El vendaval de críticas que en forma destemplada formulan las embajadoras de Francia y España, junto al de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no tienen otro objetivo que, mediante el chantaje, acorralar al irresponsable e inconsecuente gobiernucho de Leonel Fernández, para que les sigan entregando las riquezas nacionales

 

Después de que durante los últimos 10 años los palidistas pelegatos y gobiernistas se mantuvieran aplaudiendo y respaldando las sistemáticas pero cada vez más audaces injerencias que, como intrusos, efectúan los diplomáticos embajadores de los EE.UU. y de la Unión Europea, los dos bandos imperialistas que pujan entre sí para descuartizar a la RD y repartírsela, ahora protestan los palidistas pelegatos gobiernistas cuando las acciones indecentes de las embajadoras de Francia y España respectivamente, hacen un dúo para ofrecer un pésimo y deplorable espectáculo contra el país nuestro, consignándolo como desconfiable para la inversión extranjera, debido a la falta de lo que llaman garantías jurídicas.

En verdad este argumento no es más que una coartada, y bien cabe afirmar que es el viejo recurso de fingir que se apunta a un blanco para dispararle a otro. Leyes hay de sobra, pero es que la ambición de las fuerzas recolonizadoras y esclavizantes de los monopolios norteamericanos y de los países europeos es descomunal y cada vez mayor, y mientras más les dan, más quieren.

Lo que resulta es que con los países imperio-capitalistas, particularmente con los EE.UU. y los de la Unión Europea, es difícil relacionarse sin quedar atrapados en sus redes de saqueadores y depredadores internacionales.

Los monopolios norteamericanos y los europeos, con la bendición de su instrumento de sometimiento por medio del envilecimiento que da la religión cristiana, que encarna la Iglesia Católica-Vaticano, no vienen al país a desarrollar ni a fomentar empresas productivas, sino a robarse nuestras riquezas nacionales, y sus representantes no opinan ni piensan cómo aportar a la solución de nuestros problemas, sino cómo agravar éstos para que, por desesperación, la República Dominicana acceda a entregárseles.

Por ello, el vendabal de críticas que en forma destemplada formulan estas embajadoras de Francia y España, respaldadas, como es natural, por el de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -y búsquense los vínculos de éste y verán con lo que se encontrarán- no tienen otro objetivo que, mediante el chantaje, acorralar al irresponsable e inconsecuente gobiernucho de Leonel Antonio Fernández Reyna, cuyos funcionarios, empezando por el mismo Presidente, son huérfanos de concepto sobre dignidad y soberanía nacionales, siendo su única preocupación, en cambio, cómo valerse de estar al frente del Estado para fomentar y consolidar sus patrimonios personales de riquezas acumuladas, una buena parte de las cuales ya operan como capitales aliados a monopolios extranjeros, como se puede comprobar con los hechos y transacciones turísticas ocurridas en las apetecidas zonas de Samaná y Puerto Plata, donde ocurren las más espectaculares y turbias transacciones de toda índole que vinculan directamente al Presidente de la República, al Secretario de Turismo, Felucho Jiménez, al Director Ejecutivo de la CAASD, al Secretario de Obras Públicas, Freddy Pérez, en coordinación con los turbios capitales negreros de los Hazoury de Cap Cana, Gustavo Cisneros -gángster venezolano agente del espionaje norteamericano-, Carlos Andrés Pérez (que no necesita presentación) y del presunto candidato opositor por el Perrodé Miguel Vargas Maldonado.

El chantaje y lo que se encuentra de por medio en las declaraciones de las embajadoras de Francia y España y Fabianci, de la herramienta diplomática de los EE.UU., la Organización de Naciones Unidas (ONU), consiste en que el gobierno acceda, ahora dentro de la proyectada Reforma Constitucional que Leonel Antonio Fernández Reyna auspicia, a que se consagre el otorgamiento, bajo cualquier forma, de la nacionalidad dominicana a los ilegales haitianos, y a todos los que detrás de ellos vendrán, que si sumamos los 3 millones aquí ya presentes, con los otros 3 ó 4 millones más, serían 7 millones, y de los dominicanos no quedaría ni traza o paja de coco.

Lo más cínico y paradójico de todo esto es que en España, Francia e Italia se han adoptado y se siguen adoptando medidas más rigurosas de control de la migración tercermundista.

Eso se cuela a las claras de las palabras de la Embajadora de Francia cuando afirma, culpando al país nuestro, que los haitianos usan a la República Dominicana -donde reconoce que no los quieren- para irse a las viejas colonias francesas de ultramar, y su objetivo, el de la francesa, es ante todo que, con tal de liberar a Francia de esos problemas, aquí terminemos aceptando la creciente presencia haitiana aunque no la queramos, pero en el fondo está de por medio la mano de obra esclava, o casi esclava, que como buenos y excelentes cristianos, católicos o protestantes, es lo que les gusta.

Resalta y resulta curioso pues, que sucesivamente, en los últimos días, apareciera en la prensa comercial y venal, apéndice de la Iglesia Católica-Opus Dei, como lo es el “Hoy”, una información dando cuenta de que en un sospechoso paraje de Noruega se efectúan negociaciones para resolver los problemas de la migración ilegal haitiana hacia la República Dominicana, en tanto que el Canciller de la República Dominicana, que es el protagonista de un carnaval de visas diplomáticas vendidas como parte de un jugoso negocio mafioso de trata de blancas, que está en los precarios tribunales de justicia de la República Dominicana, le salió casi inmediatamente al paso a aquella información, dizque esclareciendo que las autoridades de su gobierno pelele, que encabeza Leonel Antonio Fernández Reyna, no han solicitado mediación de nadie, y que tienen acordado un plan para encarar esos problemas, y que el programa a cumplir (que bien da cuenta de los tortuosos caminos a recorrer en perjuicio de República Dominicana) se agotará en la isla que comparten, cada quien en su sitio, la República Dominicana y Haití.

La conclusión a que empujan todos estos pormenores, es que el gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna y sus pálidos-pelegatos, lejos de tener un brillante futuro, al derrumbársele tanto su engaño del crecimiento económico como su demagogia de respeto del Estado de Derecho, una vez que impone el Estado de Sitio, toque de queda, ley seca y transgresiones de las libertades individuales consagradas en la Constitución, es cada vez más víctima de sus propias trampas, pues tiene enfrente a una población que no ha recibido ninguna solución favorable a sus problemas, y ya sus funcionarios financieros aseguran que hay que crear más impuestos para cubrir un déficit de 170 mil millones del Banco Central, así como eliminar los subsidios que, en forma tambaleante, el gobierno mantiene al gas de cocina y a la electricidad para los pobres.

 

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