Hernández Peguero, en cuyo semblante se plasma la agonía, acicateada ésta por la desarmonía síquica o desorden terrible que es la neurosis, o la sicopatía, la esquizofrenia, o el fenómeno neurótico de la disociación y lo que ocurriría si se le crea y se le pone a encabezar una policía particular

 

Si por mano o cosa del diablo se le crea al Fiscal Hernández Peguero una policía (llámese técnica si con este eufemismo se le quiere disfrazar), dentro del marco del presente gobierno Pálido-Pelegato, en el que la irresponsabilidad y la evasión absoluta o destierro total de dignidad nacional desde su primera figura hasta la más insignificante de su abultada nómina de funcionarios hacen olas, el actual Procurador Fiscal de la capital, el llamado abogado Hernández Peguero, en cuyo semblante se plasma inequívocamente la agonía de la más desesperada criatura, acicateada ésta en su fuero interno por la desarmonía síquica o desorden terrible que en ciertos casos es la neurosis, en otros, la sicopatía, en algunos la esquizofrenia, o el fenómeno neurótico de la disociación, todos estos males que conforman, en conjunto, el concepto genérico de sicótico para los especialistas y entendidos en el asunto éste, pero simple y llanamente loco u orate entre los no iniciados en tales lides o bregas profesionales especializadas, en la no del todo transparente ciencia de la siquiatría contemporánea, que nadie se engañe ni se muera de espanto, el país y la sociedad serían sometidos al más espeluznante terror y persecuciones, acorde con las fases de la luna, pues entonces los dominicanos de la capital estaremos en manos de un lunático representante de la más importante área del Poder que es el Ministerio Público, después del Procurador General de la República.

La situación es, por lo tanto, sumamente frágil, ya que Hernández Peguero, además de ostentar este delicado cargo dentro del Ministerio Público, desde el que ha mandado a meter presas a personas, como a un pakistaní, que se quejó de los atropellos del Ministerio Público en la capital; que lanzó a la calle a niños y a un inválido, así como a la madre de éstos, de una vivienda cuya propiedad está a nombre de éstos, y lo hace por encima de la ley y hasta de las disposiciones de los tribunales y de la misma Suprema Corte de Justicia, puesto que a Hernández Peguero lo que le interesan son los millones.

Así, se le vincula con la acción depredadora de los bienes, fincas y haberes de toda índole de Quirino Paulino Castillo, sobre los que parece que cayeron Atila y sus bárbaros.

Pero además se le encuentra obsesionado por despojar a los desvalidos, pues su ambición es tal, que los que le conocen dicen que la niña de sus respectivos ojos se han transformado en sendos signos de dinero, pero en dólares y no en pesos dominicanos.

Así como es empleado por debajo del magnate de la más grande lavandería existente en el territorio nacional, que al parecer por intermedio de Gustavo Cisneros, Cap Cana y sus respectivas esposas, lo es también del flamante Leonel Antonio Fernández Reyna y asociados, y no vacila en recurrir al bonapartismo y ofrece entregarle una mansión del Ensanche Julieta al matarife general de horca y cuchillo (reenganchado por el “civilista” Leonel Antonio Fernández Reyna), Rojas Tabar, confiscada como parte del expediente a un narcotraficante para que, más tarde o más temprano, a sus manos vaya a parar dicha mansión.

Así, señores, pónganse a pensar lo que no sucedería si a este genio y figura hasta la sepultura, Hernández Peguero, se le crea y se le pone a encabezar una policía particular.

Que el mismo diablo nos encuentre confesados y resguardados.

¡Avenuncio, Satanás!

 

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