El pajarraco Pablo Mackinney no tiene empacho en decir que “ya no existe eso de imperialismo yanqui”

Esa infame postura sólo puede ser hija bastarda del indiferentismo ideológico

 

Lo peor que puede haber es un carajo de esos que se las da de tener un pasado vínculo con uno de esos movimientos, o seudo-movimientos, digamos que izquierdistas para poder definirlos dentro del borroso e impreciso perfil de su indiferentismo ideológico o neutralidad ideológica en que emplean su ociosa actividad equivalente a jugar con ñeca y un palito.

Este es el caso del tal Pablo Mackinney, que vive hablando de su supuesto pasado “revolucionario” por haber estado vinculado al emepedeísmo y a una de las vainas de éste llamado el Frente Estudiantil Flavio Suero (Feflas). Y lo peor es que vive atorado con una serie de jueguitos de palabras usadas por cantantuchos y faranduleros en la pretensión de que el decadentismo ocioso de esos vómitos de perro buscavidas y traficantes a costa del sacrificio y la lucha de otros es, o era, la bandera espiritual de la brega inconclusa y continua de los revolucionarios, de los socialistas, de los anti-imperialistas y luchadores por la libertad.

Pablo Mackinney, que debería -si acaso se le puede pedir vergüenza a un espécimen de sus conocidas malas costumbres que tiene tantas denominaciones que el rufián Ramón Font Bernard se quedó corto al pretender explicar las raíces de las tantas denominaciones para los de esas prácticas vergonzosas- callarse la boca y seguir en lo suyo -lo que también le recomendamos a Mirinda, al que también llaman La Mulatota- pues en verdad que resulta indignante tener que soportar al plumífero Pablo Mackinney reprobando a los dominicanos que, en Barahona, repudian y protestan contra la presencia de las tropas imperialistas en la Provincia de Barahona de la República Dominicana.

Empleando como escenario la pajarera de los degenerados que creara el ornitólogo y miserable mercenario del periodismo, envuelto en mil corrupciones que, como es natural, fuera premiado pro el desgobierno lacayo del pelegato Leonel Antonio Fernández Reyna nombrándolo como Embajador en Chile, esto es, César Medina, el pajarraco Pablo Mackinney no tiene empacho en decir que “ya no existe eso de imperialismo yanqui”; que “esas tropas que desembarcaron por Barahona no son invasoras ni mancillan la soberanía, puesto que la razón de su presencia en el país es construir escuelas, curar enfermos y ayudar a combatir la pobreza”.

Nosotros cada vez que oímos a sujetos de esa calaña montar esos actos de impudicia y de falta absoluta de moral, sólo atinamos a reafirmar nuestro firme convencimiento de que juntarse con quienes son huérfanos de ideología definida y que se ufanan de no tener bandera en filosofía, en política y en la sociedad de clases es la peor de las infamias, sólo equiparable con la degradación que conlleva a que un ser humano incurra, como estilo y actitud en la vida, a la trasgresión de la ley del género dictada por la naturaleza, lo que en el caso de Pablo Mackinney es una y la misma cosa.

 

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