La propuesta reforma constitucional del disoluto Leonel… Reyna procura la disolución de la nación Dominicana ejecutando su papel en el esquema neoliberal imperialista Sustenta el absurdo de la familia como fundamento de la sociedad sacando dicha aberración del morral pestilente de la retardataria Iglesia Católica 17-07-2008
Del absurdo, pretendidamente elevado a un principio o enunciado constitucional, sólo media la falta de escrúpulos, de moral y de respeto por la lógica, lo racional y, precisamente, la conceptualización científica. Pero para el disoluto e inescrupuloso al estilo Alvaro Uribe y al de su patrón, el genocida George W. Bush, tal ejercicio se reduce y es sustituido por la verborrea y los embarres de inmundicias, empleados en función de viles coartadas para su desgraciado y vil desgobierno, criatura despreciable que se arrastra en forma tan infame como miserable a los pies de los peores enemigos del país y del pueblo. De esto es un ejemplo concreto lo que denunciamos de que, en dicho proyecto de disolución de la nación dominicana y del Estado dominicano, para de hecho proclamar la fusión con Haití y convertir nuestro territorio nacional en el pasto legal de las hordas haitianas, caracterizadas por su recalcitrante negación a ultranza de todo cuanto signifique civilización y que sólo conocen de la depredación y las bestialidades, pues no es otra su real idiosincrasia, acéptenlo o no, quieran o no reconocerlo así los depravados haitianófilos del patio, en dicho mamotreto, carente hasta de metodología, lo que se explica, por la finalidad espuria de dicho proyecto de Constitución del paria apátrida Leonel Antonio Reyna, sin necesidad de ninguna explicación, se proclama con carácter de constitucional que la familia es la base de la sociedad, acogiendo así una formulación de la irracional y oscurantista doctrina social de la Iglesia Católica y su llamada dizque ley divina natural, que es un monumento asqueroso de la escolástica esclavista feudal más rancia elaborada como una renovación de la primera usurpación del aristotelismo con todo su primitivismo reconcentrado de ignorancia. “La familia”, dicho así, entre comillas, que es, ciertamente, si no algo tan inasible y concreto, que si bien podría decirse con y cómo comienza, nadie puede afirmar qué función esencial dentro de la sociedad puede desempeñar que no sea como célula reproductiva de los seres humanos entre sí, para lo que podría desempeñar, y en ciertos casos lo hace, un papel de cuidados primarios y preparatorios para que los nuevos animalitos racionales puedan, gradual e inevitablemente, insertarse en la sociedad y participar de su dinámica con el menor contratiempo traumático posible para dichas criaturas de los “zoon politikon”, esto es, de los animales sociales que somos los seres racionales o humanos; pero de ahí a erigirla en base de la sociedad, eso es equivalente a erigir las actividades sexuales reproductivas en la meta principal del hombre y la mujer en la sociedad, o bien, erigir las actividades de sexo reproductivo en una actividad de primer y más importante orden, que atañe a la supervivencia y continuidad de la sociedad, a todas luces se trata de una aberración, y lo peor de todo es que la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo, centro comprobado de las aberraciones y enajenaciones sexuales del hombre y la mujer, son los que salen con semejante imbecilidad, que acoge, dado su intrínseca naturaleza disoluta y deformada, el señor Leonel Antonio Reyna, naturaleza que es galvanizada con su profunda ignorancia por falta de formación en todos los terrenos de la sana actividad de la sociedad humana. La base de la sociedad dominicana, como de cualquier sociedad del mundo y de todo Estado nacional y multi-nacional, son las actividades productivas y las anexas que despliegan los ciudadanos, en todas las esferas de la actividad económico-social, destinadas a la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales. Precisamente, es por esta imprescindible razón que el tal Vaticano no es ningún Estado, sino un aborto mostrenco, en aras de la perpetuación de las actividades oscurantistas y supersticiosas del cristianismo católico, que juega ese papel, a través de la ensarta interminable de supercherías, de inventos, de mentiras y con engaños, conjugado con la acción criminal coercitiva al servicio de los explotadores y opresores desde el viejo esclavismo, pasando por el feudalismo y la Edad Media, incluido el capitalismo, particular y especialmente en lo que concierne a Europa y los EE.UU., al servicio de dicho régimen de esclavitud asalariada cuando éste alcanza su fase más recalcitrante y criminal, que es su fase imperialista, lo que marca el punto de partida de la definitiva incorporación del cristianismo y el catolicismo papal vaticanista como apologista de los crímenes, guerras, saqueo y violaciones de los derechos democráticos y humanos en los países subyugados, que eran las viejas colonias europeas en Asia, Africa y América Latina. Esa absurda y desquiciante acción de colocar en un proyecto de Constitución a la familia como la base de la nación, del Estado y la sociedad tiene tanto tufo al falangismo corporativista franquista que no por casualidad sólo la encontramos en adefesios constitucionales como los de Franco, en su España ensangrentada por la gracia de dios y Jesucristo, y Oliveira Salazar en el Portugal medieval más allá de la segunda mitad del siglo XX. Las actividades económico-productivas son la base fundamental de la sociedad. Y son esas actividades, las relaciones sociales de producción, intercambio y consumo que, a su vez, generan las actividades y las instituciones que las regulan con carácter complementario alrededor de las actividades económicas de producción y que son las de la llamada superestructura, de las que la más importante es el Estado. Hoy día está harto esclarecido que el Estado está obligado, en el marco de un régimen económico-social, a garantizar el pacto o contrato social que establece las reglas de juego dentro de la sociedad de ese régimen económico-social. Asuntos de creencias filosóficas, religiosas, artísticas, deportivas e inclinaciones sexuales, como de otro tipo, son esencialmente de carácter individual y privado de cada ciudadano, por lo que la falaz idea escolástico-cristiano-católico-fascista y hitleriana de que estos asuntos se incorporan al Estado han sido descalificados y descartados, ya que de no accederse a colocarse como de carácter privado, sirven de base de sustentación para discriminaciones de toda índole, incluidas las políticas y económicas, coerción y represiones parcializadas y unilaterales, a la vez que para la consagración de privilegios insoportables, como es el parasitismo que disfrutan la Iglesia Católica-Vaticano y las hordas de curas degenerados del Estado dominicano y, en consecuencia, de la población dominicana que no es católica y que sus actividades sociales y productivas no las desempeña bajo signo religioso alguno. La Constitución de una sociedad y de una nación, como de su Estado, ha de poseer ese sentido de equilibrio y de los límites, pues hoy día, conforme a las teorías modernas del Estado, éste, necesariamente, ha de descansar en el Derecho y ser de Derecho, pues si se basa en la religión es, de hecho, contrario al Derecho y es, obligatoriamente, un Estado teocrático, lo que es un absurdo, una vez que incurre en el contrasentido o contradicción, que jamás se puede resolver, de abordar los asuntos materiales, económicos y de intereses, a la luz del oscurantismo mágico-religioso especulativo.
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