¿Hasta dónde llegarán estos degenerados pálidos pelegatos como el farandulero Roberto Salcedo y el nariz de tetera Bautista Rojas en su papel de verdugos de los trabajadores humildes?

Ahora quieren imponerles leoninos impuestos a los vendedores de comida y todo para no enfrentar a los pulpos monopolistas de las telecomunicaciones bendecidos por sentencia de los prevaricadores de la apócrifa Suprema Corte

26-08-2009

 

En su afán desesperado por seguir exprimiendo al pueblo hasta el máximo posible, ahora tenemos al flamante Alcalde ó síndico del Distrito Nacional, al farandulero pelegato Roberto Salcedo, junto al nariz de tetera secretario de Salud Pública, Bautista Rojas Gómez en aprestos de exprimirles los bolsillos a los ciudadanos que osen buscar ganarse dos o tres pesos vendiendo alimentos, tanto los que lo hacen en lugares fijos como de manera ambulante, y todo por no enfrentar a la banda de facinerosos de la jauría de cínicos jueces apócrifos de la usurpada Suprema Corte que, precisamente usurpando funciones, evacuan falsas sentencias de carácter prevaricador, a fin de obtener prebendas y sobornos de los monopolios internacionales de telecomunicaciones, declarando ilegales e inconstitucionales los cobros municipales que hacían los ayuntamientos, amparados en la Ley sobre el Distrito Nacional y los Municipios, que fuera elaborada y aprobada por el Congreso Nacional y promulgada con el No. 176-07. Y todo eso lo hacen, esos detentadores, o sea, usurpadores inconstitucionales de la condición de jueces miembros con carácter vitalicio de la Suprema Corte de Justicia, como actos viles de sumisión y lacayismo repugnante para con sus amos extranjeros, que son los monopolios de las telecomunicaciones.

Por su parte, los gentuzas que fungen como síndicos y funcionarios de este desgobierno, que es de los que respaldan a los golpistas hondureños, por lo que ya el león es un vulgar leoneleti o pinocheleoneti, pese a su repugnante pusilanimidad y cobardía, han encontrado, así se imaginan ellos, una forma de obtener recursos para sus fines espurios, ya que no los usan para las necesidades de la población dominicana, pero sin enfrentar ni hacer una campaña, tanto de opinión pública, como dando los pasos institucionales, legales y jurídicos de lugar para contrarrestar la prostituida sentencia de la usurpada Suprema Corte que declara ilegal e inconstitucional el cobro, a favor de los ayuntamientos del país, del 3% de impuestos sobre lo recaudado por las empresas telefónicas y otras, que son de carácter monopolista y obedecen al capital financiero internacional y extranjero.

Como buenos boschistas pelegatos, rastreros mercenarios al servicio  de los de arriba y odiando a los de abajo, se presentan, Roberto Salcedo y Rojas Gómez, como muy preocupados por la salud de la ciudadanía y dizque por eso quieren regular que los alimentos que lleguen a la población sean sanos, adecuadamente manejados y que las personas que los expendan no sean portadores de ninguna enfermedad contagiosa, pero en realidad esas palabrejas, en boca de estos inmundos trepadores pelegatos, no son más que otras de sus tantas hipócritas simulaciones copiadas de su maestro, el agente de la CIA y del imperialismo, como de la reacción nativa, el social-traidor y espía, Juan Emilio Bosch Gaviño, como de su discípulo y continuador, el disoluto y podrido, como eminente corrupto y paladín tanto de la corruptela como de los asesinatos extrajudiciales, en franca actividad terrorista de Estado, el tal Leonel Antonio Reyna.

Además, todo ello es otra versión más de Leonelandia, puesto que en la actualidad, los ciudadanos, la gente del pueblo trabajador, que no tiene recursos para pagar un médico privado cuando se enferma y tiene que ir a los hospitales públicos, encuentra que en éstos no hay de nada, que tiene que pagar hasta una aspirina o una jeringuilla que necesiten, y todos los análisis y estudios les son cobrados en base a la dichosa “cuota de recuperación”, que es el nombre con que se escuda la privatización de la salud.

Y ahora estos dos turpenes, de los especimenes del orden de los pelegatos, anuncian que a todos los vendedores de alimentos, ambulantes y fijos, dentro de ellos fruteros, fritureros, así como vendedores de periódicos y artículos de celulares, entre otros, para darles el permiso de realizar sus ventas, deben someterse a una serie de análisis clínicos, deben obtener un certificado de salud mental, disponer de certificados sanitarios, tener una constancia de buena conducta, y, oigan bien, hasta vestirse con un uniforme que los identifique.

Dicen que ya tienen censados a 2,500 comerciantes informales.

Pero, ¿qué es lo que hay detrás de todo esto? No es la salud de la población, no es la higiene con que deben ser tratados los alimentos que consume dicha población. Es el gran negocio de cobrar por los exámenes físicos, cobrar por el certificado de salud mental, cobrar por la constancia de buena conducta, cobrar por el certificado sanitario, que de seguro tendrá una vigencia restringida, por lo que cada determinado tiempo hay que volver a pagar por todo esto.

No nos engañemos, eso es sólo otra manera que se están inventando los palidos pelegatos, como buenos cretinos cristianos, parásitos, estafadores y vividores, de sacarle el jugo a los que trabajan, pero evitando enfrentar, por ejemplo, tanto a las empresas de telecomunicaciones y servicios en el país, a las telefónicas, entre otras, como a la prostituida y usurpada Suprema Corte de Jorge Subero Isa, que ha declarado que tanto él como su banda son los garantes de las inversiones del capital financiero internacional en el país, que ellos le sirven a los monopolios, lo cual con esta sentencia volvieron a corroborar en la práctica.

Es para no enfrentar a Subero Isa y su clan de la Suprema usurpada, que declararon inconstitucional e ilegal el Art. 284 de la Ley núm. 176-07 sobre el Distrito Nacional y los Municipios, mediante el cual los ayuntamientos del país recibirían un impuesto o tributo de un 3% de lo recaudado por las empresas prestadoras de servicios, como serían las telefónicas, que anuncian esta medida estos dos dignos discípulos de su maestro el architraidor, agente del imperialismo y sus monopolios, Juan Emilio Bosch Gaviño.

 

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