Presencia de curas en instituciones represivas son estímulo crímenes y asesinatos cotidianos

 

Parece o sin parece que, efectivamente, la presencia de sacerdotes o bestias criminales vestidas de curas desempeñando el papel de guía de las instituciones policiales y militares, acorde con el llamado Vicariato Castrense, es un estímulo para que los efectivos militares y comerciales perpetren todo tipo de crímenes y asesinatos cotidianos.

Se recordará que, insistentemente, el general castrense de la Policía Nacional, Cedano Santana, reiteró en forma provocadoramente criminal a los contingentes policiales que el arma de fuego que dios, a través del San Judas Tadeo, les ha puesto en las manos, es para que maten y asesinen y que no vacilen en hacerlo, que lo hagan, que después ellos resuelven.

Ya hace tiempo que tanto el Concordato como el Vicariato Castrense se ha comprobado que resultan contraproducentes y, por lo tanto, dañinos para una sociedad profundamente desgarrada por la lucha de clases y la descomposición en que las jueces o tropas de curas católicos, actúan exclusivamente para justificar a los círculos de poder económico en aras de garantizar sus odiosos privilegios.

Por demás, esto tiene un defecto catastrófico en un organismo como la Policía Nacional, que se sustenta en la comprobada aberración de que, siendo de nombre órgano civil al servicio de la Justicia, es en realidad y prácticamente un órgano coercitivo-represivo militar que hasta sustituye en los hechos y por estímulo desde arriba, como es el de los perversos curas castrenses tipo el general Cedano Santana, a todo el Poder Judicial, a los jueces, fiscales y tribunales.

 

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