Más de 200 asesinados para tapar a los jerarcas de la Iglesia Católica como protagonistas de las violaciones pedófilas en la diócesis de Higüey

Los personeros de los gobiernos de los partidos del sistema, de la Judicatura, de la prensa venal controlada por los perpetradores de tan monstruosos crímenes son cómplices propiciando su impunidad

 

Los hechos repugnantes, tanto del orfelinato-casa albergue, que de por sí da un cuadro que delata un envilecimiento que ni en los peores tiempos de descalabro moral del corrupto Imperio Romano era aceptable, como del trayecto plagado de asesinatos, dando a indicar que los prelados católicos, tanto de la Conferencia Episcopal como del Arzobispado de Santo Domingo, que es una de las cabezas de mando de la sucursal de la Iglesia Católica en el país, están dispuestos a arriesgar hasta el futuro de la Iglesia Católica a escala mundial, con tal de quedar impunes y seguir a sus anchas en su parasitismo vividor como en el desenfreno de sus aberraciones sexuales, de homosexuales y pedófilos, lo que parece que afectó seriamente la frágil estabilidad emocional y racional, a base de consumo de sustancias extrañas al organismo humano, de Francisco Domínguez Brito, y ello fue lo que lo llevó a optar por la Senaduría, que le da cierta estabilidad como sosiego, y lo que lo hizo abandonar su condición de Procurador General de la República, en la que lucía, por lo menos pasajeramente, con futuro algo prometedor.

Debe recordarse que con motivo de esos sucesos, puestos al descubierto en Yuma, se agudizó en extremo la confrontación entre el entonces Presidente, Rafael Hipólito Mejía y el Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, que ya había tenido un encendido conato en lo del fraude, estafa, abuso de confianza, lavado y robo de Baninter por parte de la mafia de Ramón Buenaventura Báez Figueroa y de Ramón Buenaventura Báez Romano, lavado del “Listín” y que es una mafia que responde a la Iglesia Católica-Vaticano y al Opus Dei.

Rafael Hipólito Mejía, en una ocasión, llegó a enrostrarle públicamente al odiado y muy repugnante alias Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, que debía ocuparse de controlar la desbordada homosexualidad, pedofilia y vagabunderías de los curas, y dejarse de estar entrometiéndose en los asuntos estatales y de la política.

Pero así como el ex-Procurador Francisco Domínguez Brito tiene una gran cuota de responsabilidad en la ocurrencia de la cadena criminal que ha causado más de 200 muertos, que ha dañado a centenares y centenares de niños y niñas, de manera que nunca podrán llevar una vida normal ni ser normales ellos ni ellas, habiendo de paso causádole traumas además a padres y hermano, así como a otros familiares, los procuradores del gobierno de Rafael Hipólito Mejía son también  co-responsables y cómplices con la cadena de delincuentes involucrados, tanto en los actos de pedofilia y homosexualidad, etc., como en los asesinatos, al igual que en la todavía impunidad con que se ha privilegiado esas acciones incalificables.

Pero, ¿y qué de la Judicatura? ¿Qué de la Suprema Corte de Justicia en particular? ¿De ese funesto personaje, que es el flamante Presidente usurpador de ésta y autoproclamado como vitalicio en una acción amoral sui generis que violenta Constitución, leyes y prácticas de la decencia, mediante un Golpe de Estado, frente a ese capítulo vernáculo y novísimo dentro de la historia universal de la ignominia?

Está de más y puede decirse que sobra la interrogante pues hasta adoleciéndose de la más crasa ignorancia, se sabe que Jorge Subero Isa responde y se apoya y tiene su maridaje espurio con toda la infamia que emana de la Iglesia Católica y sus sectores más repugnantes y repulsivos, pero, se hace muy notorio, que ni Jorge Subero Isa ni la Suprema nunca han reclamado que los jueces involucrados en el caso se empeñen en aplicar todo el peso de la ley a los culpables, caiga quien caiga y sin aceptar la existencia de vacas sagradas.

Esas gentes, igual que los prelados católicos y su casta venal de sacerdotes corruptos y parásitos, entienden que la impunidad, que empieza con el silencio cómplice, es su privilegio intocable, que les garantiza que nada les ocurrirá y que podrán seguir indefinidamente perpetrando todo tipo de actos perjudiciales a todo el país y a todo el mundo y que nadie se atreverá a señalarlos con el índice acusador, ya que de la misma forma que convalidan la falacia en la cual creen, de que aquí nunca habrá un tribunal, ni jueces, ni representantes de la sociedad que asuman las funciones de Ministerio Público para sostener las acusaciones por sus actos y trayectoria de depredadores, de actores, cómplices y conspiradores contra las gentes decentes, honestas y honradas, no cabe duda que se han equivocado medio a medio en sus ligeras conjeturas. Es que ni siquiera se están dado cuenta que, de hecho, ya los estamos traduciendo al gran tribunal de la sociedad, que es la opinión pública, debiendo de estar seguros, en vez de confiar, que su desgraciada suerte para dañar a los otros tiene un límite que empieza en nuestra labor de denuncia, todo lo cual, de hecho, representa y significa que están sometidos al inflexible tribunal que los hará pasar a la historia nacional como lacras y podredumbres, cuyos familiares tendrán hasta vergüenza de reconocer ser allegados a ellos.

Continuaremos

 

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