Elecciones en Haití, imperialismo, fascismo, la parásita Iglesia Católica opuestos a la autodeterminación de los pueblos
Lo que llevaron a cabo los intervencionistas en Haití, falseando mediante el secuestro de la votación, robándose los sacos contentivos de los votos y desapareciendo documentos electorales de vital importancia, con miras a impedir que el señor Preval resultare ganador en los comicios de ese país que apenas recientemente se han efectuado, es una vieja historia harto conocida por todos nosotros, y la cual sencillamente repudiamos. Es que los EE.UU. y sus genuflexos lacayos, como resulta la Iglesia Católica-Vaticano, no son partidarios de la autodeterminación de los pueblos y, por lo tanto, son en realidad enemigos jurados de la democracia y del sufragio universal, de las elecciones libres y limpias. Las lecciones que el gobierno de EE.UU. ofreciera con toda claridad al mundo es que, tal y como afirmara Lenin, el imperialismo, no importa del país que sea, es la negación de la libertad y la democracia; esto debería servir de enseñanza a las parvadas de lacayos que abundan en este traspatio del imperialismo, como le gusta afirmar, para denigrar al país, a Leonel Fernández. Ese sería el caso de un ratón villajuanero, Luis C. Pantaleón, que como lambón y viejo rufián socialcristiano de la misma calaña de los pacientes del mal nefando como Jimmy Sierra, pretenden dar lecciones a los marxista-leninistas de lo peculiar y singular que es, según su mentalidad de imbécil, el imperialismo de los EE.UU., donde, según se jacta de decir, hay democracia, dejando de lado que con las leyes anti-terroristas las sospechas sustituyen la evidencia; el espionaje telefónico y bajo todas las formas, echa por el suelo la libertad individual o la privacidad; se oficializa la tortura como método de investigación; se oficializa la mentira en lugar de la verdad, y se le otorga a sus leyes internas alcance extraterritorial, y que todo eso es fascismo y que donde prima el fascismo no hay democracia ni ese puede promoverla, ni mucho menos ser fuente de la decencia y la libertad.
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