La Iglesia Católica, además de ser parasitaria frente al Estado y al pueblo trabajador, en la práctica se confiesa anti-dominicana y pro-haitiana
La Iglesia Católica, que vive a costa del Estado dominicano y que es costeada financieramente por el Presupuesto Nacional y de las riquezas nacionales, tanto para el pago de sus actividades comerciales y negocios de las más diversas índoles, ya sean educativos privados a niveles básico, intermedio y universitario, disfrutando de la exoneración de pagos al Estado por impuestos sobre la renta, pago de patentes o permisos equivalentes, por el otorgamiento de títulos que entreguen, por donaciones que les hagan, por testamentos que reciban; exonerada ésta, la Iglesia Católica, de pago al Estado por matrimonios que efectúen, por bautizos, por el cobro de misas; exonerada de pago de impuestos al Estado por vehículos que compren en el exterior, por el equipo de impresión, como maquinarias, papeles, tintas y demás; sus universidades y centros tecnológicos, igual que sus escuelas básicas, intermedias y de bachillerato, son financiadas por el Estado, el que debe construirles las edificaciones y terminarlas de un todo, cubrir los gastos de mantenimiento y reparaciones de las mismas, como el pago del personal docente y de vigilancia incluso; panorama parasitario y vividor que la Iglesia Católica repite con el caso de los hospitales y centros de atención que el Estado le entrega, los cuales maneja como de su entera propiedad particular, individual y personal, tal cual se comprueba en la Plaza de la Salud, que el Estado subsidia por un monto que es, mensualmente, 22 millones superior al aporte que el Estado hace para todos los hospitales públicos del Estado en la capital de la República, entregándole al Cardenal y a sus acólitos, recalcitrantes fanáticos católicos de la más oscurantista y cavernícola estirpe reaccionaria, la suma de 30 millones de pesos mensuales cuando menos, a través de la Plaza de la Salud, lo que constituye un negocio vil e infame y por demás tan escandaloso como inescrupuloso; y además le financia el Estado a la Iglesia Católica cada uno de sus centros oscurantistas llamados iglesias parroquiales, casas curiales, seminarios y conventos, lo mismo que catedrales y todos los salarios como miembros del Vicariato Castrense, desde primer teniente P.N., E.N., Marina de Guerra y Fuerza Aérea Dominicana, como de la Secretaría de las Fuerzas Armadas hasta mayores generales, que es el rango del Cardenal y otros obispos, por no decir todos y casi todos, por los que devengan, como botellas onerosas, el sueldo parasitario correspondiente, etc. y etc., esa misma Iglesia Católica acaba de reafirmar que no tiene ningún compromiso nacional con la República Dominicana y más bien reafirma que ella, la Iglesia Católica, hace y hará aquí lo que le venga en gana y como se le ocurra, por no decir exactamente con palabras lo que estos energúmenos parasitarios ensotanados en realidad dicen. Cuando nosotros leemos en la prensa amarilla a personas como Leyla Roldán en una actitud crítica frente a la falsedad, por ejemplo, de la Judicatura, y en particular de la Suprema Corte de Justicia, pero en tanto guardando un silencio tan sospechoso ante la Iglesia Católica, que es la que tiene el control de la Suprema Corte y en particular de la Judicatura seudo-nacional, ciertamente que no sabemos si apreciar a esas personas como ingenuas, como inconsecuentes o como simples fariseos símbolos de la hipocresía. Esta Iglesia parásita y anti-dominicana proclama que busca establecer el reino de su deidad imaginaria que llaman dios, del que el mismo Papa, Pío XII repetía la máxima voltariana de que “si no existiera habría que crearlo” (Citado de la recopilación alemana, Pensamientos del Papa Sagrado, Francfort, 1956). Esa Iglesia Católica, desde y a través de la Diócesis de San Pedro de Macorís, está proclamando que ella es ante todo y sobre todo anti-dominicana y pro-haitiana, al mismo tiempo que es parásita y peor que una sanguijuela, o más bien la encarnación de la leyenda de los vampiros que viven de sangre humana, en este caso, chupándole la sangre a los dominicanos. Y por igual, para que no le quepa la menor duda a nadie, que es una Iglesia para servir la haitianización de la República Dominicana, por lo que le pagan sus socios esclavistas y recolonizadores de la Unión Europea y de los EE.UU. y Canadá. Para dárselas de muy fieles a su Iglesia, los fascinerosos e inescrupulosos que forman la llamada Pastoral Social y alumnos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica citan hasta las basuras, a todas luces falsificadas, con que, inescrupulosa y gangsterilmente, estos rufianes católicos cristianos falsifican y adulteran los llamados textos sagrados del judaísmo, como sería el caso del Deuteronomio, cuya leyenda mágico-religiosa dataría de casi 3,000 años antes de esta Era, y que su primera redacción correspondería al siglo VI-V antes de la Era actual, que empieza con la proclamación por Augusto César del Imperio Romano en el año 28 antes de esta Era o actual, como sería también correcto decir, o sea, el año 1 de la Era actual por el escriba Ezra, luego de ser liberado del cautiverio que los judíos padecían en Babilonia en el año 538 antes de la Era actual, después de un cautiverio de más de un siglo. Y como lo dice en el llamado Viejo Testamento, Ezra fue financiado y respaldado en oro, militar y culturalmente, por el Emperador del reino persa Artajerjes o Darío I. Y así tienen los timbales de estafadores y perversos eunucos mentales que ponen de manifiesto, o su crasa estupidez, o su infame condición de perversos imbéciles, al pretender que en ese Deuteronomio ya se conocían y se contemplaban las relaciones capital-trabajo o burgueses y obreros, cosas insólitas, y que si hay un texto del Deuteronomio que en la actualidad haga referencia a pago de jornalero, que son dos conceptos modernos y modernísimos, ello es sólo prueba de la falsificación y labor de adulteración en la que nunca cesan sus actividades los católicos y cristianos de unos y otros bandos. Pero al preconizar que buscan establecer el reino de su deidad en los bateyes de la región Este de la República Dominicana, creando enclaves de haitianos que en un futuro próximo embestirán en contra de la nación dominicana y citando el adefesio perverso que es la encíclica Rerum Novarum, se les debe mencionar que su autor León XIII elaboró aquello sólo en busca de garantizar la perpetuación de la esclavitud asalariada, y que en dicha encíclica dejó sentado, clara y contundentemente, cuando expresaba que la miseria y la pobreza eran frutos de la vida pecaminosa de los hombres y nunca terminarían, lo siguiente: “pues las consecuencias del pecado son pesadas y amargas y perseguirán a los hombres hasta el fin de sus días. Por eso deberán mantenerse eternamente en la resignación y la pobreza, y ningún experimento, fuerza o medio les permitirá eliminar estos padecimientos. Los hombres que afirman poder lograrlo y prometen a las masas indigentes liberarlas del sufrimiento y la pobreza y construirles una vida placentera y cómoda, no hacen más que seducirlas y engañarlas...” (León XIII, Rerum Novarum, Págs. 22 y 23 de la edición que descansa en nuestro poder). O bien, ya que les gusta dárselas de apegados a ultranza a la Doctrina Social, expresada básicamente a través de los papas más sinuosos y no menos perversos, veamos lo que al respecto dice Juan XXIII, el sucesor del Papa de Hitler, Pío XII, en su primera Encíclica, que fue la llamada Ad Petri Cathedram: “Aquel que se atreva a negar la necesidad de las diferencias sociales de clase se opone o se rebela contra el propio ordenamiento de la naturaleza”. Pero es evidente que tanto la pandilla de antinacionales parásitos del obispo Ozoria como de Hartley, son un atajo de perversos que desconocen hasta de a quién corresponde una Encíclica y qué dice un despótico Emperador y que dice el otro, lo cual es común a los miserables mercenarios de “Clave Digital” que dirige el camaleónico, igual que todo católico-cristiano de vínculos con ciertos personajes y departamentos de los EE.UU., Fausto del Rosario Adames, cuando en su espuria labor afirmara que la encíclica Quadragesimo Anno, que sería la de 40 años después de publicada la Rerum Novarum es del Papa Pío X, que fue Emperador despótico del catolicismo del 1903 al 1914. La Quadragesimo Anno es de Pío XI, o más conocido como el Papa de Mussolini y del fascismo, y corresponde al 1931, después del Pacto de Letrán con el Duce autorizando a crear el Estado Vaticano, fecha en que los huesos infames del Emperador despótico Papa Pío X ya habían sido devorados por los gusanos.
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