QUE ES EL CONCORDATO

21-09-2007

 

Cualquier persona dentro del conglomerado de ciudadanos criollos ya ha tenido que haberse inquietado y despabilado su curiosidad por saber ¿qué es un Concordato en general? Así como ¿qué es el Concordato firmado entre el dictador Trujillo y el Vaticano-Papado o la Iglesia Católica, Apostólica y Romana?

Y una vez que haya tenido las correspondientes respuestas en forma certera y concreta, de seguro que su curiosidad, que es la partera de la duda (del famoso cogito ergo sum, del pienso (luego) por tanto existo de Renato Descartes), ante esa persona surgirá como meta conocer el proceso seguido para la obsesiva demanda a escala mundial de la firma de Concordatos, de parte de la Iglesia Católica-Papado y Vaticano con los Estados nacionales, lo de Papado primeramente -esto hasta el 1929 en que Mussolini, el sanguinario dictador nazi-fascista italiano efectúa el Pacto de Letrán entre él y el Papa Pío XI, donde acuerdan crear un llamado Estado Vaticano, que no se cimenta ni sustenta en una nación ni posee una población propia, sino que es más bien una entelequia, como una ciudad creada de chatarras de naves perdidas en el espacio, pero que tendrá como medio de su sustento el parasitismo más atroz de dicho Estado Vaticano representativo de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana sobre los pueblos y Estados con los que logren diligenciar y obtener los susodichos Concordatos-; desde el 1929, tras Mussolini haber creado, con la inescrupulosidad peculiar de su condición de hiena prostituida de dos patas, el Estado Vaticano, pues, los Concordatos de la Iglesia Católica con los Estados nacionales serían entre el Estado Vaticano (Iglesia Católica, Apostólica y Romana), de un lado y del otro lado el Estado o la República correspondiente.

El primer Concordato firmado entre un Estado nacional, como era Italia, y el Vaticano, fue precisamente el Concordato del Duce fascista, sanguinario y depredador Benito Mussolini con el nombrado Ambrogio Damiano Achille Ratti, que se encubre bajo el seudónimo o alias de la superstición católica cristiana de Papa Pío XI o Pontífice, que significaría algo así como máxima figura supersticiosa a la que sus legiones oscurantistas y supersticiosas, seducidas por los engaños y falacias imaginarios y fantásticos, deben obediencia ciega y absoluta.

Los Concordatos, o El Concordato, tomado en sentido genérico o general, no es otra cosa que el acuerdo leonino firmado o acordado entre un dictador, tirano o sátrapa que usurpa la representación del Estado nacional al que pertenece, de un lado, y del otro, hoy día El Vaticano, representado por el emperador de los emperadores, que son a su vez los reyes de reyes, que es lo que les correspondería, según la definición que de la condición de Papa se esmera en dar el Papa Inocencio III, quien se jactaba, cimbreándose en el estercolero de su irónico cinismo y decía:

“El Papa es Vicario de Jesucristo, sucesor de Pedro, Cristo del Señor, dios del Faraón (léase bien, dios del Faraón, el emperador, dios del emperador), más acá de dios, más allá del hombre, menos que dios, mayor que el hombre”.

Según su contenido, todos los Concordatos de la época actual, incluido el tan cuestionado de España, cuya población desesperado clama con el alma saliéndosele por la boca que se le ponga fin ya ¡por dios!, son contratos leoninos en los que el Estado Nacional usurpado por el dictador, tirano o sátrapa como Trujillo (instrumento infernal entregado a la Iglesia Católica), que era todo eso y mucho más, aporta toda fuente de financiamiento de la empresa en sus tareas comerciales, cubre todos los costos, facilidades de enriquecimiento y acumulo de patrimonio para la Iglesia Católica y el personal jerárquico suyo de cardenales, obispos,  monseñores y nuncios, como de los sacerdotes castrenses que ostentan elevados rangos dentro de la Policía y las FF.AA. o represivas del Estado de que se trate, mientras que el llamado Estado Vaticano o Estado chatarra y parasitario, no aporta absolutamente nada beneficioso ni concreto en términos de riquezas, bienes materiales ni mucho menos de los órdenes morales, espirituales, intelectuales ni artísticos ni a la población del Estado nacional ni a que éste asuma un carácter libre, soberano ni independiente, imposibilitándole así acceder, o sea, llegar a ser, un Estado Democrático de Derecho.

Un Concordato no es otra cosa que la escenificación del pocker cínico entre un potentado de riquezas inconmensurables, por un lado, y por el otro el vicioso mendigo exponente del arquetipo del hombre lleno de miserias. Ahí solamente puede haber un solo y único ganador.

Es que la Iglesia Católica-Vaticano, una vez obtenido el Concordato, tiene las manos libres para respaldar los más grandes crímenes y monstruosidades contra la población que el dictador, sátrapa o tirano ha burlado al pactar con el Vaticano el Concordato.

Pero al mismo tiempo que la Iglesia Católica-Vaticano ha obtenido una mina de oro inagotable que hará desviar torrentes de millones de dinero hacia el seno de la Iglesia Católica-Vaticano, en este Estado nacional la población se ve hundida en la más extrema indigencia, miseria, pobreza, huérfana de protección, desterradas sus esperanzas de mejoras concretas en su perra existencia, signada fatalmente por las calamidades y sufrimientos inigualables. Esas poblaciones sólo reciben el cínico consuelo de no preocuparse, que los ricos y pudientes no llegarán al reino del paraíso de su dios o Jesucristo después de muertos, sino sólo ellos, ya que el reino de su dios es de los pobres. Esa población, que carece de vivienda, de alimento, ropa (en lugar de lo que obtiene andrajos), carente de medicina para contrarrestar el ataque despiadado de enfermedades: gripe, diarreas, sarnas, anemia, sin hospitales y sin acceso a médicos, etc., recibe de la Iglesia Católica-Vaticano la voz consoladora de que eso es una prueba que su dios Jesucristo le impone para comprobar su fe y confianza en él. Que sean valientes, que después de muertos, alcanzarán el reino.

El contrato leonino llamado Concordato entre el dictador, tirano, sátrapa, ladrón, criminal, degenerado y depravado, el primer católico y el más anti-comunista de América, al que la Iglesia Católica-Vaticano prometiera, por medio de voces sibilinas y siniestros cantos de sirena emanados de las oscuridades lúgubres y crueles del seno de la sagrada Iglesia Católica, para seducirlo, designarlo como Benefactor de la Iglesia Católica-Vaticanista, además de Padre y Benefactor de la Patria Nueva, es exactamente leonino, una vez que la Iglesia Católica-Vaticano recibe cuantos privilegios la humanidad y países se puedan imaginar y se puedan crear por iniciativa del parasitismo supersticioso, hechicero y religioso, como en efecto ha sucedido desde que ese Concordato fuera firmado en 1954 hasta la fecha, en tanto el país, la nación dominicana y el pueblo, la población, no ha conocido el primer atisbo de beneficio desde el seno de esa nefasta institución mágico-religiosa, que no sea ser declarados país-Estado-población como país-Estado-población interdictos, sobre los que se instituye con presunción de dictadura vitalicia un fideicomiso, esto es, tal cual lo definen los diccionarios tanto de la Lengua Española como los jurídicos y políticos.

Veamos, pues, con todo detalle y la máxima precisión este asunto.

Interdicto, según el Diccionario Político-social de Hernando Calleja.- “Del latín interdictum. Pena eclesiástica impuesta por el Sumo Pontífice, por la cual un determinado número de fieles queda privado de algún sacramento. En Derecho procesal se denomina interdicto a todo juicio sumario en el cual no se ventila el derecho de propiedad, sino el hecho de la perturbación de la posesión. En Derecho canónico es interdicto quien está sometido a la pena de interdicción”.

El término del derecho canónico pasa al derecho -digamos que- mundano o secular, y, en efecto, en el Diccionario Larousse, que es elaborado por la Iglesia Católica-Vaticano a través de una de sus tantas empresas-negocios de imprenta, que es la especialidad de la orden salesiana, de la interdicción se dice lo siguiente:

“Interdicción. Prohibición, la acción de prohibir alguna cosa; la interdicción de un comercio. Restricción de los derechos de una persona o institución por un delito (interdicción penal), o por ser menor de edad, loco o imbécil, sordomudo o pródigo (interdicción civil)”.

No vamos a citar el Diccionario de la Real Academia Española por el hecho de que no aporta nada nuevo que no sea imprecisión y crear confusión, lo cual no es nuestro objetivo, y sólo beneficia al enemigo y su parasitismo social, que es nuestro deliberado blanco u objetivo.

Precisa y exactamente, con el leonino Concordato del dictador Trujillo y Eugenio Pacelli, mejor conocido por el alias el Papa nazi-fascista de Hitler o Pío XII, se declara e impone no otra cosa que una virtual y eventual o práctica de hecho interdicción al país-pueblo-Estado dominicanos, según la cual y por medio de ese adefesio unilateral del leonino Concordato de marras, se le imponen la condición de la interdicción civil, pero debe tomarse en cuenta que en general, en Derecho Civil, la interdicción es sinónimo de la capitidiminutio impuesta al menor por razón de edad; pero que al loco, al imbécil, por razón y discernimiento, así como también al mendigo, se les impone, y esto es interdicción civil, pero, además, y esto es lo principal sobre el Estado-país-población dominicanos, el leonino Concordato parasitario actual que pesa sobre nosotros, impone la pena de interdicción penal que, según el Derecho Penal, contiene y encierra la idea y el principio de prohibir o vedar, según el cual se priva al condenado de determinados derechos esenciales, restringiéndosele su personalidad jurídica.

De ahí que, en los hechos, y teórica o formalmente, el Concordato que se nos impone con carácter rotunda y definitivamente ilegal, inconstitucional e ilegítimo, acarrea que sobre el Estado-país y pueblo dominicanos se imponga un fideicomiso con carácter vitalicio, como es preferencia de la Iglesia Católica, ya que es despótica, absolutista, autocrática, monárquica e imperial, contraria en forma absoluta a la democracia y en particular a toda práctica de la democracia y de los derechos democráticos por parte de Estados, países y pueblos.

Veamos con las mismas fuentes lo que es un fideicomiso y dígasenos si no es lo que nos depara el Concordato, reforzado y apuntalado por el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael.

Fideicomiso, según el Larousse, es donación testamentaria hecha a una persona o institución encargada de restituirla a otra persona o institución o ejecutar alguna voluntad del testador (el que hace o dicta el testamento). Pero el asunto del Concordato leonino que nos subyuga posee el agravante de que no posee fiducia, puesto que no hay garantía de parte del parasitismo divino de la Iglesia Católica-Vaticano, de que por su mente pase siquiera en sueños la idea de devolvernos nuestra soberanía y nuestra libertad estatal, lo cual queda en todas y cada una de las esferas de la actividad de la sociedad dominicana comprobado.

Es en razón de estas realidades y verdades irrefutables que el Concordato leonino del dictador Trujillo y la parasitaria como supersticiosa y oscurantista Iglesia Católica-Vaticano resulta inexcusable.

Pero antes de concluir, digamos que nos asiste totalmente la razón y la lógica con toda su exactitud científica y objetiva cuando afirmamos que el Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael en manos de la fatal Iglesia Católica, que es parte del Estado chatarra Vaticano significa la pérdida total de la autodeterminación del pueblo, y que sin esta autodeterminación quedamos huérfanos de democracia, viéndonos obligados por tales circunstancias a vivir desnudos y avergonzados, con una mano atrás y otra adelante para cubrir nuestros atributos, ya que el pueblo y su voluntad libre y soberana son la única fuente y garante de la democracia, todo lo cual es embestido y arrasado por ese adefesio leonino que es el Concordato del dictador Trujillo y el Papa de Hitler, Pío XII.

 

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