JULIO ROSA

Frente a la escandalosa sangría que produce la parasitaria Iglesia Católica a la economía y a la vida del pueblo dominicano y al secuestro que hace de la democracia y la soberanía del Estado y del pueblo

 

El versátil y muy inquieto periodista, comentarista, programero tanto de música popular como de deportes, que es Julio Rosa, tuvo a bien dar por recibida la opinión crítica que emitiéramos, por este mismo medio, a su punto de vista que exclusiviza la eliminación, en aras de la austeridad y el ahorro del gasto público, del subsidio que el Estado dominicano otorga, privilegiadamente, a los partidos políticos reconocidos por la Junta Central Electoral y otorgándole, además, personalidad jurídica para optar con candidatos a los cargos públicos electivos tanto en elecciones presidenciales como congresionales y a los ayuntamientos, denominándose estas últimas como municipales.

Con mucha ecuanimidad y madurez, el periodista Julio Rosa, en una forma envidiablemente breve, concreta y concisa, saludó nuestra crítica, reconociendo en nuestro punto de vista criterios positivos y no dañinos ni mucho menos ofensivos en el plano personal, lo que nos estimula a ponderar con el mismo fin positivo sus palabras respecto: 1ro.) a que no nos atribuye ser sustentadores de una apreciación equivocada y 2do.) a que casi textualmente dijo, y lo citamos de memoria, que sin embargo él seguía sosteniendo su opinión de que las direcciones de esos partidos políticos, sobre todo, PRD, PLD, PRSC, PRI, etc., tienen estamentos dirigenciales corruptos que han utilizado la política y a las organizaciones de esa naturaleza, esto es, partidos políticos, para su enriquecimiento personal en forma privilegiada y deshonrosa, y que por ello había que ponerle coto al subsidio millonario que el Estado les otorga a los partidos políticos en exclusiva.

En la edición del periódico “¡Despertar!” puesta a circular el martes 4 de octubre, incluimos un tan breve como conciso articulito titulado: “Democracia, política, partidos políticos, políticos, pueblo y verdugos del pueblo”, en el que pretendemos sintetizar las cuestiones, y las teorías en torno a las mismas cuestiones, que son las que entendemos envueltas en el intercambio de opiniones con el periodista Julio Rosa, al que conocimos en la UASD siendo militante de los Comités Revolucionarios Camilo Torres (CORECATO), cuya plataforma pretendía ser la teoría cristiana de la liberación, emanada de una interpretación del Concilio Vaticano II, y sus raíces históricas y políticas provenían, aunque se empeñaban en cortarlas, del viejo partido confesional de ultraderecha, reaccionario y agente del imperialismo yanqui y de la contrarrevolución internacional, que era el Partido Revolucionario Social Cristiano de los Guido D’Alessandro, Mario Read Vittini, Caíto Javier, Moreno Martínez, Eudocio Ravines, los Clase, etc., etc., cuyas siglas traspasara en su identidad de fondo al corrupto y criminal partido del tirano alimaña que, tras fusionarse con el Partido Reformista, pasó a ser socialcristiano, el PRSC, refugio de las sabandijas seguidoras del depredador del Estado y continuador del trujillismo sin Trujillo, Joaquín Balaguer. Ese partido fue pues puntal político para la dictadura infame de los 12 años y todos sus históricos crímenes.

Más adelante, tras la disolución con muchas vicisitudes y angustias de los corecatos, si no estamos equivocados que ancló en las huestes del PRD y la corriente única ya de José Francisco Peña Gómez (o si no en la del maestro de traidores y ladrones, agentes de la CIA, Juan Emilio Bosch Gaviño), que hoy son ya instituciones asqueroseadas comprobadamente e instrumentos de los más espurios intereses antinacionales y antipopulares, por lo que ya son, como hemos dicho, el Perrodé y los pelegatos, y con la imagen de ese Peña Gómez puesta al descubierto no ya como un apóstol de los de abajo y de los hombres de color marginados y de su maestro Juan Bosch, no ya hipócritamente envuelto en un manto de honradez y honestidad, que nunca conoció, sino como vulgares y recalcitrantes lúmpenes y degenerados espías de la CIA y del imperialismo yanqui, militantes feroces del anticomunismo a lo McCarthy, aunque con hipocresía encubiertos, esto es, como verdaderos agentes y espías.

Esto lo traemos a colación para resaltar que nosotros nunca hemos defendido la hegemonía ni hemos sido partidarios del papel dirigente del Perrodé de Peña Gómez, de los pálidos pelegatos en cualesquiera de sus facetas, del proceso histórico dominicano. Y mal pudiéramos salir ahora en defensa de la corrupta y envilecida dirección del Perrodé, del Pálido pelegato o de las sabandijas del PRSC, ni mucho menos que somos ahora partidarios y defensores, cosa que siempre hemos rechazado y criticado, de que el Estado financie las actividades de los partidos políticos, ya que entendemos que la actividad política es y ha de ser independiente por parte de cada partido político y de cada ciudadano o grupo de éstos, y que son éstos quienes deben financiar sus actividades propias, aportando de sus bolsillos los dineros para sufragar los gastos de los partidos políticos a que pertenecen, lo mismo que con respecto a las iglesias y religiones.

Y es ahí que entendemos que Julio Rosa se ofusca y obsecadamente insiste, cayendo en la terquedad, lo que lo lleva a aferrarse a una formulación de que él mantiene su punto de vista del no financiamiento de los partidos políticos por parte del Estado por la corrupción de los mismos y de sus estamentos dirigentes, en tanto que calla y omite el parasitismo de la Iglesia Católica, vía Concordato del Estado-pueblo dominicanos y queda en el aire en forma de insinuación, aunque Julio no haya querido hacerlo, pero la unilateralidad y el juicio metafísico suyo lo propicia, como que el PACOREDO defiende ese adefesio aberrante del subsidio por parte del Estado de los partidos políticos, lo que de hecho siempre hemos denunciado que es un negocio con características nocivas pues, además de que todo ello compromete con un soborno y hace, de hecho, a los partidos políticos apéndices del Estado, pero sobre todo, hemos cuestionado eso, además de lo expuesto, por estar conscientes de que ese soborno es fruto de una estrategia malintencionada y mancomunada del imperialismo yanqui, europeo y del Canadá, junto con la Iglesia Católica, S. A.-Vaticano (que es una entidad intrínsecamente parasitaria, vividora y sanguijuela del pueblo dominicano y de la nación dominicana), con el fin de asesinar y envilecer toda actividad política independiente, en el seno mismo del pueblo dominicano, en este caso en particular. Y es que el interés de esas fuerzas opresoras es asquerosear la política, la actividad política, y a los partidos políticos imprescindibles para la democracia y las libertades y derechos democráticos, necesarios al pueblo para alcanzar su emancipación.

Más aún, Julio Rosa pasa por alto que todos los estamentos dirigenciales que él, justamente, califica como corrompidos irremisiblemente de los partidos, más que financiados, sobornados por el Estado dominicano a través de la Junta Central Electoral y las “iniciativas democráticas” de la Agencia Internacional de Desarrollo (AID) e Iglesia Católica, de la Unión Europea y el Canadá, son provenientes del socialcristianismo y cacareadores de la imbécil por reaccionaria y salvajemente primitiva doctrina social de la Iglesia Católica, S. A.-Vaticano.

La campaña de Julio Rosa por el adecentamietno de la política, si ese es su objetivo, nosotros la saludamos. Pero nos resulta extraña la unilateralidad por la que, al parecer, deliberada y conscientemente él se inclina al favorecer con un silencio cómplice la corrupta y fuente inagotable de corrupción que emana del parasitismo de la Iglesia Católica, S. A. respecto al Estado dominicano, al que obliga a costearle y a financiarle su empresa transnacional religiosa, con más del 40% del Presupuesto Nacional, a través de las ventosas de sus tentáculos succionadores superiores a una aspiradora nuclear.

Y es que, además de que el Estado y el pueblo, pobre y cada día más pobre, acogotado por impuestos y más impuestos, tienen que costearle todos y cada uno de sus gastos religiosos, de escuelas y universidades, turísticos, empresariales, no pagando impuestos de ninguna índole, pero cobrando sueldos de altos oficiales y especialidades por el Vicariato Castrense, como ostentadores de los más altos rangos militares y de la P.N., por vía del Patronato Nacional San Rafael que administra el taimado Opus Dei en el país, el Estado tiene que darle a administrar todos los politécnicos existentes en el ámbito público, pero además la Iglesia Católica interfiere en las actividades de los órganos del Estado, como escandaliza el mismo caso de la Junta Central Electoral, cuyo Presidente fue puesto ahí por el banquero y comerciante de dios monseñor -este título para que se sepa que es un cura- Agripino Núñez, de quien es primo el flamante Presidente de la Junta Central Electoral, Luis Arias Núñez, cuya esposa actual -pues hay que guardar la imagen- es una privilegiada Oficial Civil.

En fin, la Iglesia Católica, S. A., es la que insiste y bendice el parasitismo sobre el Estado al que, por el Concordato, Vicariato Castrense y Patronato Nacional San Rafael castra y deja convertido en un infértil e inútil eunuco, o sea, en un impotente buey capa’o al Estado dominicano, quitándole de cuajo, golpe y porrazo, la condición que a dicho Estado dominicano le instituye la Constitución en su Artículo 3 de Estado libre y soberano.

Julio Rosa, que se toma bien a pecho lo del adecentamiento de los partidos políticos, sin embargo, se jacta de decir, que lo del Concordato, el Vicariato Castrense, el Patronato Nacional San Rafael y el parasitismo corruptor de la Iglesia Católica sobre el Estado dominicano y el pueblo dominicano, que sea una lucha del PACOREDO, que él no se mete en eso.

Y nos preocupa eso, ¿saben ustedes por qué? Pues sencillamente, como demuestra la experiencia histórica y recogen las obras y estudios sobre el nazi-fascismo y el falangismo, como la del búlgaro George Dimitrov, la del bolchevique georgiano Joseph Stalin, la del dramaturgo judío austríaco Bertol Bretch, la del italiano Antonio Gramsci, la del sociólogo e intelectual trotskista griego Nicos Poulantzas, cuyo estudio “Fascismo y Dictadura”, editado en español por la editorial Siglo XXI, aborda en detalles relativamente interesantes el asunto de cómo la base del fascismo es socialmente la pequeña-burguesía, tanto urbana como rural, y particularmente esos desclasados en tránsito, que tienen un fardo de aventurerismo político o que en su conciencia pesan las falacias reaccionarias de las iglesias, tanto Católica, S. A., como protestantes, y parece ser que lo de la unilateralidad metafísica en la que Julio Rosa mantiene su punto de vista de culpar a la política y a los políticos de ser la fuente de la corrupción y del parasitismo, puede ser una prueba de que los portadores de los puntos de vista de esa pequeña burguesía expían sus culpas inculpando a los mismos en que se les advirtió que no creyeran en sus teorías ni en sus partidos, y peor aún, a una actividad como la política, que se ejerce sólo en su plenitud como expresión de la libertad política, de la necesidad y obligatoriedad de la existencia de los partidos políticos como parte sustancial de la democracia representativa, de la que es un elemento esencial el sufragio electoral, como forma concreta de sufragio universal.

Y nos causa aprehensión la obcecación de Julio Rosa en ese rencor secreto que exhuma hacia los partidos políticos y la actividad política, a los que generaliza su crítica sin ponderar ni tomar en cuenta que la Iglesia Católica, S. A., la que él no quiere criticar ni exigir que se separen Iglesia, de un lado y Estado del otro lado, viene formalmente demandando que le entreguen el Estado mismo dominicano para instaurar un gobierno falangista basado en la Iglesia Católica, lo que ellos llaman sociedad civil, que serían las corporaciones de los explotadores, como CONEP, AIRD, Conferencia Patronal y sindicatos capitalistas, como los de Zona Franca, bancarios y turísticos-hoteleros, más las Juntas de Vecinos, católicas, a lo que el obispo Benito de la Rosa Carpio, hace apenas días, llamó única nueva alternativa de gobierno.

Volver a la Página Principal