Benito de la Rosa Carpio pretende responder al PACOREDO la campaña que desplegamos para evidenciar el parasitismo de la Iglesia Católica, su papel de sirviente de los peores intereses de los monopolios así como la degradación homosexual y pedófila que como cáncer corroe sus entrañas
El naturalmente pérfido obispo (¿y qué otra cosa puede ser un llamado obispo catolico y sacerdote de tan funesta iglesia, símbolo de la esclavitud y las distintas formas de subyugamiento y envilecimiento del ser humano?) Benito de la Rosa Carpio, conforme desplegara a todo lo ancho de sus páginas interiores la letrina amarilla opus dei –la canalla periodística venal de Radhamés Gómez Pepín (el criminal impune Jack el Destripador)-, hizo una pretendida réplica a la justa campaña de nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), el viernes 2 del presente mes de septiembre del 2005. Ramón Benito de la Rosa Carpio es el presidente del Episcopado católico en este país, como representante éste de la trasnacional religiosa y de otras infamias aún peores Iglesia Católica-Vaticano, y antes de haber sido colocado ahí por las influencias financieras de Alejandro Grullón dentro del conjunto de avivatos que forman el grupo de obispos residentes o de puesto en el país, fue Benito de la Rosa Carpio el obispo encargado de la Diócesis de La Altagracia y allí actuó destacándose por su ambición desmedida, por su viciosa conducta y su condición de genuflexo sirviente de los consorcios monopolistas, entre otros del Central Romana by Products, Gulf and Western, y demás. Fue a raíz de la profundización de la contradicción que vino tomando cuerpo a lo largo de la gestión del rufián Rafael Hipólito Mejía – sus perrodés pepegatos, entre los grupos de éste y Alejandro Grullón, de un lado, con Ramón Buenaventura Báez Figueroa (Ramoncito)-Baninter y el cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, del otro lado, que se consolidó Ramón Benito de la Rosa Carpio como Presidente del llamado Episcopado dominicano, y se recuerda, como lo atestiguan las informaciones de prensa y las fotografías de las mismas, que Benito de la Rosa Carpio, en el mismo mes de mayo del 2003, en los días siguientes al malkunazo dado desde el Palacio Nacional y denunciando el hoyo de Baninter en el orden de las finanzas por un monto de más de 2,000 millones de dólares, hoyo se le llamó como una forma evasiva de, mediante un término muy vacuo e impreciso, dejar de decir que se trataba del más importante fraude y estafa bancaria efectuada por un grupo de mafiosos, cuya matriz nace directamente en el seno de la oligarquía criolla de confesión y marca Iglesia Católica, S. A., del brazo de Alejandro Grullón y del otro obispo del pepegato, banda de Rafael Hipólito Mejía, José Dolores Grullón, que entraba y salía visitando al mismo capo ese asiduamente al Palacio Nacional como perro por su casa. Ya desde antes del 2000, esto es, en la década del 1990, se estaba ventilando en la opinión pública y en los mercados públicos que aquí se ha dado en llamar tribunales de justicia, el caso de niños y niñas violados, prostituidos y envilecidos, acostumbrándolos con apenas 5, 7, 8 y 12 años de edad, tanto a todas esas aberrantes prácticas como a participar en espectáculos horribles y degradantes, en los que a esos niños y niñas desamparados les hacían mantener diversos tipos de relaciones sexuales con animales, con perros y perras, los cuales ya estaban amaestrados. Resulta que como la opinión pública sabe, todos esos hechos se produjeron como una película de terror y de pornografía en el orfanato San Francisco Javier en San Rafael del Yuma, que regentea la Iglesia Católica y la Diócesis de La Altagracia, que hasta hace poco dirigía el obispo Ramón Benito de la Rosa Carpio. Como también sabe la opinión pública, a pesar de todas las barreras puestas por los que manejan el Poder y el Estado dominicano sólo para su exclusivo beneficio, entre cuyos círculos desempeña el papel hegemónico, preponderante y voz de mando absoluta la Iglesia Católica-Vaticano a través y por medio del tridente del infierno que forman el Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, que como lo confirma el contrato del mismo de fecha octubre del 1958, está en manos, absoluta y únicamente de La Obra, mejor conocida como la sagrada mafia católica Opus Dei del falangista e integrista nazi-fascista y fanático criminal José María Escrivá, erigido al vapor en santo por el agente de la CIA, Juan Pablo II, poco antes de su celebrada muerte, que estos círculos han hecho todo lo ni siquiera imaginable para ocultar las implicaciones de no pocas solemnes personalidades, tenidas por honorables, pertenecientes a los círculos de potentados financieros no sólo del país, sino del extranjero, y particularmente de Europa, Canadá y los EE.UU., en los que existen innumerables redes de pedófilos y de degenerados, vinculados todos por una y otra vía a la Iglesia Católica y al Vaticano, cuyos prelados y sacerdotes se forjan como tales en el mismo tiempo en que se preparan para el sacerdocio, teniéndose como un hecho que las prácticas y adhesión a la homosexualidad y a la pedofilia es parte del currículum de los seminarios católicos. En sus declaraciones de marras Ramón Benito de la Rosa Carpio dijo que, tras el escándalo de violaciones a niñas y niños del Albergue Francisco Javier, de San Rafael del Yuma, Higüey, hubo una campaña contra la Iglesia Católica y su persona, a la que sectores políticos trataban de quitarle autoridad. “Yo me fui enterando que incluso había grupos que decían que la Iglesia Católica tiene demasiado poder, pero nosotros sabemos que es un poder absolutamente moral, porque ni poder económico tiene la Iglesia”, expresó. Afirmó que quienes le abrieron los ojos a esa realidad fueron algunos comunicadores y cree que se le trató de echar lodo a él. “Hay grupos políticos a los que les molesta que la Iglesia Católica esté en primer lugar en cuanto a credibilidad y confiabilidad, mientras los grupos políticos ocupan el nivel más bajo en toda América Latina y evidentemente les gustaría que nosotros tuviéramos en ese nivel”. Dijo que “quienes están involucrados en casos de corrupción también les gustaría decir que la Iglesia Católica es igual que ellos, y alertó que mientras quede un cristiano habrá que decir que la corrupción es mala, dentro y fuera de la misma”. “Como todo el mundo es igual, nadie puede hablar y nosotros decimos no y entonces muchas veces cuando no hay datos se inventan calumnias, se inventan cosas, sin datos, hacen una reflexión, un comentario”, dijo De la Rosa Carpio. “Estimó que quienes tienen esas conductas utilizan la vieja frase “calumnia que algo queda, hablar mal de quien sea, que algo se le pega”, indicando que nunca pensó que este tipo de conducta se podía dar, pero aprendió que si se lo hicieron a Jesucristo, también a él le podía tocar”. Como se ve, todo lo dicho por el Presidente del Episcopado católico dominicano, Ramón Benito de la Rosa Carpio lo retrata de cuerpo y alma como un irresponsable, lo que entendemos que es una secuela directa de la larga práctica de vida parasitaria como parte del grupo improductivo y zángano más acentuado dentro de la sociedad humana, tal y como tan contundentemente lo estableciera el padre de la economía política burguesa y, por lo tanto, el más insigne teórico del régimen capitalista, Adam Smith, en su obra “El origen de la riqueza de las naciones”, escrita en el 1776; Benito de la Rosa Carpio pretende seguir fingiendo que no es con él, esto es, se quiere hacer el loco.
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