Pinceladas Eduardo Galeano
Hay que intentar ver lo que no se ve. Galeano ingresó en el panteón de los clásicos con ese memorial de agravios titulado “Las venas abiertas de América Latina”. Unos 30 años después lanza “Bocas del tiempo”, un libro de relatos de simplicísima complejidad. --Viene reclamando la mirada del niño. --Para poder ver, hay que limpiarse los ojos de las telarañas que la civilización te va poniendo. En el caso de Latinoamérica, las telarañas vienen del machismo, del militarismo, del racismo. Hay que intentar ver lo que no se ve. Liberarse de los prejuicios que impiden ver las cosas como son. --¿Cómo son las cosas? --Contradictorias, incomprensibles, horrendas, maravillosas. Y para poderlas recibir como son hay que despejar la mirada. Fíjese en el caso de la guerra de Irak. --¿...? --Desde la difusión de las fotos de las torturas se empieza a ver de otro modo, pero ya era horrenda antes de esos documentos gráficos. Los datos más conservadores de la supuesta operación de salvación de Irak hablan de 7,000 iraquíes muertos, la mayoría mujeres y niños. ¿Y si la historia hubiera ocurrido al revés? --¿Si los iraquís hubieran asesinado a 7.000 norteamericanos? --¡El mundo habría tardado 5.000 años en olvidar el escándalo! Es evidente que el racismo impide ver la guerra tal cual es. Es muy importante elegir el punto de vista. Desde la perspectiva de la lombriz, un plato de espagueti es una orgía. --¿Ha mudado su punto de vista? --Siempre he sido consciente de que debía evitar la esquematización del mundo. Las cosas no son como uno decide que son, sino como ellas quieren ser. --"Los pobres son los que tienen la puerta cerrada..." --Esa frase la dijo mi nieta, Catalina, cuando tenía 3 años. ¡Certera definición de la pobreza! No sé si la escuela tiene la culpa del aplastamiento de la espontaneidad. Yo siempre estoy atento a los niños chicos, porque son asombrosamente sabios. Toda la luz del mundo entra por sus ojos. Ellos dicen la verdad. --¿La literatura es otra forma de decir la verdad? --Yo no comparto la sacralización del libro. Hay libros que multiplican el alma y otros que la encogen. --¿Cómo se toma usted el oficio? --Como una necesidad íntima, inexplicable, de recoger las cosas y devolverlas. Yo soy un escuchador de historias. --¿Se oye mucha mentira? --Lo peor son las verdades que acaban en mentira. Fíjese, por ejemplo, en la expresión comunidad internacional. --¿Qué le ocurre? --Antes esa expresión pertenecía a la gente que creía posible construir otro mundo, ampliar los espacios de encuentro. Ahora esas dos palabras definen a los jefes guerreros y a los grandes banqueros que lo controlan todo. Es una verdad convertida en mentira por obra de la manipulación política y mediática. Lo mismo ocurre con democracia, ¿no? "EEUU impone la democracia en Irak", oímos. Etimológicamente democracia significa el poder para el pueblo. --¿Qué significa hoy Sur? --Un mundo arrollado por el desarrollo ajeno. Significa que el bienestar de unos pocos es la maldición de muchos. Pero el Sur está condenado a la libertad, ¿sabe? A elegir entre la indignidad y la indignación. El Sur no puede ignorar la posibilidad que tiene de ser él mismo. --Lula parecía intentarlo, pero la confianza en él se deshincha. --Está gobernando más para los bancos que para la gente, ¿no? El poder induce con una facilidad asombrosa a gestionar torpemente la libertad. En un mundo que desprecia el trabajo, donde ser miembro de un sindicato significa el despido en compañías como Wall Mart o McDonald's, Lula nació como una esperanza. Y no hay nada peor que pecar contra la esperanza. --"Todo se pudre", dijo un viejo en una pulpería. --Sabemos poco de nosotros. Y lo poco que sabemos viene muy mentido. Pero la gente del pueblo no ha perdido el sentido común, como le ha ocurrido a la inmensa mayoría de ilustrados. Yo tengo una baldosita andaluza en el patio de mi casa. "No te preocupes tanto por la vida pues no saldrás vivo de ella", dice la baldosita. --Sabiduría andaluza. Pero usted vive en Montevideo. --Yo he tenido la suerte de encontrar muchos lugares cordiales, pero donde mejor me reconozco es en Montevideo. Creo que la identidad no proviene de la biología, sino de la libertad. Uno es lo que elige ser.
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