El fariseo Arnaiz desenmascarado como sanguinario jesuíta

 

La instigación del obispo emérito de Santo Domingo de la Iglesia Católica, S. A. José Arnaiz para que la Policía Nacional y los mandos militares prosigan dando un baño de sangre sin detenerse ante nada, lo retrata como un sanguinario fariseo o el lobo que se disfrazaba de Caperucita.

Mientras el cardenal Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez, mayor general de las FF.AA., y los vicarios castrenses insistían desaforadamente en que corriera un Jordán de sangre hasta lograr imponer la infortunada campaña de ejecuciones ilegales y violatorias de la Constitución y los derechos humanos, particularmente del ‘97 al 2004 que arroja un balance de cerca de 15 mil ejecutados y miles y miles de lisiados, este fariseo jesuita y por lo tanto sanguinario implacable hacía, con su apariencia de morsa repleta de grasa, de civilista y muy sesudo.

Pero al cardenal Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez ya que al parecer el ojo de forastero no le quedó del todo bien, ganándose el rango del personaje más odiado por el pueblo dominicano a todo lo largo y ancho del país, dar un giro, sólo aparente, que nos lo trae hablando de que la Justicia debe actuar, que la Policía Nacional debe aumentar el patrullaje para prever los actos delictivos, de protección ciudadana, a la vez que aunque con resultados desastrosos por su evidente intoxicación incurable con el opio de la superstición religiosa, se ha puesto a teorizar sobre los derechos humanos, logrando tan solo mostrarse como un brutólogo e iletrado a carta cabal que no es capaz ni siquiera de interpretar lo que lee dado su alto nivel de intoxicación, Arnaiz ha tenido que mostrarse en su verdadera naturaleza insoportable de falangista franquista e inveterado criminal que, al parecer acorralado y desenmascarado, ha decidido optar, o recibido la orden, de quemar las naves y actuar a la franca con toda su ferocidad. Si dijo en días pasados que si el Concordato lograba ser roto, que el país se preparaba para un baño de sangre o algo parecido, ahora apela a mostrar que la tal virgen María es la madre de toda la criminalidad más repulsiva como ya se comprueba en el invento genocida de su aparición como virgen de la Mercedes para dar forma final al inicio del exterminio de la raza indígena en la isla, e insta a los jefes policiales y militares a violar las leyes, la Constitución y mandar al carajo el Estado de Derecho.

¡Para prevenir el crimen no apresen a los ladrones, sino mátenlos! ¡Nada de compasión para el criminal ni para el ladrón! Mátenlos que la virgen de la Altagracia, la madre de Jesús, la versión romano-cristiana de la pagana diosa de la guerra Palas Atenas les dará la fuerza y el reconfortamiento a su criminal acción! Así habló el fariseo jesuita Arnaiz, pero ¿acaso a los mismos que apelaba y él mismo que apelaba no son criminales y delincuentes? Si matan, violan y obedecen a llamados de instituciones fuera de las establecidas por la Constitución para delinquir y violentar el papel de los tribunales, las leyes y la justicia, ¿no son criminales y delincuentes; no abren las puertas de par en par al robo?

¿Qué es usted señor hechicero jesuita? ¿En cuál de los dos grupos de criminales y delincuentes queda usted de hecho incluido por lo que está haciendo en forma descarada? Conteste, fariseo que ya está desenmascarado. Ya ha quemado o le hemos quemado la nave de su hipocresía y su disfraz.

 

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