ANGELA PEÑA 4 Plumífera socialcristiana para justificar el revisionismo y combatir el marxismo-leninismo se refugia en el infeliz renegado Ronquillo Tiburcio
Para Angela Peña, plumífera adocenada y una turiferaria de la peor infamia y la mayor perversión del alma que es la aberración conocida como cristianismo, que ha dividido a la humanidad en dos bandos, uno, el de los irremisiblemente envilecidos por él y el otro, el de los esclavizados, asesinados, subyugados, oprimidos y explotados por el cristianismo y a nombre del cristianismo, envilecida ella misma (Angela Peña) por éste, necesariamente, al pretender hacer periodismo histórico, lo que evacua es una nauseabunda e insípida apologética de las elucubraciones absurdas del amasijo medieval llamado doctrina social de la iglesia, alrededor de la cual y con la que se intoxican los llamados socialcristianos o demócrata cristianos, elucubrando tergiversaciones, urdiendo tramas e intrigas al margen de todo razonamiento y de espaldas, o más exactamente, en contra de la lógica de los hechos, de tal modo que, si de algo ofrece testimonio su infeliz labor, es del envilecimiento a que termina siendo empujado todo ser pusilánime que, incapaz de aprehender la verdad, envenenado por la escolástica reaccionaria clerical, su posibilidad de recrear los hechos es castrada, su creatividad es un páramo y así, es estéril todo lo que la plumífera de a tanto por línea y vil mercenaria hace; es que Angela Peña está al servicio de favorecer la permanencia de la esclavitud y del ensalzamiento de los opresores y explotadores. Usar como testimonio (para pretender sustentar lo que no es más que una burda mentira que desdice lo que busca defender una vez que queda expresado como el fruto combinado de una mendaz labor de adulación venal con el desbordamiento de su animosidad frente a lo que no tiene capacidad ni consistencia para refutar), las huecas palabras de un insolvente auto-confeso oportunista, como el tal Ronquillo Tiburcio, de que “los únicos que sabían de marxismo eran los del PSP” para dar por cerrada la elucidación de un asunto de tanta importancia para el movimiento comunista internacional en general y el movimiento revolucionario popular y democrático de la República Dominicana en particular, del período que se abre en 1961-1962, sólo sirve para comprobar que el nivel de Angela Peña como pretendida periodista de la historia es el mismo que el de una mujerzuela de patio y su lengua viperina. No sólo corroboran nuestras palabras de rechazo rotundo de cualquier juicio que tan sólo le dé la calidad de marxista a los renegados revisionistas jruschovistas del PSP -hermanos Doucoudray, José Espaillat, Tulio Arvelo, Niño Ramírez, Quírico Valdez, Justino del Orbe, Abelardo Vicioso y toda esa retahíla de recalcitrantes sabandijas revisionistas- la actitud teórico-práctica de éstos de comprometer a una criatura recién nacida, como era el movimiento democrático y revolucionario dominicano del ’61-’62, con la peor de las traiciones político-prácticas, que es la renuncia a la lucha por alcanzar la hegemonía del proceso histórico en que está enclavado dicho movimiento revolucionario, más aún, a postrarse ante quien representaba y ondeaba desfachatadamente la bandera que lo identificaba desde entonces como irreconciliable enemigo de clase en dicho proceso, que era Juan Bosch, vinculado en el espionaje contrarrevolucionario con el imperialismo yanqui, además de representante de la burguesía social-reformista en su plan de traición, hecho conocido y ventilado entonces, siendo además quien sustentaba y propiciaba la consigna que él mismo -Juan Bosch- cocinara de “borrón y cuenta nueva”, lo cual, aunque quisiera reiteradamente este archi-traidor negarlo, está presente en su mismo discurso de toma de posesión el 27 de febrero del 1962 como una verdad evidente, sino que para desmentir la falacia de la calidad de marxistas y siendo en realidad revisionistas renegados del marxismo los del PSP, ahí está el desenlace final de la historia frente a cada uno de estos personajes y a todos en su conjunto. Sólo sería cierto que esos sujetos ostentaron la intención de lo que se llamaría Partido Socialista Popular como partido de la clase obrera, pero eso no era más que una fachada muy bien reconocida como una treta de los viejos revisionistas kautskianos y bersteinianos, de los que era seguidor Jruschov, y los oportunistas revisionistas del patio, a su vez, seguidores de este archi-traidor. Respecto a esa treta harto oportunista, Lenin, en su artículo “El reformismo oportunista en el seno de la socialdemocracia rusa” decía en el 1911: “Predicar a los obreros: hegemonía, NO; partido de la clase o socialista, sí, sólo significa traicionar, a favor de los liberales (burguesía liberal); traicionar la causa del proletariado; significa predicar la sustitución de la política socialista, la política de la clase obrera consciente por una política liberal” y confirma que, efectivamente, una vez que el marxismo había derrotado a todos los que le disputaban, a nombre de la burguesía, su hegemonía sobre la lucha contra el capitalismo, y de hecho había sido destrozado el liberalismo, éste, interiormente podrido, había renacido e infiltrado al movimiento socialista marxista, y emergido como oportunismo socialista, como revisionismo, como el representante de la burguesía que opera desde el seno del movimiento obrero y del pueblo trabajador siendo los revisionistas los lugartenientes y caballos de Troya de la burguesía infiltrados en el seno del movimiento de los oprimidos y explotados. Para echar hacia delante su traición y corromper el movimiento revolucionario, anti-imperialista, democrático y progresista dominicano, los revisionistas anti-marxistas del PSP, de los que con tanto esmero pero en forma tan desafortunada hace la vil socialcristiana Angela Peña de abogada, ya que apenas en su favor presenta las huecas expresiones del insolvente teórico-político (el indigente Ronquillo Tiburcio), esos revisionistas anti-marxistas del PSP hubieron de echar mano rápidamente al pernicioso pretexto de las gentes de Kautsky del mal menor que siempre es empleado por los traidores y renegados a la causa de la revolución y de los pueblos; y así decían y difundían, en su depravación revisionista anti-marxista, que Bosch y el PRD eran un mal menor ante los otros sectores cívicos, social-cristianos y anti-boschistas que le adversaban. Los detalles de todos y cada uno de esos alegatos revisionistas oportunistas que confluían a la renuncia (por parte del incipiente movimiento democrático y revolucionario popular anti-imperialista) a la lucha y a la idea por la hegemonía, la pandilla del PSP lo expresó en forma común en el comunicado hecho público a espacio pagado en “El Caribe” días antes de las elecciones de diciembre del 1962 por el llamado Partido Nacionalista Revolucionario (PNR) que presidía Corpito Pérez Cabral, quien era un burgués liberal y sabía que encabezaba una pantalla del PSP junto con el arquitecto Teófilo Hernández, el bandido Dato Pagán así como Teddy Hernández, que era dirigente de la capilla revisionista del partido social pordiosero (PSP), venido desde Caracas, Venezuela, y que era hijo del arquitecto Teófilo Hernández, quien no era directamente del PSP pero bailaba su música falsificada. Ellos -esos renegados revisionistas- siempre intentaban inescrupulosamente burlarse de la verdad y así negaban y ocultaban, o por lo menos se empeñaban en tratar de hacerlo, que su postura de atar el incipiente movimiento revolucionario dominicano a la hegemonía del burgués liberal y del agente del espionaje yanqui, Juan Bosch-PRD, negaban, repetimos, que eso equivalía a castrar definitivamente en ese incipiente movimiento todo espíritu revolucionario independiente, que se trataba de una renuncia formal, como acta de nacimiento en el mundo de la lucha política y teórica, a la lucha y a la idea misma por alcanzar la hegemonía, lo que envilecía desde su mismo nacimiento al movimiento, atando a éste, lo que es el peor de los oportunismos políticos, que es el seguidismo ante la burguesía, condenado por Lenin en su “¿Qué Hacer?” del 1901-1902 en el Capítulo I sección b) “El culto a la espontaneidad” y que de hecho conlleva a la desarticulación y, más temprano que tarde, a la destrucción de todo el movimiento socialista (comunista), pues de hecho el oportunismo revisionista de los renegados es la bandera de liquidación del movimiento socialista. He aquí una pregunta de por sí esclarecedora: ¿A dónde fueron a parar definitivamente esa pandilla de jrushovistas que eran, según corrobora la venal cagatinta de la historia, Angela Peña, los únicos que sabían de marxismo-leninismo en el país? Esto, de a dónde y cómo terminaron, no es cuestión de punto de vista ni de opinión personal, sino de hechos. Como tampoco es cuestión de la opinión personal de cada quien de cómo y a dónde terminaron y fueron a parar los más connotados discípulos de esos viejos y originales renegados oportunistas revisionistas del patio. Este aspecto lo abordaremos en la próxima entrega, pero en ella enfocaremos la forma de cómo persistieron en su traición de tratar de imponerle al movimiento revolucionario dominicano durante el régimen social-reformista y lacayo del imperialismo de Juan Bosch del ’63 lo de la renuncia a la idea y a la lucha por la hegemonía en el proceso revolucionario popular y anti-imperialista que culminara en abril del ’65; de cómo se unieron a los círculos más recalcitrantes del escenario político nacional y del imperialismo norteamericano, así como de los remanentes de la dictadura trujillista para constreñir el movimiento democrático y popular tras el derrocamiento del traidor Juan Bosch a la Constitución del ’63 con el mismo gran traidor Bosch a la cabeza, persistiendo así en su perniciosa traición de renuncia a la idea de la lucha por la hegemonía de parte de las fuerzas revolucionarias y socialistas, lo que de hecho implica una traición a la lucha por la democracia, la libertad y la independencia, lo cual redujo el movimiento a un adefesio de neotrujillismo que todavía ensalzan, junto a los héroes de pies de barro hijos de los peores asesinos y generales de la dictadura de Trujillo. Desde siempre, partiendo desde los inicios del 1961-1962 hasta la fecha actual tanto los originales renegados revisionistas del social traidor PSP de los hermanos Doucoudray y comparsa, como luego los revisionistas de nacimiento, que hicieran de relevo de aquéllos y que, como buenos discípulos de hienas, empezaron por darle un Golpe de Estado, destituirlos y proclamar disuelto el PSP y constituido el adefesio ultrarevisionista llamado partido capitulacionista dominicano (p“c”d) que encabezaron los rufianes oportunistas revisionistas de nacimiento Narciso Isa Conde, Asdrúbal Domínguez, etc., han persistido y se han identificado en una abjuración común, en la renuncia formal a la idea de la hegemonía de los revolucionarios marxista-leninistas, condenándolos a actuar como oportunistas y ser en la práctica sólo miserables mercenarios de una u otra facción de la burguesía y de las clases explotadoras en general. Esa sí es la historia, la historia de los oportunistas revisionistas. Se trata pues de la historia elaborada con hechos y acciones prácticos de esos tránsfugas sociales y traidores a la tesis elaborada precisamente por Lenin de que: “El proletariado es revolucionario sólo cuando tiene conciencia de esta idea de la hegemonía y la realiza. El proletario que ya adquirió conciencia de esta tarea es un esclavo que se alza contra la esclavitud. El proletario que no tiene conciencia de la idea de la hegemonía de su clase o que reniega de esa idea, es un esclavo que no comprende la condición de esclavo en que se encuentra; en el mejor de los casos, es un esclavo que lucha sólo por mejorar su situación de tal, esto es, de esclavo, pero no por el derrocamiento de la esclavitud”. Si esa venal plumífera socialcristiana que es Angela Peña, sirviente del clan Opus Dei-Corripio-Hoy, tuviese bagaje y madera para hacer periodismo histórico, buscaría y se ilustraría en torno a los asuntos que se propone tratar, y de los que sólo logra hacer embarres impúdicos.
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