Declaración del flamante Leonel Fernández de que la educación es antídoto contra la pobreza es maniobra fraudulenta para seguir despojando a la población en beneficio de la oscurantista y parasitaria Iglesia Católica

 

Cuando el flamante, flagrante e in fraganti Presidente del Poder Ejecutivo del Pálido-pelegato concurre a Sabana de la Mar en días pasados y suelta uno de sus acostumbrados disparates, de que la pobreza, en los tiempos actuales, sólo tiene como antídoto o correctivo la educación, no sabemos definitivamente cómo seguir juzgando a este personaje que sufre de permanente glosolalia, puesto que evidentemente no tiene más que conocimientos superficiales de las cosas, que al parecer le han llegado de oídas, o a través de las definiciones que da el Internet de las computadoras, ya que es cada vez más simplista y elemental, puesto que asignarle a la educación el papel de antídoto para la pobreza es, real y efectivamente, un disparate tan grande como la distancia que hay de aquí al sol.

La educación, por su misma definición, es un resultado de la sociedad, que a su vez descansa en las relaciones sociales de producción, de tal manera, que cada régimen político posee una plataforma educativa.

La posee el esclavismo, en el que la escuela prácticamente es la sociedad.

Lo mismo que en el feudalismo, donde la escuela es prácticamente patrimonio exclusivo de los círculos de la Iglesia Católica, de la iglesia cristiana.

En el capitalismo, la educación es una institución de la superestructura social, y que tiene metas bien definidas, como es, la defensa del régimen capitalista, la previsión de todo intento del cuestionamiento a dicho régimen, así como también la creación de las condiciones sociales e ideológicas para que todo desafío, o todo intento por el desplazamiento de esta sociedad, sea reprimido por medio de la violencia.

Esas son las tres funciones de la educación.

De ahí que cuando Leonel Fernández afirme que la educación es, hoy por hoy, el último recurso o el principal recurso para contrarrestar la pobreza, esté diciendo, simple y llanamente, un disparate.

Se trata de otra de las tantas maniobras que vive elucubrando y poniendo en práctica este sujeto, con la finalidad de mantener en pie el régimen de dominio imperialista y sobre todo, el yugo oscurantista de la Iglesia Católica, a la que hoy en día se ha entregado en cuerpo y alma, demostrando que es, él mismo, no más que un infeliz hipócrita.

Hablar de educación y al mismo tiempo actuar para que la educación siga como patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica y del cristianismo, con todos sus disparates, con todas sus supercherías y supersticiones, negando el papel de la ciencia, como se manifiesta actualmente en el caso de la necesidad de impartir educación sexual en base a la biología y lo que ésta consigna respecto a las relaciones sexuales, así como negar la necesidad de fundamentar la moral y la ética sexual en base a los postulados y conocimientos que aporta la ciencia de la biología, que ha alcanzado una dimensión como ninguna otra en estos tiempos en que se conoce el genoma humano, es sencillamente, demostrar que se es un hipócrita y que se es un sujeto de una composición orgánica y mental corrompida, en la que no puede florecer y desarrollarse el árbol de la honestidad ni el árbol de la coherencia y la honradez intelectuales imprescindibles para tener una posición sincera y honesta que le abra camino a la verdad.

Para lograr la educación de la población pobre en este país es necesario, ante todo, que se produzca una revolución que transforme de manera radical todas las estructuras de poder económico, social, político, militar, cultural y que el Poder refleje los intereses de las masas populares trabajadoras, así como también de las fuerzas intelectuales que visualizan y luchan por un mundo sin explotación, sin ignorancia ni hambre.

Sólo en la lucha en contra del sistema de dominación imperialista, en lucha contra la ignorancia y el oscurantismo que impone la falacia religiosa cristiana y en particular la perversa, criminal y genocida Iglesia Católica, así como las sectas cristianas, se podrá alcanzar en este país y en cualquiera avanzar, peldaño tras peldaño, en la lucha contra la pobreza, la cual es generada, permanente y constantemente, por el régimen capitalista de explotación y opresión, el cual tiene una fuente permanente en el neoliberalismo y la globalización, de los que Leonel Antonio Fernández Reyna es un sumiso pelele, si no un sacerdote. Decir que la educación es un antídoto para la pobreza es sencillamente una barrabasada.

Leonel Antonio Fernández Reyna cada vez sabe menos de lo que habla y cada vez se respeta menos a sí mismo, así como respeta cada vez menos su endeble constitución intelectual, la cual viene demostrando carece de todo fundamento y de toda sustancia.

Simple y llanamente, lo único que Leonel sabe hacer bien es ser un lacayo incondicional de los monopolios, sumiso, genuflexo, entreguista, antinacional y anti-popular. Después, Leonel Fernández realmente no es más que un analfabeto funcional.

Leonel Antonio Fernández Reyna es realmente un semi-analfabeto que se conforma con su condición de semi-analfabeto cultural e intelectual, que solamente está apto, en base a los conocimientos elementalísimos y aún más superficiales que posee, para urdir patrañas e intrigas, tendentes, por medio de la demagogia, a reforzar las formas más bestiales de opresión y explotación y engaño de las masas populares y del país.

No es posible ni siquiera llevar la educación actual a las grandes masas populares y a sus hijos si previamente la educación no se quita de manos de la Iglesia Católica, ante la que Leonel, en un acto infame, hoy está arrodillado de manera francamente nauseabunda.

Y no es posible arrebatarle la educación a la Iglesia Católica, de la cual vive y con la cual degrada al país y al pueblo, en tanto el Estado dominicano esté supeditado a la Iglesia Católica por medio del Concordato.

Y aún peor, resulta una verdadera monstruosidad formular que se pueda alcanzar la educación del país y de las masas, de los hijos de la gente en República Dominicana, mientras la educación esté en manos de quienes niegan la ciencia, de quienes niegan la cultura, y pretenden circunscribir la vida y contrarrestar los avances de la ciencia y de la cultura, en base a ese documento absurdo, salvaje, primitivo, sanguinario, supersticioso, que es la Biblia, en sus dos partes, el viejo testamento judaico o mosaico, y el llamado neotestamentario compuesto por los cuatro evangelios canónicos, más las cartas y tantas otras invenciones que le atribuyen a ese delincuente que fue Pablo de Tarso.

Por tanto, real y efectivamente, nosotros insistimos que cada formulación de Leonel Fernández es una nueva ofensa a la cultura y un nuevo eslabón para fortalecer la cadena de la esclavitud espiritual y material del pueblo dominicano.

Leonel Antonio Fernández Reyna requiere ser enfrentado por todo el pueblo y por todas las fuerzas progresistas, prácticamente en la misma forma en la que el mitológico Ulises enfrentó a las sirenas luego de la Guerra de Troya: tapándose los oídos con tapones que contrarresten sus cantos de sirena demagógicos y emprender de manera decisiva la lucha y el desenmascaramiento, sin ningún interés en conciliación ni en entendimiento con un verdadero representante del más abyecto y criminal dominio de los capitales extranjeros. Dominio que él emplea para su enriquecimiento personal y para el enriquecimiento de su pandilla de saqueadores y delincuentes que usurpan el dominio del Estado dominicano.

 

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