Aníbal de Castro se refugia en individualismo extremo para escurrir el bulto de su participación en el fraude y “hoyito” Bancrédito

 

Así como se aferra a la innegable teoría trasnochada hoy del racionalismo con su “pienso, luego existo (cogito, ergo sum)”, que a pesar de que fuera estandarte para arremeter contra la perversa escolástica oscurantista medieval cristiana del cura Tomás de Aquino, y de ahí su papel progresista desempeñado en el segundo cuarto del siglo XVII en Francia, Aníbal de Castro, como buen egresado y deformado irremisiblemente por las aberraciones congénitas y pervertidas que emanan como el vaho de un animal muerto de todo seminario católico, sólo logra dejar en claro su afán reaccionario oscurantista en mantener vivo el elemento común entre, por un lado, la escolástica medieval, cuya autoría original ni siquiera es de Tomás de Aquino, y el racionalismo cartesiano, del otro lado. Como todo lo que a la Iglesia y al cristianismo concierne, que es necesariamente obra de la falsificación y la estafa, ya que en verdad su creador -el de la escolástica- fue otro monje llamado Alberto Magno y no Tomás de Aquino.

¿Cuál es ese elemento común entre dos corrientes a primera atención y a los ojos con vista simple tan disímiles y contrapuestos como el racionalismo y la escolástica? Ese elemento común no es otro que el idealismo filosófico que existe como piedra angular de ambos. Y por esto, así como por 4 ó 5 razones elementales más, a los que merodean o han merodeado por esos fueros eclesiásticos no les es difícil hacerse cartesianos. Esquea Guerrero, hace poco también dijo serlo.

Escolástica y racionalismo se desmoronan y dejan ver ante la pregunta de quién engendra a quién o quién es el factor fundamental y cuál es la variable entre materia y pensamiento; cuerpo vs. alma o espíritu; ser o conciencia; los escolásticos con su conocimiento por revelación divina con su misterioso libre arbitrio o libre albedrío o por la intuición de otras de sus tantas variables al igual que el cartesianismo, cuando de metafísica se trata responden diciendo que el espíritu, el pensamiento, la conciencia, el alma (que es una y la misma cosa y que nadie ha visto andando por ahí afuera o que no sea como una cualidad del hombre, y por lo que obligatoriamente depende de éste) es lo primero y decisivo.

Al este cura frustrado de Aníbal de Castro apelar al racionalismo del que lleva su raíz idealista al solipsismo de “sólo yo mismo”, se nos presenta en la ridícula pose de la araña que saca su hilo de sí misma, y no hace nada original y mucho menos nada nuevo.

Pretencioso y ridículo a la vez, ese racionalismo se vuelve añicos ante el materialismo dialéctico. Pues dicho racionalismo pretende la condición de absolutamente libre e independiente hasta lo autosuficiente.

Él mismo es su propia fuente del pensamiento y en consecuencia del conocimiento. La endogénesis de una célula primaria no diferenciada ni evolucionada con respecto a la célula avanzada que requiere la diferenciación y que reclama de pareja de sexo contrario para su reproducción, la no evolucionada es ejemplo de primitivismo o punto de partida para un proceso evolutivo de diferenciación, evolución y discriminación.

Para el materialismo dialéctico la práctica, con sus tres formas, es la fuente única del conocimiento o del pensamiento: La práctica de la lucha por la producción, la práctica científica y la práctica de la lucha de clases por la transformación de la sociedad. Aníbal de Castro, idealista, es oscurantista, su racionalismo es una pose, en realidad es escolástico.

Esto se comprueba en su teoría de la libertad de prensa y de la libertad en general. Ya en un próximo comentario hablaremos de qué sería la libertad para un pájaro.

 

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