
buscavidas, de cerrar filas en la socialdemocracia traidora y oportunista,
instrumento de la burguesía y del imperialismo, particularmente del
imperialismo norteamericano, ante un asunto que reviste un trascendental
carácter científico, social y cultural, así como histórico, no tienen
el respeto ni la consideración más elementales, dado que carecen de
formación y altura, por lo menos de acompañar su postura con la
correspondiente fundamentación económica o histórica; la orfandad que
exhiben es hasta de carácter gnoseológico, esto es, está plagada de
garrafal ignorancia que no hace más que corroborar la certeza de la
expresión de que no hay nada más audaz y aventurero que la ignorancia, e
imagínese el radioyente o el lector de “¡Despertar!” qué mostrenca
criatura de las cavernas antidiluviana no pare esa ignorancia supina
cuando viene amparada con la más denigrante concepción espiritual
deformada por un apareamiento promiscuo de engreimiento, soberbia,
arrogancia, jactanciosidad junto además a todas esas formas
consustanciales con la práctica de la corrupción espiritual y político-social
del desclasamiento, como el rastrerismo, el servilismo abyecto y el
lacayismo ante todo lo fatuo, superficial y sobre todo, ante los
mecanismos de Poder del aparato estatal nativo que, como se sabe, es un
burdo instrumento de los bastardos e insaciables apetitos del voraz
imperialismo norteamericano. Basta
y sobra saber que ambos son peñagomistas, que es lo más bajo y podrido
de todo este amasijo pestilente que es el perredeísmo. Rafael
Flores Estrella, es hijo de uno de los síndicos que impusiera el dictador
Rafael Leonidas Trujillo, con una hija del traidor golpista contra el
gobierno de Horacio Vásquez en marzo del 1930 llamado Rafael Estrella Ureña. Este
nació en el año 1889 y contrajo nupcias en el 1920. Y resulta que en un
arranque de petulante soberbia y vano engreimiento, sustentado
necesariamente en la brutal ignorancia que caracteriza a Rafael Flores
Estrella, que viene siendo uno de los nietos de aquel, responde que mal
puede sustentarse que su abuelo fuera en realidad un pichón de fascista
mussolinista, argumentando falazmente que Mussolini, el Duce, o jefe del
fascismo italiano, fue conocido y que incursionó en Europa como político
muchos años después de que su abuelo, el traidor pichón de fascista
Estrella Ureña, fuera ya un líder político consumado, ante cuya
oratoria quedara fascinado postrado el mismo Benito Mussolini. ¡Charlatán! Para
hablar mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado. Y resulta que
dados sus escasos niveles elementales de cultura y conocimientos, Flores
Estrella se ve forzado a guarecerse continuamente en la fabulación y en
la ignorancia. Cosa que hace tanto en torno a las peregrinas apreciaciones
de la relación histórica de su abuelo materno, puesto que de su padre,
Luperón Flores, nunca quiere hablar, y Benito Mussolini, considerado como
uno de los grandes tribunos u orador de la patria de Cicerón. Que
conste que no le estamos diciendo pelafustán a Flores Estrella, ya que
esa denominación implica una despectiva apreciación social, y lo que le
decimos en este caso es, simple y llanamente, ¡ignorante! Ignorante
por cuanto Benito Mussolini, que nació en el 1883. Cuando Estrella Ureña
pensaba en casarse para madurar, ese Benito Mussolini ya había dirigido
las tropas del ejército italiano en el 1919 en el inicio de la famosa
Marcha sobre Roma, que le permitiera dar un Golpe de Estado en el 1922 y
proclamarse jefe del gobierno italiano, cosa que hiciera ese mismo año,
ante la traición del viejo liberalismo europeo y de la socialdemocracia
de derecha, en la que Flores Estrella cierra filas hoy para pretender
despotricar contra el materialismo histórico y la concepción científica
de Marx y Engels. Lo
mismo ocurre cuando habla de la concepción de Marx y Engels en torno al
triunfo de la revolución proletaria primero en la Europa desarrollada; o
bien del problema del centro de gravedad de la revolución proletaria
mundial, igual que, por ejemplo, de la concepción de “ideología”
formulada por Marx y Engels, los socialdemócratas anti-marxistas, y aquí
vamos a mencionar la poca seriedad de la Ivelisse Prats, la hija de
Panchito Prats, y madre del actual incumbente del Banco Central, que en
una ocasión en que oyera por trasmanos a uno de los traidores del grupo
de Felipe González hablar del asunto, se puso a hablar de que Marx y
Engels despreciaban el concepto ideología, sin estar en capacidad de
discernir dicho asunto, puesto que el utilizar a Marx o cualquier clásico
del marxismo-leninismo para justificar vagabunderías y traiciones, sólo
es posible donde impere la más absoluta y crasa ignorancia, so pena de
correr el riesgo de hacer el más rotundo de los ridículos. De
Tomás Castro -el abogado- debemos decir que es un farsante del peor
talante. Imagínese y sepa el radioyente y lector de “¡Despertar!”
que se inició y fue formado como muchacho de “mandao” de Valette Pérez,
un cipayo agente de la década del ‘60 de la Embajada USA, que actuó al
lado de Maclelan y Somneford para envenenar de anti-comunismo y
anarcosindicalismo al incipiente movimiento obrero dominicano. Su
formación es de esa y no de otra mala calaña- ¿Qué se podría esperar
pues de Tomás Castro? El
desaparecido Narciso González, que fuera expulsado de nuestra organización
a raíz de nuestra misma constitución en Partido Comunista el 24 de
octubre del 1966, en parte cosechó lo que su oportunismo pequeño burgués
le había de deparar, pues ¡imagínese que terminar como colaborador de
Tomás Castro, Valette Pérez y Peña Gómez! El PRD ni su gobierno, ni
Rafael Hipólito Mejía, siquiera lo han mencionado y más bien ocultan y
apoyan a sus verdugos. Pero
lo más escandaloso y a la vez ilustrativo del alcance de lo que decimos
en torno a la falsedad y simulación que se jactan exhibir esos dos
chacharosos peñagomistas es que gustan hablar hasta amparándose en
personajes como Carlos Rafael Rodríguez, que fuera secretario general del
Partido Socialista Cubano y que hasta su muerte fuera acusado de
leninista-stalinista, esto a pesar de su capitulación ante el
revisionismo jruschovista. A
esos dos chacharosos los retamos a que no pretendan hacer como los
cristianos que primero se apropian de los aportes de los judíos y de los
paganos para luego proclamar que eran herejes y pasar a su exterminio. Cambiaron
el reino de dios por el reino de los cielos y atribuyeron su representación
a la Iglesia creada por el agente romano y jefe de la Policía Secreta de
Herodes, Pablo de Tarso, y todavía 21 siglos después no se cansan de
matar y perseguir a todo el que tiene una opinión y, por lo tanto, es
hereje y ni qué decir respecto a los judíos. Invitamos,
tanto a Tomás Castro como a Rafael Flores Estrella, a que se fajen a
estudiar, empezando con la ley del valor y la mercancía, el estudio de la
plusvalía, de la contradicción fundamental del capitalismo entre la
burguesía y el proletariado, o bien la relación entre la producción
social y la apropiación privada, etc., tal y como Marx y Engels
fundamentan con conocimientos y pruebas sus tesis, hasta constituir esa
herramienta insustituible e irremplazable que es el materialismo histórico,
y luego traten de refutarlas, que en un último caso se sintetiza en que
no basta con reconocer la lucha de clases, sino en que hay que hacerla
extensiva al reconocimiento de su desenlace como culminación de todo el
proceso inevitable de la revolución proletaria y cuya síntesis última,
a la vez, no sería otra que la dictadura socialista del proletariado.
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