La Iglesia Católica despliega campaña concéntrica contra la democracia que la asfixia, por eliminar el estado moderno e imponer un estado feudal, eliminar los partidos políticos como expresión de las luchas entre las clases y por los derechos de la población y así mantener su privilegiado parasitismo

 

La población dominicana en general está recelosa ante la campaña concéntrica que, con desesperación, lanza en estos momentos el negocio religioso Iglesia Católica, S. A.-Vaticano, C. x A., respecto a la nación dominicana, en busca de varios objetivos, todos de su exclusivo beneficio y propia conveniencia, y aunque la Iglesia Católica, S. A.-Vaticano parte siempre de problemas reales que gravitan sobre el país y afectan a la población, los mismos los aborda y elucida desde el punto de vista de servirse, privilegiada y parasitariamente, como siempre lo ha hecho, a costillas tanto de la población como de la nación dominicana, a las que, como sanguijuela, les chupa la sangre arrancándoles la vida y el bienestar.

Las corrientes del pensamiento y del accionar político de carácter o proclamadas revolucionarias, populares, progresistas y particularmente las que se dicen socialistas, seguidoras de Marx y Lenin, o bien dentro de este contexto revolucionario en general, estamos en la obligación de llevar una orientación a la gente del pueblo y a la conciencia nacional sobre la base de la correcta interpretación de los movimientos concéntricos con carácter de campaña sistemática que lleva a cabo la Iglesia Católica, S. A. la que, a partir del 1954, con el establecimiento del Concordato entre el Vaticano (Pío XII, el Papa de Hitler) y el dictador Trujillo, usurpando éste la representación y la autodeterminación y soberanía nacional de país-pueblo dominicanos, a los que tenían, junto con el imperialismo norteamericano, sometidos al más oprobioso y férreo dominio tiránico dictatorial, esto es, el Concordato, como los otros acuerdos subsiguientes y complementarios a éste, tales y como el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, adolecen de ilegitimidad, además de ilegalidad y carácter o naturaleza inconstitucionales, puesto que los tres acuerdos contractuales contravienen sucesivamente, tanto el carácter libre, soberano e independiente del Estado dominicano, proclamado en el Artículo 3 de la Constitución, como la libertad de ideología y de creencias de cada ciudadano en pleno uso de sus prerrogativas constitucionales, tal y como lo establece el Artículo 8 de la actual Carta Magna, que proclama, además, que todas las leyes, decretos y acuerdos particulares del Estado con quien fuera, si contravienen la Constitución, son nulos de pleno derecho, y de hecho deja fuera de vigencia el Concordato, Vicariato Castrense y Patronato Nacional San Rafael, cuyo contrato, el de este último, quedó en manos del Opus Dei (La Obra) desde el momento en que fuera suscrito entre el dictador y Pío XII, el Papa de Hitler, en el 1958.

Desde entonces, como bien lo estableció José Cordero Michel (que muriera inmolado en la expedición antitrujillista y democrática del 1959, en junio) en un estudio efectuado sobre la realidad económico-social del país, éste ha venido a estar subyugado, junto al pueblo, por un adefesio estatal de carácter y naturaleza teocrática, que es un anacronismo que se hace más monstruoso con cada día que transcurre sin que se formalice la disolución de esa cadena y sus eslabones de oprobio, parasitismo y oscurantismo infames que significan el Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael.

Debemos aclarar que el Cordero Michel a que nos referimos y cuyo estudio mencionamos con todo respeto y admiración intelectual y política, es José y no Emilio, quien no nos merece ningún respeto sino la más intransigente repulsa por oportunista y traidor a la causa del pueblo y país dominicanos.

En los últimos días tenemos que el cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez ha estado insistiendo en que se elimine y se desmonte todo vestigio de democracia, aduciendo que ésta ha fracasado, lo cual, en boca de la Iglesia, obispo o cualquier cura católico, es una aberración fruto de su prostitución espiritual intrínseca, ya que la Iglesia Católica-Vaticano es de por sí, tanto en sus procedimientos internos como en su sistema de gobierno y estatal, total y absolutamente contrapuesta a la democracia, una vez que la Iglesia Católica-Vaticano en toda su práctica y en todas y cada una de sus manifestaciones, encarna una modalidad de la religión cristiana que postula y se sustenta en las más salvajes formas del pensamiento y creencias que tienen carácter tanto esclavista como feudal, en tanto ambos regímenes son la modalidad, particularmente, de primitivas formas de explotación y subyugamiento, negadoras de todo cuanto significa derechos humanos.

Así, el régimen de la Iglesia Católica-Vaticano es el despotismo absoluto monárquico imperial, correspondiente a los viejos imperio y monarquía esclavistas y feudales más primitivos, contrapuesto dicho régimen de la Iglesia Católica-Vaticano a la democracia, tanto al espíritu y contenido histórico-social de la democracia, como a sus formas, en las que la libertad política e ideológica, junto a la existencia y papel de los partidos políticos, son sus piedras angulares y garantías de vigencia de la búsqueda, cuando menos, de su meta más elevada del gobierno del pueblo y para el pueblo, a establecerse en virtud del sufragio universal, o bien de la obtención de cualquier avance en este empedrado y áspero camino hacia el logro de la democracia.

Específicamente, el cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez empezó esa campaña, que tiene un carácter de ataque concéntrico general de la Iglesia Católica-Vaticano contra el país-nación-pueblo dominicano y la democracia, el 21 de agosto del 2004 en una charla en el Ayuntamiento de San Juan de la Maguana, donde proclamó que la democracia había fracasado y que había que sustituirla.

Su escudero, el obispo auxiliar de la Diócesis de Santo Domingo, el falangista español, el jesuita José Arnaiz, ya el 18 de agosto del mismo año, había escrito que la Iglesia Católica-Vaticano no reconocía ni aceptaba más que por la fuerza, pero no por su libre voluntad o albedrío, a los partidos políticos ni a los políticos, y que, agregaba en las páginas del primer cuerpo de la letrina amarilla “Listín Diario” correspondiente a la sección de artículos fijos de opinión donde se puede releer todo esto que aquí decimos, que la Iglesia Católica-Vaticano no tenía preferencia ni hacía compromiso con ningún político ni con ningún partido político.

Esa campaña de estas dos figuras claves del reaccionarismo politiquero parasitario y catolicista vaticanista se ha venido repitiendo reiteradamente desde entonces hasta la fecha, pero además ha estado acompañada de acciones prácticas sistemáticas y continuadas en todas las esferas y en todos los órdenes, no ateniéndose ni cuidándose de utilizar para el logro de sus peligrosos fines las maniobras y los movimientos que componen e integran su campaña más despiadadamente anti-democrática, sustancialmente infame, como el chantaje, las amenazas, las conspiraciones, tanto a nivel nacional como internacionalmente, la propaganda aviesa, mentirosa, calumniosa, ingrata, vil y con acentuado carácter de la canalla y lúmpenes que representan a los sectores improductivos y parasitarios de la sociedad hasta llegar al terrorismo y al sabotaje empleando procedimientos violentos.

Dentro de las actuaciones de la Iglesia Católica-Vaticano que ilustran y corroboran la veracidad de lo aquí formulado por nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), están:

Las actuaciones de la triología de agentes antidominicanos del jesuita español, Regino Martínez, del belga Pedro Riquoy, del británico Christopher Hartley, no sujetos a ninguna autoridad reconocida dentro de la Iglesia Católica dominicana (si es que se puede emplear válidamente esta expresión) ni dentro de la Conferencia del Episcopado, ni ante la Nunciatura, ni ante el Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez mismo, que opera -dicha trilogía- creando enclaves de haitianos ilegales, violentando las Oficialías Civiles para dotar de documentación dominicana falsa, pero con visus de legalidad, a ciudadanos haitianos que ellos han introducido y siguen introduciendo masivamente en territorio dominicano;

Montando campañas de descrédito contra el país y los dominicanos tanto aquí, dentro de la República Dominicana, como en el exterior, a nivel internacional, para lograr sanciones y condenas contra la República Dominicana y los dominicanos por supuestas prácticas esclavistas de los dominicanos contra los haitianos, en desconocimiento deliberado de que más del 70% de la misma población dominicana vive en condiciones de extrema pobreza, lo que hasta la herramienta recolonizadora llamada ONU y la FAO, su organización sobre la alimentación, así lo reconocen y establecen, por lo que más del 90% de los dominicanos son tan pobres en su conjunto y viven en tal grado de miseria que no tienen siquiera con qué alimentar una mascota como un perro, un gato o una cotorra, por lo que, ¿cómo diablos y con qué esta misma población diseminada en ciudades, bateyes, campos, barrios y laberintos infrahumanos puede tener sometidos y mantener a esclavos haitianos? Christopher Hartley, que se las da de esquizofrénico, llegó a escribir cartas bajo el seudónimo femenino de Regina Pérez Lama, en que hablaba exactamente estas monstruosidades que le fueron publicadas en la sección “Cartas” del “Listín Diario”.

Pedro Riquoy, el belga jesuita, no sólo organiza caravanas nocturnas permanentes de ilegales haitianos que se desplazan desde la frontera a la Cordillera y lugares aledaños de Los Haitises, que es el pulmón y sistema ecológico fundamental de la nación dominicana, sino que monta campañas que hablan de muertes masivas de haitianos a manos de dominicanos; que hablan de fosas comunes donde supuesta y falsamente dicen que entierran a los haitianos asesinados, y cuando se ve forzado a esclarecer los hechos y ubicar los muertos y sus fosas comunes de enterramiento dice que un haitiano informante suyo fue quien le dio el informe, y luego el supuesto informante dice que él nunca había dicho tal cosa al jesuita católico Pedro Riquoy.

Juntos, Regino Martínez, jesuita español, Christopher Hartley, inglés y Pedro Riquoy, jesuita belga, han organizado la quema masiva de cañaverales a los colonos azucareros que no quieren emplear mano de obra haitiana y a los consorcios azucareros, como la Casa Vicini, que han tenido a la postre desavenencias con los planes de esta triada del diablo, particularmente con Hartley en Los Llanos, Municipio de San Pedro de Macorís.

El objetivo de las campañas de que los dominicanos esclavizamos a los haitianos, la de que los matamos, la de que los quemamos, han resultado comprobarse como falsas, pero tienen el objetivo central de lograr condenas unilaterales contra la República Dominicana, y hacer que se le quiten a los productores azucareros que  operan en el país y no comparten en parte o del todo su conspiración, las cuotas azucareras de que disfrutan, por ejemplo, de venta hacia los EE.UU.

Continuamos mañana sin falta.

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