EL SUBJETIVISMO, EN REALIDAD ¿QUE ES?

30-07-2015

 

El subjetivismo, en realidad, ¿qué es?

Todo idealismo es, al fin y al cabo, subjetivismo y subjetivista. Pero vaya dilema el que nos trae cuando, corroborando el principio dialéctico esencial, o esencial de la dialéctica, y tomando ésta como el estudio interno de las contradicciones en que se bifurca cada objeto o cosa, el cual consiste en que, en todo caso y siempre, uno se divide en dos, nos encontramos en que, hasta el mismo idealismo en su esencia interna, o sea, en su naturaleza, se bifurca, se divide en dos; y tenemos un idealismo subjetivista y otro idealismo objetivista, pero idealismos ambos por igual, al fin y al cabo.

El idealismo filosófico consiste en que desconoce la existencia objetiva, esto es, fuera e independientemente de nuestro pensamiento y de nuestro cerebro, como fuera e independientemente del conjunto del pensamiento social o de la conciencia social, como de todos los cerebros que existen en las personas, individuos que constituyen la sociedad.

Esto conlleva que, con el proceso de enajenación y alienación de la sociedad, o sea, del régimen y el sistema económico-social y político, éste crea su propia conciencia y opera hasta independientemente, digamos que por ley de inercia, no dependiendo de una voluntad individual, sino operando y actuando como un todo. Y es lo que el materialismo histórico establece cuando afirma que cada régimen económico-social, cuyas bases materiales estructurales lo forman las relaciones sociales de producción, posee, además, una conciencia social, que asume la representación espiritual de la clase dominante de dicho régimen en cuestión; siendo pues la superestructura de la sociedad el órgano de dicha conciencia social y del sistema económico-social y político correspondiente. Y, de toda la superestructura, que está compuesta por la doctrina del derecho y sus instituciones, por el conjunto de las ideas religiosas prevalecientes y sus instituciones, lo mismo que las ideas estéticas, morales y sus instituciones, como de las doctrinas políticas y sus instituciones; siendo el Estado la más importante de todas las superestructuras, con sus instituciones y sus formas ideológicas de la sociedad.

Por el contrario al idealismo, el materialismo tiene por base de sustentación que existe una realidad objetiva, independientemente y fuera de todo pensamiento o ideas, e incluso de nuestros cerebros, que, de paso, forman parte de la realidad objetiva y resultado de ésta.

El reconocimiento y aceptación de que la realidad objetiva existe, y que así se llama a todo cuanto existe fuera de nuestras cabezas, incluyendo a ésta de paso dentro, y las ideas que porte, si es que las tiene, como parte de la realidad objetiva; tal es la base y la definición del materialismo, el cual no escapa a la ley dialéctica de que uno se divide en dos. Y así, existe, o han existido, varios tipos de materialismo, siendo el último el materialismo dialéctico; en relación al que se han terminado definiendo todos los otros, como materialismo mecanicista, metafísico, no dialéctico; que al fin y al cabo devienen en idealismo. Por lo que el materialismo dialéctico es la cumbre y culminación de todo materialismo; y de ahí que sea el más importante y significativo de todos.

La cuestión clave, es el papel fundamental y determinante del reconocimiento de la realidad objetiva; la que, para cualquier teoría adquirir rango de validez, y tener alcances científicos, ha de tener como punto de partida, y base de su fundamentación y operación, la realidad objetiva como la determinante básica de nuestras ideas, de nuestro pensamiento, nuestro espíritu y nuestra conciencia; esto es, de todos los seres humanos, hombres y mujeres.

Es muy corriente, y cosa, por lo tanto, común, oír a distintos tipos de personas hablar a favor o en contra del materialismo dialéctico. Pero lo más singular es encontrarnos con gente que se dice adherida al materialismo dialéctico, y, sin embargo, ser empecinadamente contraria a reconocer y a admitir que la realidad objetiva es lo que debe reflejar su pensamiento y sus ideas, sean de la naturaleza o del área que sean, si pretende esa persona o individuo que sus ideas o pensamientos tienen carácter de verdad o son verdaderos.

Así, el reconocimiento y aceptación de la existencia de la realidad objetiva no es sólo decirlo de boca, sino demostrarlo en la práctica y en los hechos, a través, cuando menos, de un proceso más o menos largo en su realización.

Lo primero es que el materialismo dialéctico tiene carácter de clase, que es el de la clase obrera o proletaria; y así, por igual, espíritu de partido; porque ha de ser la concepción y la fundamentación ideológica del Partido Comunista, que es el partido político de la clase obrera conciente de su papel político e histórico-social.

Así, ya tenemos dos rasgos básicos y fundamentales del materialismo dialéctico como filosofía. Sobre éstos se yergue que, además de materialista, lo que se da en el reconocimiento de la existencia de la realidad objetiva, está su carácter dialéctico, la cuestión de la dialéctica. Porque se trata, precisamente, de que dicho materialismo se alimenta del reconocimiento de que la realidad objetiva está en permanente movimiento y cambio; como que, esta realidad objetiva, siendo dinámica, posee indistintas formas, y cada una tiene como sustento particulares contradicciones; las que se han de aprehender, descubrir y conocer; pues son, a su vez, las vías y medios de los cambios de las cosas, en su naturaleza íntima o interna, antes que todo.

Por ello, no se pueden separar los dos elementos que se funden entre sí, para constituir el materialismo dialéctico: materialismo y dialéctica. Sucede aquí casi igual que con la unión de oxígeno e hidrógeno, para formar el precioso líquido del que depende la vida, que es el agua. Si a ésta se le rompe el enlace de oxígeno e hidrógeno, deja definitivamente de ser el líquido, que es sinónimo de la vida, y pasa a ser otra cosa, pero no agua.

 

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