ELEMENTOS VINCULANTES ENTRE ZARKOZY Y LEONEL El narco estado instituido por el disoluto con el concurso de su prostituido Ministerio Público y la parásita Iglesia Católica y que abarca a sus funcionarios civiles y militares 06-03-2009
Nos sobrecogen la suspicacia y la aprehensión, que es casi lo mismo que decir que nos acosa un mar de sospechas y dudas, cuando vemos que el desgobierno del disoluto neoliberal y genuflexo lacayo incondicional de los peores parasitarios y expoliadores intereses que constituyen la sustancia viva del imperialismo norteamericano, tiene montado lo que cabe definir como un sainete con lo del “cuco” del narcotráfico, su persecución y, en particular, la supuesta depuración y saneamiento de las FF.AA. y la P.N., así como hasta de la misma Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) que, según admite el mismo siniestro personaje que la República Dominicana tiene como Presidente, han sido permeadas y contaminadas por los grupos mafiosos dedicados a esa actividad archi-lucrativa del vicio aniquilante y envilecedor de cuantos se lo echan encima, lo mismo que ocurre con las otras drogas, como el alcohol, que, sin embargo, son legales y sus beneficiaros son los señores tenidos por los más respetables dentro de la oligarquía dominicana, y en especial por la Iglesia Católica-Vaticano, habiendo sido sus figuras más descollantes condecoradas con las órdenes vaticanas y de sus órdenes mafiosas, como la de los Caballeros de Malta, y en particular por sus mafias del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo; nos sentimos entonces, así, tocados por el cogito ergo sum, esto es, dudamos, y ponemos en estado de alerta y vigilancia nuestro discernimiento para que no nos cojan asando batatas ni nos vendan y nos pongan, como burros, a cargar los cuartos, para, una vez se los hayamos llevado a su refugio seguro, matarnos a palos, como tan sabiamente lo enseña el refranero popular. Ahora mismo Europa y Francia, en su Ciudad Luz, según algunos, la gran ramera incorregible, según sentimos y entendemos nosotros, están siendo estremecidas por la denuncia hecha a través de la Red Voltaire de Internet, de un pormenorizado estudio que pone de relieve que Nicolás Sarkozy el flamante Presidente de dicho país, no es más que un gángster y agente de la CIA como del siniestro genocida israelí y su Mossaad, que es su servicio secreto; que junto, Sarkozy, con los títeres yanquis de Afganistán (esto es sólo un ejemplo), tienen montado el puente de heroína más espectacular desde las plantas de procesamiento de la amapola en Afganistán, hacia la base militar de la aviación norteamericana en Kosovo, base militar llamada Camp Bondsteel, y que dicho transporte se lleva a cabo en los mismos aviones de la Fuerza Aérea norteamericana, cuyos gobiernos se dan el bombo de ser los más irreconciliables enemigos de las drogas y del narcotráfico. De ahí que dudamos. Y cuando repasamos informes diversos emanados de fuentes distintas, así como situaciones y hechos, reafirmamos nuestro mar de sospechas que nos llevan a dudar de la sanidad de la supuesta cruzada que, por lo menos de boca, quiere aparentar el cabecilla gubernamental que está llevando a cabo, precisamente contra el narcotráfico y las drogas en nuestro país, y esto de mano con la incalificable fuente inagotable de infamias y de rufianerías, estafas y engaños, como fábrica inagotable de mentiras que es la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica y Romana. Resulta que ni Leonel Antonio Reyna ni la Iglesia Católica-Vaticano y sus demás atributos supuestamente sagrados, como son sus prelados, Papa, cardenales, obispos, monseñores y todas esas otras yerbas venenosas, ninguno convence de que están al margen del mundo del negocio de las drogas y del narcotráfico. Empecemos con lo de que hace apenas unos cuantos días que denunciamos que el Fiscal de Higüey, llamado Lucas Pérez José, aún retenía el cargo como Procurador Fiscal, a pesar de que fue quien quemó vivos a los casi 200 presos en la cárcel de Higüey para acallar, matando, a los testigos que acusaban a los dos obispos (el saliente Benito de la Rosa Carpio y al entrante, que es Nicanor Peña Núñez) junto con grandes potentados de la banca y las finanzas del país y del extranjero, como los responsables protagonistas de las violaciones y pedofilia que, por más de una década, se efectuaban en el albergue San Francisco Javier de San Rafael del Yuma, que es una institución-negocio estrictamente de la Iglesia Católica y, en particular, del Arzobispado de la Diócesis de la Alta-Gracia; que fue quien extravió los expedientes, desapareció los interrogatorios; además de que era parte activa de la mafia de los hermanos Benítez, a los que ayudó, a cambio de no pocos millones de dólares, a desaparecer del mapa; y que este Procurador Fiscal estaba involucrado desde hace mucho con el narcotráfico, ya que fue el representante legal de un alias Don Olivo, que es para esa región como 50 veces en materia de lavado y echar dinero a correr, lo que era Quirino Paulino Castillo en Elías Piña y La Maguana. Del tal Don Olivo nadie quiere hablar y pocos se atreven a decir que lo conocen. Lo que da a entender que Olivo es un alias o seudónimo que usa la gente por el terror y el pánico que le acarrea el personaje que, indudablemente, tiene vínculos y ascendencia con el Episcopado de la Iglesia Católica y, en particular, sobre el Arzobispado de la Altagracia y de la Diócesis católica, apostólica, romana y vaticanista que allí opera. Lucas Pérez José no fue suspendido, cancelado ni acusado por lo de sus vínculos con los hermanos Benítez como dijimos, por el hecho de que el obispo Benito de la Rosa Carpio, una vez informado por Lucas Pérez José, se puso como un bólido en el Palacio de gobierno y en la misma oficina del incumbente de éste, Leonel Antonio Reyna, a quien le expresó que no podía quitar del cargo a Lucas Pérez José, pues éste es un hombre totalmente suyo -del obispo-. ¡Y vaya que sí! Bien. Nos enteramos que hace cosa de unos cuantos días, uno, dos o tres, que el Fiscal de Higüey fue suspendido, junto con el ayudante fiscal al que misteriosos elementos, que conocen sus movimientos, le han hecho varios atentados de muerte. La suspensión se habría debido a que el Ayudante Fiscal ha acusado formalmente ante la Procuraduría General de la República que el Fiscal Lucas Pérez José sustrajo 20 kilos de cocaína pura que él mismo había depositado por autorización del Fiscal en la que hace de caja de seguridad de la institución, y de la que sólo tiene llave Lucas Pérez José, puesto que el ayudante no posee llave de dicho armario y el mismo no fue violentado. Siendo así las cosas, cabe preguntar: ¿Se puede creer que en realidad el desgobierno está involucrado en una verdadera campaña contra el narcotráfico o negocio de las drogas, tanto a nivel nacional como internacional? Permítasenos dudar. Pero se trata, y no se puede olvidar, del hombre de Benito de la Rosa Carpio, obispo, o sea, jerarca de la prelatura católica que actualmente es el Arzobispado de la Provincia de Santiago de los Caballeros, la segunda en importancia del país, y que fue Presidente de la Conferencia Episcopal, que goza de impunidad por lo de la masiva violación, prostitución, bestialización, sodomización, grabación y distribución con carácter comercial en redes de la pedofilia internacional de más de un millar de niños y niñas desde 3 hasta 12 años de edad en el Orfanato Casa Albergue San Francisco Javier de San Rafael del Yuma, Provincia de La Altagracia. Y que acarreó el incendio de la Cárcel Pública de Higüey, donde murieron cerca de 200 presos, así como el eventual homicidio de casi todos los testigos de dicho caso, al igual que del diácono cubano-norteamericano Rigoberto González Padial, al que Benito de la Rosa Carpio secuestró y lo sometió a una especie de suplicio de Tántalo o de Prometeo, mediante el cual se le montaba en un vehículo esposado y se le trasladaba permanentemente, día tras día, desde Santiago hasta Higüey, consciente y deliberadamente de que eso era un decreto de muerte para dicho diácono Rigoberto González Padial, como en efecto sucedió, sin que absolutamente nadie se sorprendiera, ya que se trataba de una muerte anunciada previamente. Y ahí está, con su rostro y ademanes de metrosexual y afeminado activo, este dignatario de la jerarquía católica, haciendo coro respecto a la campaña contra el narcotráfico, la delincuencia y por el saneamiento ético-moral de las FF.AA. y de la P.N., y de ahí que reclamamos nuestro derecho a la duda respecto a lo que en verdad se está llevando a cabo, a nombre de la persecución de la delincuencia, del narcotráfico y cosas por el estilo. Con respecto al papel que desempeña Leonel Antonio Reyna en eso de la campaña contra la delincuencia y el narcotráfico, el incumbente y ejecutivo número uno de su desgobierno, que ha arrastrado al país a esta desastrosa como ninguna otra situación que enfrenta el país y a la que se tiene abocada a la población nacional sometida a un creciente como cruel y despiadado proceso de hambreamiento, abusos, opresión y explotación que hace que se divida la opinión entre los que esperan la ocurrencia de muertes masivas por enfermedades curables y no atendidas y de inanición por la falta de alimentos, o que se produzca un eventual levantamiento popular que desconozca al gobierno y se implante así una situación de desobediencia civil y de ingobernabilidad. Sencillamente estamos convencidos de que Leonel Antonio Reyna no está en condiciones de remediar absolutamente nada de lo concerniente ni a la delincuencia ni a la depuración de las FF.AA. y de la P.N. en sus vinculaciones con esas penalizadas actividades. Es más, creemos que Leonel Antonio Reyna no posee aval ético ni moral, como que es huérfano de las convicciones y la madera para, en verdad, proponerse seriamente el saneamiento de marras, y es que el mismo Leonel Antonio Reyna ha sido reiteradamente vinculado a personajes de ese sub-mundo, de lo que, por cierto, cabe mencionar que su ex-íntimo amigo, Julio César Valdez, en el opúsculo biográfico de Leonel Antonio, que es el más lúcido y objetivo de los que sus allegados han elaborado, y que, en español, lo tituló “Leonel Fernández y yo. Memorias inéditas”, pero que en inglés, en cambio, fue más concreto y específico y el título original en inglés es: “The Making of a Caribbean Narcopresident”, según el texto de Editorial Sol, título éste que, literalmente es bien directo en su traducción al español, resultando así: “La Hechura de un Narco-presidente Caribeño. En dicho opúsculo biográfico de Julio César Valdez sobre Leonel Antonio, que debe ser leído y ponderado con una perspectiva lúcida y transparente y hasta desapasionadamente, con sentido crítico y requiriendo la logicidad a la luz de los hechos, el autor cita los vínculos de Leonel Antonio con varios capos dominicanos y extranjeros en los EE.UU., casi todos muertos en las actividades del traqueteo de marras. Y ya aquí sabido es que se le vincula, por ejemplo, con el extraditado dominicano, proveniente de Colombia, de apellido Solano, recomendado por el narco-para-Presidente Uribe, al que su gestión gubernamental del 2004-2008 le concediera contratas por más de 5 mil millones de dólares, lo que le fuera enrostrado y demostrado por el ex-candidato Miguel Vargas Maldonado. La indolencia de la Procuraduría General de la República en esta misma materia es antológica, y refleja, como mensaje, ya que el incumbente, por su calidad, no está a nivel sino para ser abogado de oficio, mayordomo o conserje dentro de esa delicado institución del Estado, que todo es obra y deseo de Leonel Antonio Reyna. Lo mismo resulta del hecho de que en su primer gobierno nombrara, como encargado de compras del Palacio Nacional, expresamente, a un sujeto con dos nombres, vinculado al narcotráfico y al lavado, y prueba al canto es que fue ese sujeto quien transportó el cadáver del narcotraficante dominicano desde Nueva York al país, llamado Joaquín Bidó (conocido en Villa Consuelo y Villa Juana, así como en esas actividades en cuestión en Nueva York, EE.UU., como Felipe El Azuano). Más aún, llegó a instalar, junto a su hermano, que era funcionario durante el balaguerato y residente en Villa Juana, una empresa de mimbre con fines de encubrir el envío de sus sustancias hacia los EE.UU., la que, cuando se sintieron descubiertos, entregaron a la voracidad del fuego. Y ahora, dicho sujeto, desde la pasada gestión suya, Leonel Antonio Reyna lo tiene como funcionario administrativo de la Cámara de Cuentas. Y no podemos dejar de lado sus íntimas relaciones políticas y demás con el nombrado Federico Nina (hijo), muerto acribillado a 300 metros del cuartel principal de la P.N. en Macorís del Este, en el gran badén que une la calle de los dos centros evangélicos con la Amiama Tió. Todo el mundo sabe que Papotico Nina se dedicaba al lavado en gran escala. Leonel Antonio Reyna, cuando viajaba a Macorís (y en un tiempo, por razones personales, lo hacía muy regularmente), comía, dormía y todo lo hacía en la residencia del difunto Papotico. Estas son partes de elementos que nutren y sustancian nuestro derecho a la duda de lo de Leonel Antonio Reyna y su gobierno en lo de enfrentar al narcotráfico y la delincuencia. Las coordenadas publicitarias y propagandísticas en que Leonel Antonio Reyna ha llevado a cabo, por ejemplo, las medidas de poner en retiro a 30 y tantos generales de las FF.AA. y de la P.N., así como más de mil efectivos, entre oficiales, desde coroneles, mayores, capitanes, tenientes y sub-oficiales, como alistados de filas, dan a entender dos cosas. La primera, es como si todas esas personas estuviesen involucradas en actividades de narcotráfico y las otras actividades delictivas que cunden en todo el país y la sociedad a partir de los últimos 13 años, esto es, desde 1996 hasta la fecha, 2009. Y la otra es que luce que el interés final y bien definido de Leonel Antonio Reyna es crear, en el país, un gran disturbio con objetivos inconfesables, ya que su proceder luce deliberadamente atolondrado, provocador e imprudente. Hasta nosotros que, como comunistas adheridos invariablemente al marxismo-leninismo-pensamiento mao tse tung de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung, y que, por lo tanto, entendemos que las FF.AA. y la P.N. son los órganos coercitivos de las clases explotadoras, del imperialismo y de la parasitaria Iglesia Católica-Vaticano, entendemos que Leonel Antonio Reyna y su gobierno han perpetrado una ofensa infame a gente, ciudadanos, que pueden ser todo lo odioso que se quiera, pero, de ahí a colocarlos como elementos del narco, hay un gran trecho.
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