El cínico hipócrita Julio César Valentín se encamina en su adocenamiento de simulador a convertirse en una magdalena de pelo blanco después de pasar por su condición de tartufo y tripa vacía enemigo de la democracia y de la autodeterminación del pueblo

21-10-2009

 

La desfachatez, como ejemplo insustituible de cinismo que, reiteramos, es la desvergonzada como la tan descarada justificación o defensa de teorías execrables como aborrecibles y abominables, al igual que las prácticas o ejercicios ignominiosos, infames, viles y canallescos, correspondientes a las doctrinas espurias de que se trate, con que el hipócrita tartufo, Julio César Valentín, se desgarra el traje de la simulación para quedar expuesta su endeble naturaleza fétida de bonapartista defensor del despotismo elitista de los más abyectos del mundo del miserable mercenario mendaz y adocenado, en contraposición directa y cruda a la autodeterminación del pueblo como núcleo modular de la democracia y de un Estado de Derecho, no debe causar sorpresa a nadie, absolutamente a nadie, puesto que este incalificable sujeto siempre se ha configurado como un hombre babosa de los que, al envejecer, engendran esos especimenes que Herzen, en su genialidad democrática, llamó magdalenas de pelo blanco, o sea, rameras, prostitutas.

Amen de que su trayectoria es tan venal y amoral que va desde corecato, al palidismo boschista, hasta su máxima expresión de aberrada depravación que es el servilismo adocenado del leonelismo-danilismo.

Pero, por sobre todo, ese desprecio tan depravado del tartufo Julio César Valentín respecto al Estado de Derecho, y su impudor anti-democrático respecto al papel y significación de los ciudadanos en el marco de dicho Estado, que para ser de Derecho tiene que ser, a su vez, democrático, libre, soberano, laico y laicista, con lo que de plano este tartufo, Julio César Valentín, pone de realce en toda su dimensión la falacia de carácter de carnada para pescar pendejos y pasar de contrabando estafas como es el llamado Estado Social, que tiene el sello del mercenario renegado revisionista y miserable oportunista, como otro espécimen de hetaira, ramera o prostituta, tal cual es el repugnante y comprobado vendido, el rastrero Luis Gómez Pérez.

Estado Social que es una especulación oportunista que nada tiene en común con la sociología científica, ni mucho menos con el materialismo histórico creado por Marx y Lenin.

No es de extrañar que el tartufo Valentín se haya desgarrado fuera de sí su disfraz, ante la atinada consideración de la grosera y burda exclusión del derecho a presentar instancias de inconstitucionalidad de parte de los ciudadanos, reservándose esto como privilegio exclusivo de selectos funcionarios del Estado, que fue lo establecido, a raíz del escándalo Sun Land, la corrupción y su impunidad, como jurisprudencia al respecto, en su ejercicio de facto como Suprema Corte, por la banda de agentes mercenarios al servicio de intereses extranjeros, tanto monopolios del capital financiero como de la Iglesia Católica-Vaticano, la jauría de cínicos auto-proclamados jueces vitalicios con ese exponente de la peste del despotismo y el mercenarismo paria de los árabes a la cabeza, el incalificable Jorge Subero Isa.

Pero hay que observar que de todo lo dicho por Isabel Bonilla en la Asamblea Nacional, reivindicando el derecho ciudadano de que a las personas se les reconozca, como su derecho individual, el opinar y reclamar, mediante instancia de inconstitucionalidad, la supervisión del comportamiento de los funcionarios y autoridades gubernamentales acorde a lo estipulado por la Constitución, el mismo tartufo Valentín confesó que para él nada significó que Isabel Bonilla acusara a los asambleístas de actuar y votar como borregos, y por ello guardó silencio, pero le resultaba inaceptable que Isabel Bonilla acusara a la Reforma que, como farsa, montan los pelegatos boschistas, a la cabeza del conjunto de los corruptos partidos politiqueros, de buscar la acentuación de la elitización de la Justicia, como de elevar la exclusión ciudadana de los asuntos estatales y del Poder político, y mucho menos que Isabel Bonilla dijera que eso era atentatorio contra el Estado de Derecho y el Estado Social, ya que, según su concepción -digamos que de mercenario prostituto- la exclusión de los ciudadanos y la eliminación de los derechos de éstos a los recursos de inconstitucionalidad como de constitucionalidad, nada tienen que ver en absoluto ni con el Estado de Derecho ni con el otro adefesio del inventado, a su medida y de sus bajas pasiones, como torvos instintos, de Estado Social.

Demasiado expresivo el cuadro panorámico de lo que en todo esto está de por medio.

Y si  no conociéramos bien a fondo la execrable contextura amoral del tartufo Valentín, nos hubiésemos sorprendido del desgarre de disfraz, para quedar al desnudo hasta sin hoja de parra con que cubrir su desvergüenza, de este individuo que, de paso, en corroboración y ampliación de su fetidez conceptual, recurre a alegatos propios de los chismes de mujerzuelas y escorias sociales de los traspatios inmundos de los ghettos marginales, de los que son tan auténticos exponentes los homosexuales como Juan TH y su par Gloria Guerrero, que sus mismas basuras la han terminado sepultando viva.

Nos referimos a ese infeliz argumentajo de acusar personalmente a Isabel Bonilla de, con sus denuncias y reclamos, andar buscando publicidad, lo que ha sido desmentido por los hechos ya que, en cuanto a la prensa amarilla y sus letrinas, poco o ningún eco se han hecho del contenido social e ideológico de la tan justa como valiente denuncia de Isabel Bonilla.

El tartufo Julio César Valentín se ha reelecto en la Presidencia de la Cámara de Diputados, y funge de Vice de la Asamblea Revisora, que tiene como Presidente al hermafrodita político e ideológico, y lo decimos así para destacar esos rasgos particulares de la prostitución política que exhibe Reynaldo Pared Pérez, a quien ya le dedicaremos tiempo, que bien merecido y ganado se lo tiene.

Y es importante señalar que el tartufo Valentín siempre ha guardado silencio. Y debe saberse que ha actuado prácticamente como un auspiciador y apologista de todas las prácticas y teorías contrarias al Estado de Derecho; como apologista, encubridor y auspiciaor de la campaña del baño interminable de sangre que ha implementado el sanguinario, tirano y déspota socio suyo, el boschista Leonel Antonio Reyna, por medio de las ilegales e inconstitucionales ejecuciones sumarias que ha venido llevando a cabo como escuadrón nacional de la muerte la policía estatal, lo que constituye un ejemplo contundente del terrorismo de Estado que despliega el disoluto, podrido y sanguinario, como indolente y lacayo abyecto, Leonel Antonio Reyna, desde que ascendiera por primera vez al Poder en el 1996 hasta la fecha.

Es indudable que Julio César Valentín tiene oscuros como espurios compromisos, desde que fuera Fiscal de Santiago hasta hoy día, con la campaña de violación de los derechos humanos y crímenes de Leonel Antonio Reyna y su banda, que ha devenido ya como un típico grupo narco-terrorista.

Como tartufo, Valentín tiene doble cara, practica la oblicuidad en todos los terrenos: político, social, ideológico y personal.

Cuando ciudadanos, o grupos de éstos, si no organizaciones y movimientos, le exhortan a que, si él posee las convicciones democráticas que, previa ojeada de quien pudiera oírle dice tener, reclame que la actuación, por ejemplo, del actual carnicero que encabeza el sicariato criminal de la Policía convertida por Leonel Antonio Reyna y su aberrada concepción en escuadrón nacional de la muerte, sea frenada, y que reivindique que el papel de la Policía Nacional, según la Constitución y las leyes, no es aplicar justicia criminal con sus propias manos, sino actuar a favor del orden y la paz pública, conforme el respeto y apego a las leyes y a la Constitución, el tartufo Julio César Valentín, olvidando que es un diputado surgido de un escrutinio electoral y que, en el hemiciclo de los diputados, él es su Presidente, quiere aplicar los mismos recursos con que, al parecer, se ha desenvuelto en su capciosa existencia, y sobre todo como lo hace cuando viaja a Centroamérica y se deja caer por Guatemala, donde se refugia en el fangal de un matrimonio de dos homosexuales dominicanos residentes en dicho país, y que, si lo tiene a bien, con todo gusto hacemos públicos los nombres, ya que son un matrimonio legal entre esos dos homosexuales; y así, Julio César Valentín, tal y como hizo con respecto al oprobioso y oscurantista Art. 30, que hizo que las mujeres que reivindican sus derechos hicieran una marcha hasta la Cámara de Diputados, donde Julio César Valentín las recibía, creándoles falsas expectativas, al tiempo que ponía en práctica lo mismo de lo que ahora acusa a Isabel Bonilla de estar persiguiendo, con sus reclamos de los derechos individuales de los ciudadanos, sin reconocer los cuales no hay ni puede haber Estado de Derecho, por más que le duela, brinque y salte este hipócrita y perverso redomado de tartufo Valentín.

Cuando esos ciudadanos o movimientos democráticos, escandalizados por los ríos de sangre derramados por el gobierno boschista del disoluto y venal, con rango de narco-terrorista, que encabeza Leonel Antonio Reyna, Julio César Valentín, el tartufo, pone de manifiesto su mentalidad propia de los lenocinios, y todo lo condiciona a que se produzca una presencia masiva ante la Cámara de Diputados que concurra a solicitarle, y a rendirle así pleitesía, para entonces él ver si puede darle curso al reclamo democrático e institucional de que la administración del Pálido-pelegato disuelva los escuadrones de la muerte policiales y se apegue a la decencia, a las leyes, a la Constitución y al respeto de los derechos humanos.

Pero todo esto es sólo una parte de la espuria naturaleza del tartufo Valentín, que ahora aspira a ser senador por Santiago, pues parece que pensando y juzgando por su condición de aberrado, entiende que los cibaeños-santiagueros y de los barrios masacrados por los asesinatos policiales, se han vuelto masoquistas y que, como tales, para que les sigan ejecutando los escuadrones policiales de la muerte, votarían gustosamente por él para senador.

 

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