LA MUERTE SIN CASTIGO DE LA HIENA SANGUINARIA PINOCHET FF.AA. y Policía chilena, en íntima vinculación con la Iglesia Católica-Vaticano, son los mecanismos reaccionarios de que se valieron, tanto la burguesía parasitaria como los consorcios imperio-monopolistas de los EE.UU. para impedir que Augusto Pinochet Ugarte fuera juzgado y condenado
La muerte del dictador, ladrón, asesino y cobarde, lacayo a los monopolios imperio-capitalistas como todo lumpen del cuerpo de las milicias de condotieros, Augusto Pinochet Ugarte, de Chile, católico de primera línea y obediente, como todo vaticanista, al nacional catolicismo (alma y espíritu del nazi-fascismo de Hitler, Mussolini y Francisco Franco, igual que de todos y cada uno de los monstruosos tiranos y dictadores de América Latina del siglo XIX, con la excepción de Porfirio Díaz en México, que la suya era la dictadura de los científicos positivistas), ha puesto de relieve una vez más que la lucha por la justicia y el castigo a los verdugos de los pueblos y traidores anti-nacionales de nuestros países, sólo es factible de alcanzarse con el triunfo de la revolución social, sin la que no cabe hablar de revolución política, aserto éste erigido en principio del materialismo histórico de Marx y Engels, reafirmado por todas y cada una de las vicisitudes históricas acaecidas desde el siglo XIX hasta nuestros días. Como el chacal traidor e hiena asesina, Augusto Pinochet Ugarte, fue el resultado de la confabulación y activismo recalcitrante de la parasitaria Iglesia Católica-Vaticano en Chile, de los monopolios y gobiernos reaccionarios imperialistas norteamericanos, así como de las mercenarias y lúmpenes FF.AA. y policía (Carabineros) de Chile, lo mismo que de la oligarquía retardataria chilena (allí conocida como “Las Momias”, para resaltar con ese nombre su condición de rémora odiosa de un lejano pasado, el que se aferran, como aquí, por prolongar), y son todos estos círculos de explotadores y parásitos los que controlan las superestructuras de la sociedad chilena (cuya desarticulación y no otra cosa es la primera meta a alcanzar por el proceso histórico y la revolución social de Chile), ni Augusto Pinochet Ugarte ni su camarilla criminal han logrado ser castigados, como justamente se requiere. Pero básicamente las FF.AA. y la Policía chilena, en íntima vinculación con la Iglesia Católica-Vaticano, a través de su estructura nativa e internacional, son los mecanismos reaccionarios de que se valieron, tanto los burgueses parasitarios como los consorcios imperio-monopolistas de los EE.UU., para impedir que Augusto Pinochet Ugarte fuera juzgado y condenado en los tribunales de Justicia imperantes, una vez que los jueces y el llamado Ministerio Público en Chile (igual que como acontece aquí en nuestro país), son partes activas del sistema de explotación y opresión imperante, como en sí mismos representan formas del parasitismo social, igual que la Iglesia Católica y sus legiones de sacerdotes y reales hechiceros, como lo son por igual los evangélicos, los testigos de Jehová y los mormones, o bien las FF.AA. y los policías, con sus legiones de personajes improductivos que viven a costa de la sociedad y que, para que mantengan sometida la población a los designios e intereses exclusivos de los explotadores, reciben una paga, igual que innúmeros privilegios de parte de las clases dominantes, a través de su Estado opresor, quiérase éste pintar de democrático o acepte a la franca su condición dictatorial. La población chilena, a pesar de todas esas estructuras coercitivas y de chantajes, así como de la sistemática represión criminal desplegada en su contra, jamás se doblegó ante la bestial hiena y chacal inhumano, Augusto Pinochet Ugarte que, como creatura criminal, fue hasta aún después de muerto, apoyado, secundado y respaldado por la Iglesia Católica-Vaticano y el imperialismo norteamericano, a través de los gobiernos de Reagan como los de los Bush, igual que los de los llamados demócratas, un verdadero atajo de hipócritas reaccionarios expoliadores que gustan pintarse de mansas ovejas. ¿Por qué esa oscura y repugnante coincidencia que se repite con carácter permanente y constante entre la Iglesia Católica-Vaticano, las sectas evangélicas cristianas, las FF.AA. y policiales, tribunales de justicia, jueces y fiscales que, como se puede ver en nuestro país, es una situación idéntica aquí, como en Chile? El reaccionarismo, que se reproduce en capas sociales de la población como conformismo, resulta incentivado y promovido por la religión cristiana bajo todas sus connotaciones y formas. La raíz y la causa de todo esto es que, como lo demuestra y acepta el mismo creador de la ciencia de la economía política (la que aún merece llamarse como ciencia y no la apologética que la burguesía y sus ideólogos quieren colocar en su lugar) Adam Smith, tanto los sacerdotes católicos como los pastores y llamados reverendos evangélicos o protestantes, igual que los ejércitos, FF.AA. y cuerpos policiales, son los sectores directamente improductivos de la sociedad en el régimen capitalista, por lo que su desenvolvimiento, satisfaciendo todas y cada una de sus necesidades, adquiere obligatoriamente un carácter sencilla y francamente parasitario, por vivir a costa de la sociedad y de la población laboriosa que trabaja. Cuando se sustenta este transparente y científico punto de vista, los agentes activos o resentidos de esos espurios intereses, casi siempre revestidos de una religiosidad cristiana equivalente a la peor de las hipocresías, sólo aciertan a darle riendas sueltas a sus obcecadas aberraciones, fosilizadas en su mente como su ideología, y a afirmar, preguntando: ¿Entonces, un capitalista, como Pepín Corripio, es un vago que no trabaja? ¿O un cura o un pastor que tiene, como Agripino Núñez o el Cardenal del diablo la Ucamaima, la Tomás de Aquino, Utesa, Intec y más de 500 colegios, amén de la Plaza de la Salud, no trabajan? ¿O los militares y policías que hacen servicios cuidando la propiedad privada y evitando que las gentes les roben a los demás, son vagos, no trabajan? Y efectivamente, como se puede apreciar en las pretendidas objeciones al punto de vista de colocarlos como el cuerpo muerto de la producción, ninguno de estos sectores despliega una actividad que cree nuevos valores o riquezas, transformando con su actividad una materia prima -digamos- que original, sino que la actividad que despliegan está dirigida a apropiarse o facilitar su apropiación por parte de la burguesía, de las riquezas y bienes generados con el trabajo social productivo de los otros. La actividad del capitalista, como ese Opus Dei Pepín Corripio, si no los Brugal o los Bermúdez, si no los León o los de los monopolios como Verizon, igual que la de los bancos, es apropiarse de las riquezas que otros crean con su actividad de transformación de la materia prima, que es a lo que se llama realmente trabajo, y de ahí la pregunta nuestra a esos amaestrados y sabihondos justificadores de la explotación y del parasitismo: ¿Cabe decir que los que disponen mecanismos para sacarle a otro el fruto del trabajo para ellos apropiárselo, bajo la forma de plusvalía que, expresada en dinero, es a lo que se llama ganancia y que consiste, como lo demuestra Marx, en el tiempo de trabajo dejado de pagar al trabajador (pues la ganancia del capitalista es tiempo de trabajo que no se la ha remunerado al trabajador), realizan algún trabajo? En realidad eso no es trabajar, sino desplegar una ociosa actividad parasitaria. El concepto parásito se refiere a un ser vivo que se nutre y garantiza su existencia a costa de otro cuerpo en el que se enquista y en el cual crea su habitat. Pero la nutrición del parásito a costa del cuerpo del que parasita se hace mediante una actividad parasitaria de succión, no de producción. Precisamente, esa es la diferencia entre capital y trabajo, señores. El capital es el que extrae plusvalía del trabajo ajeno. Y los capitalistas y sus monopolios, es tanta la plusvalía que extraen de los pueblos y naciones, que una parte de esas descomunales ganancias las destinan a engrosas los fondos de las iglesias, de los ejércitos, FF.AA. y policía, como de jueces y tribunales, lo mismo que de los faranduleros y toda suerte de otros parásitos, cuyas actividades se centran en justificar y proteger al régimen imperante. Los socialdemócratas (autodenominados socialistas) de Chile, en verdad seudo socialistas, como la actual Presidente Bachelet y su antecesor Lagos, han capitulado en toda la línea, y empezaron a hacerlo en el momento en que pactaron con la Iglesia Católica-Vaticano y el imperialismo norteamericano para alcanzar el gobierno, ya que el Poder del Estado sigue en manos de los pinochetistas, y por ello el archi-criminal Pinochet no pudo ser castigado en vida. Lo de Chile es un espejo en el que debemos, cada día que llega, vernos reflejados los dominicanos, y sobre todo los revolucionarios y los socialistas o comunistas en particular, puesto que nada que signifique proteger a esos grupos parasitarios, como los de la Iglesia Católica-Vaticano, el maldito Cardenal métesentodo y recalcitrante personaje, puede ser pactado ni aceptado. La autodeterminación del pueblo y la soberanía nacional jamás se negocian.
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