Iglesias Católica y protestantes nocivos exponentes de los carteles del la droga
Ya hemos dichos en innumerables oportunidades en forma tajante y responsable, con toda la verticalidad y la crudeza que nos caracteriza, que la Iglesia Católica, igual que las evangélicas, son nocivas y dañinas por representar, en su función social, un papel exactamente idéntico al de todos los carteles del mundo de drogas alucinógenas juntos, ya que no hay peor droga que la religión, y que ésta es, exactamente como afirmara Carlos Marx, el opio del los pueblos. Conoce la opinión pública que el actual Papa, que es un gran agente contrarrevolucionario de los monopolios, y en particular de la CIA, desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, había dicho que pedía perdón al pueblo judío por la complicidad de la Iglesia en el exterminio judío de los nazi-fascistas de Hitler y Mussolini, socios de los papas Pío XI (1922-1938) y Pío XII (1938-1959), en ese exterminio que abarcó toda Europa, de cuyos países eran transportados a los campos de concentración y exterminio. Sin embargo, en prueba de que todo era otra farsa más del Papa Wojtyla, agente internacional de los servicios de espionaje norteamericanos, particularmente de la CIA y de los monopolios capitalistas, ahora aparece, revocando el veredicto adoptado a regañadientes ante las contundentes evidencias, una vulgar trama que busca limpiar de culpa eximiendo de toda responsabilidad en la complicidad por parte de Pío XI y Pío XII con Musolini y Hitler a la vez. El teólogo del Opus Dei, Mateo Luigi, trae por los cabellos insignificantes detalles para pretender revertir la verdad comprobada de la directa complicidad de Pío XI y Pío XII en los genocidios de Hitler contra judíos y otras minorías étnicas y sobre todo en su persecución contra el comunismo. Esto puede el radioyente verlo en la pagina 7-D de la letrina periodística opusdeísta, “Hoy”, propiedad de la española familia franquista Corripio. Todo eso se publica bajo el título de: “No hubo ‘condescendencia’ de Pío XI ni de Pío XII con el nazismo”, y los alegatos son basados en las minucias con que esos dos genocidas papales y vaticanistas trataban en vano de ocultar su papel al lado tanto de la preparación como de la ejecución de la llamada solución final, que no era otra que el exterminio masivo de los judíos en crematorios ubicados en los campos de concentración esparcidos en Alemania. “Que los elogios a Hitler sean moderados, ya que tenemos graves dificultades” decía el Cardenal Pacelli al Nuncio de Pío XI en 1933. Que se efectúen pues los elogios, sin falta, pero con moderación para guardar las debidas apariencias, no es otra la pretendida prueba que eximiría de culpa a ambos rufianes de su pacto, alianza y apoyo a Mussollini y Hitler. O bien, ya que estás invitado al Congreso del Partido nazi-facista de Hitler, dada la íntima identificación de la Iglesia con esas bestias genocida que actuaban como instrumentos de la voluntad divina para castigar a los judíos responsables de la muerte del supuesto hijo de dios e imaginario Cristo, según se inventó el jefe policial de Herodes y ciudadano romano Pablo de Tarso, la recomendación de Pacelli, todavía Cardenal pero Canciller del nuevo Estado creado por Mussollini esto es, del Vaticano, que artera y perversamente le escribía lo siguiente al monseñor Orsenigo: “Es preferible que su Excelencia se abstenga”, ya que su asistencia sería una evidencia grave que luego se revertiría en contra de nosotros. Lo de la abstención para resguardarse y mantener las hipócritas apariencias con igual objetivo se repetiría en otras ocasiones, como por ejemplo en el cumpleaños del genocida Hitler el 21 de abril del 1937, fiesta a la que el Nuncio Papal ansiaba asistir para su disfrute y gozo. Pero el compromiso de esos papas Pío XI y Pío XII con el nazi-fascismo no es cosa de frasecitas ni cosas por el estilo. Se trata de la complicidad directa de ambas papas y de la Iglesia Católica en el exterminio de casi 10 millones de judíos como castigo prometido por la Iglesia ante el asesinato en la cruz del supuesto hijo del imaginario dios judío, de Yaveh o Jehová o quién sabe cómo. Saul Friedlander, un judío católico cuyos padres murieron en el campo de concentración de Auschwitz escribió una minuciosa obra basada en documentos oficiales de la Iglesia vistos a la luz de los acontecimientos históricos bajo el régimen del Hitler titulado: “Pío XI y el III Reich”, en el que evidencia la total complicidad de Pío XI y Pío XII con todo el nazi-fascismo y su inolvidable genocidio, y esa obra no permite que las chapuzas del diablo, como este fulano de Mateo Luigi del Opus Dei, con sandeces y estupideces, logren revertirlo.
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