Subero Isa usurpando maneja la Suprema a su antojo y en beneficio de la impunidad de los poderosos en perjuicio de la población explotada
Subero
Isa, el mediocre abogado que ostenta el encumbrado puesto de Presidente de
la Suprema Corte de Justicia del país es, sin embargo, muy astuto o
perverso, si no ambas cosas a la vez, puesto que amparado en el apoyo que
a todas luces le ofrecen ocultos sectores ultrapoderosos responsables
indiscutibles, a su vez, del estado de miseria y desorden generalizado
imperante durante largo tiempo en el país, ha logrado mantener una
situación que él maneja a su antojo y a su entera conveniencia por medio
de la manipulación tanto de la judicatura (conjunto de jueces y
tribunales existentes), de las leyes como de la Constitución, todo lo que
efectúa mediante la usurpación sistemática de funciones como método en
el manejo antojadizo de todo el tinglado judicial. Si
se suma la usurpación de la condición de vitalicio para él, los demás
miembros de la Suprema y los jueces que ha impuesto, sin que al parecer
haya poder alguno que lo someta a las estipulaciones constitucionales de
que la inamovilidad para ser tal y no convertirse en vitalicia, como ha
hecho Subero Isa, debe sujetarse a la condición del período de tiempo
para el que son designados los jueces -lo que sumado, repetimos-, a la
forma cínica con que ese mismo Subero Isa se muestra indiferente a la
criminal campaña de ejecuciones policiales bajo la coartada de los
intercambios de disparos, desplegada con más intensidad que nunca durante
estos últimos siete años, lo mismo que indiferente y cómplice ante las
golpizas, abusos y degradaciones a que son sometidos los que guardan prisión
por parte de la misma -siempre la misma- P.N. y demás autoridades, más
su orden -puesto que fue Subero Isa y no otro quien impartiera la
disposición- de que fuera libertado el sicario teniente policial Alvarez
Ventura, miembro del escuadrón de la muerte de la P.N., a cuyos
integrantes, no hay dudas, se les ha prometido impunidad y ascensos por
sus asesinatos y actos delictivos de carácter criminal en extremo; todo
esto en conjunto nos dice que, efectivamente, Subero Isa ha garantizado
que se mantenga en pie el estado de atropello, irrespeto y violación
sistemáticos de todos los derechos humanos y constitucionales de la
ciudadanía en los mismos niveles bárbaros y autoritarios de, por
ejemplo, los 12 azarosos años de dictadura del tirano alimaña Joaquín
Balaguer. Otra
prueba contundente de todo esto que afirmamos lo es su específica y
concreta orden de que los jueces y tribunales muestren particular saña
represiva contra los ritos llamados satánicos. Con esta disposición cerró,
Subero Isa, con broche de oro el mes de octubre e inició el de noviembre,
tal y como se puede comprobar en la prensa amarilla y comercial del país. Para
avalar su invasión de las funciones de los jueces de los distintos
tribunales y manejarlos como títeres movidos por hilos, Subero Isa, no sólo
hace caso omiso de que las creencias satánicas, inevitablemente de carácter
supersticioso, hechicero y fruto del oscurantismo y el atraso que arropa a
la sociedad dominicana, no tienen carácter ilegal ni violentan la
Constitución, es decir, que las creencias satánicas, cuyo centro es la
adoración de un ser tan imaginario e inventado por la propia fantasía e
imaginación del hombre como los otros de las creencias en el llamado
dios, son legales y entran tanto una como la otra dentro del ámbito de la
libertad de creencias consagrada en el artículo 8 de la Constitución
vigente. Subero
Isa cae y propicia en forma vulgar la ilegalidad y por tanto se convierte
en instigador de los excesos de los jueces y de la dictadura de los
ignorantes jueces, pero además, llega al extremo de pautar las formas en
que éstos, es decir, los jueces, deben acomodar las cosas de manera que
su arbitrariedad y violaciones a las leyes tengan un disfraz de legalidad
y de justas, y para tal fin -con su taimado estilo de comerciante árabe-
les ordena a los jueces que busquen la forma de vincular a los acusados de
hacer cultos a Satanás con delitos, y particularmente con la implicación
de menores en actos delictivos y de corrupción. Pero
Subero Isa llega más lejos en su osadía, y consagra con su ejemplo vivo
que la ignorancia, de la que evidentemente adolece en materia de cultura
general, es además de mala consejera propiciadora y amamantadora de su
audaz conducta talibán y fundamentalista a su conveniencia y acomodo. Reiteradamente
Subero Isa ha dejado de ser imparcial y ha tomado partido al lado de las
bestiales prácticas supersticiosas religiosas católicas, y se muestra
empeñado en aparecer a la luz de la población como un servil sirviente
de la alta jerarquía católica y en particular del señor que ostenta el
puesto de Cardenal de esa secta mágico-religiosa, llamado Nicolás
Hildebrando Borgia López Rodríguez, lo que de hecho lo descalificaría
dentro del marco de un Estado estrictamente de Derecho, ya que todo
funcionario deberá tener, en un Estado de Derecho, que separar con un
infranqueable muro sus particularísimas creencias religiosas y políticas
personales del cargo público, puesto que todo Estado de Derecho es
diametralmente contrapuesto a los asuntos de creencias o prácticas
religiosas, lo que necesariamente presupone que dentro de ese Estado
dichas preferencias tienen un estricto e ineludible carácter personal. Así,
por ello y sólo por ello entre muchas otras cosas más que bien podrían
ilustrar el caso, cabe mencionar que en el actual proyecto de Constitución
para la Unión Europea, por tercera o cuarta vez consecutiva se excluye, a
pesar de los gritos y reclamos perversos y pervertidos del Vaticano y el
Papa, el cristianismo como fuente de la cultura occidental. Subero
Isa, presuntuoso, ignorante, usurpador, intruso, autoritario, taimado,
aprovechado, arribista, es, además, audaz, y se confía demasiado en que
la impunidad le puede durar para siempre, y así escupe para arriba hasta
que le sucede inevitablemente lo que le pasa a todo el que comete esa
imprudencia. Veamos. Perseguir y castigar ejemplarmente los ritos satánicos
y el satanismo, aún cuando esos ritos y creencias, igual que el
cristianismo, el protestantismo, anglicanismo, catolicismo, iluminismo y
todos los ismos que usted pueda crear y encontrar creados, no son ilegales
ni inconstitucionales; otra cosa es lo que haga en la sociedad uno u otro
ciudadano perteneciente a cualquiera de esos ismos, que si con sus actos
cae en el delito, sería él personalmente acusado y juzgado, a la luz de
la ley transgredida, por un juez y un tribunal competentes. Pero éste no
es el caso, aunque tampoco deja de serlo. Cuando
Subero Isa se subleva y transgrede tan groseramente en sus funciones toda
la institucionalidad jurídica prevaleciente, parece que como usurpador se
deleita y siente placer hasta el punto de perder los estribos. ¿Acaso
-queremos preguntar- está ajeno, o sea, nada tiene que ver el
cristianismo con el satanismo? O
más aún, ¿ignora Subero Isa -de lo cual estamos seguros- que el
cristianismo está repleto o saturado de ritos llamados satánicos hasta
el punto de que es imposible separar, aún dentro del marco teológico,
litúrgico, histórico y práctico, el llamado satanismo del llamado
cristianismo? Y
para los que viven de la ignorancia como Subero Isa, deben saber que
enfermedades crónicas de las sociedades como la drogadicción y adicción
a los estupefacientes y al alcohol, la prostitución, el terrorismo, la
piromanía, la depravación sexual, etc., etc., son consustanciales hasta
lo más profundo con eso en que la gente como Subero Isa quiere amparar un
hipócrita moralismo y que se llama cristianismo. Para
prueba de la parte de éste en el satanismo les vamos a ofrecer un botón
y si los Subero Isa no quedan satisfechos, les vamos a dar dos, o sea, uno
de ñapa, cuando menos. Pablo
de Tarso, el falso apóstol 13, que usted radioyente y lector de “¡Despertar!”
debe saber que todas las supersticiones tienen ese número como símbolo
del azaramiento y la mala suerte, día de brujería y concitación de los
espíritus del más allá -no se ría por favor-; Pablo, el apóstol de
los gentiles, a los que Jesús nunca aceptó a menos que no se tragaran el
Torah y el Talmud de la primera hasta la última prescripción, confiesa
sus ritos satánicos y sus vínculos directos con Satanás, ente
imaginario dios-malo o de la maldad. Véase pues la “Primera Epístola a
Timoteo”, donde Pablo confiesa su satanismo al decir: “… Himeneo y
Alejandro, a quienes entregué a Satanás”. (Timoteo – Carta Primera,
Capítulo o Artículo 1 Versículo 20). En
la segunda Epístola a este mismo Timoteo hay más todavía de las pruebas
que muestran el vínculo intrínseco entre el satanismo y el cristianismo,
en realidad creado por Pablo. Así, en esta otra Epístola (específicamente
su número 2 a Timoteo) Pablo le instruye para que le lleve su resguardo mágico,
que es su capote, junto a los pergaminos contentivos de las instrucciones
que garantizaban el éxito del ritual y sin los cuales las fuerzas del
infierno no le concederían lo solicitado. Pablo en solitaria y solicita
el capote (¿para qué un acusado del crimen capital del incendio a Roma,
encerrado en una ergástula, necesitaba un capote?) y los manuscritos que
le acompañaron y, según él, le salvaron en la primera ocasión cuando
llegara a Roma huyendo de Judea donde se le perseguía también por delito
capital, pero que ahora se le quedaron en la casa en la que en la isla
griega de Troya le echaron mano como fugitivo acusado de ser el cabecilla
número uno de los incendiarios de Roma. Pablo,
sabiendo que se aproxima la hora en que su cabeza sifilítica en cuarto
grado será inexorablemente cortada por su condición de ciudadano romano
de nacimiento, desesperado le implora a Timoteo, y le dice en su Epístola:
“Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troya en casa de Carpo, y
los libros, mayormente los pergaminos” (Pablo, Epístola segunda a
Timoteo, Artículo o Capítulo 4 Versículo No. 13). Y
si el espacio y el tiempo no se hubiesen agotado ya, con gusto le estrujaríamos
a Subero Isa en su rostro de beduino el contenido de las llamadas
“Cartas Clementinas”, que no dejan definitivamente lugar a dudas de
los vínculos indisolubles entre cristianismo y satanismo. Lo
que de todo esto queda claro, es que una justicia decente y digna sólo
puede provenir en las actuales condiciones de un Estado moderno de
Derecho, en donde exista la más absoluta separación entre Estado e
Iglesia, y no de un Estado semi-salvaje e hipócritamente teocrático como
este primitivo Estado secuestrado y rehén de la Iglesia Católica en que
Jorge Subero Isa es Presidente de su Suprema Corte de Justicia.
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