Inaceptable intromisión de Amnistía Internacional en el derecho soberano de la nación Dominicana de expatriar a los indeseables invasores haitianos El mequetrefe y mercenario José Gutiérrez demuestra su orfandad absoluta de pudor y escrúpulos así como su inexcusable estolidez al justificar dicha afrentosa injerencia 10-01-2011
Aunque en buen lenguaje a lo criollo, lo que hizo el instrumento del imperialismo capitalista, llamado Amnistía Internacional, ordenando descaradamente a la República Dominicana, que detenga de manera inmediata la deportación en masa de emigrantes haitianos que, como intrusos e indeseables, se cuelan e infiltran en la nación criolla, es una frescura insolente. Tal acción es del mismo corte que la adoptada, sucesivas y respectivamente, por el Secretario Adjunto del imperialismo norteamericano para Asuntos de Latinoamérica, el tal Valenzuela, como del lacayo inmundo de dicho imperialismo yanqui, Agustín Insulsa, respecto al otorgamiento soberano, por parte de la Asamblea Nacional de Venezuela, a su presidente, Hugo Chávez Frías, de poderes especiales para emitir medidas y leyes, como decretos, atinentes al grave problema del necesario abordaje y solución de los miles y miles de desplazados que en dicho país se han producido como resultado de los torrenciales aguaceros y el consecuente desbordamientos de ríos y lagos, arrasando de paso, con las precarias viviendas de ciudadanos empobrecidos, como con no pocos poblados. Esa insolencia de Amnistía Internacional, ordenando a las autoridades dominicanas abstenerse de hacer uso de la soberanía nacional, llegando a intentar prohibirles que hagan uso de todas las prerrogativas provenientes de la condición de República Dominicana, como nación soberana, de expulsar del territorio nacional a cuantos haitianos y otros extranjeros, acorde sólo con el exclusivo interés nacional, que se encuentre en el territorio dominicano; en particular, a los haitianos ilegales, cuya masiva entrada en forma harto abusiva y en desprecio e irrespeto, por su parte, de la soberanía nacional dominicana, representa en todas las esferas y áreas de las actividades nacionales, sociales, económicas, culturales, educativas y, sobretodo, de salud, un eminente peligro de alcances catastróficos; lo que ahora mismo se agrava muy seriamente, con la epidemia del cólera, cuyo núcleo se encuentra en Haití y está propagada en una magnitud que abarca totalmente a la población haitiana. Nada tiene de extraño, que los tradicionales sectores apátridas del patio, que, como siempre, cobija y alienta la Iglesia Católica-Vaticano, por su conocida condición de inveterada e intrínseca negadora de la autodeterminación nacional, como de la soberanía patria, que emana de la condición de nación libre y soberana; todo lo cual nunca ha sido aceptado ni reconocido por ese antro de parasitismo e infamia despótica, que es la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo canalla en general, en su recalcitrante empeño en negar las atribuciones que, como nación, ostenta la República Dominicana, no solo que están presentando la injerencia y grosera intromisión bastarda de Amnistía Internacional en los asuntos internos del país, que sólo atañen estrictamente al ejercicio libre de nuestra soberanía nacional, como algo valedero, ante lo que las autoridades y la población dominicana deben arrodillarse y rendirle culto, golpeando en forma reiterada la frente genuflexa, hasta convertir a los dominicanos en nación, no solo de borregos inútiles güebones, sino en un atajo de genuflexos y abyectos frente peladas, de tanto golpear el suelo con nuestras cabezas. Es significativa la impostura sucia y rastrera adoptada por ese personaje, que con poca cosa le revoltea el equilibrio estomacal a cualquiera, provocándole compulsivas nauseas, al que le vea y le oiga con su amaneramiento y adocenamiento, propios de los de su calaña inmunda, el tal José Gutiérrez, de cadena de noticias CDN, canal 37, que, como todo el mundo sabe, es propiedad de grupos de sectores económicos poderosos con sede en Santiago y esparcido por todo el Cibao, que siempre aparecen vinculados a los grandes narcotraficantes, sobre todo en sus actividades de lavado, así como brindándole impunidad a los de dichas abominables actividades. Ese tal Gutiérrez, amanerado y adocenado, siendo portador de una superficialidad que delata a un vil miserable mercenario, portador de las más sucias y execrables miserias humanas, lo último que, en su virulencia anti dominicana y de mercenario del Opus Dei y de los jesuitas, se le ocurrió decir, y compitiendo depravadamente con Amnistía Internacional, es que en este país no existe una ley de emigración, por lo que las autoridades estatales dominicanas debe abstenerse de cualquier acto que implique la defensa de la territorialidad dominicana, ante la presencia, cada vez más masiva e intolerable como inaceptable, de las hordas haitianas. Esa es una imbecilidad de José Gutiérrez, lo que es perfectamente comprensible en un sujeto cuya ignorancia alcanza el nivel de la estolidez; por cuanto no tiene asidero ni explicación lógica, el que semejante petulante y presuntuoso como presumido, niegue el derecho legal y la legitimidad a la deportación del territorio nacional de las hordas de haitianos que amenazan eventualmente hasta el derecho mismo a la existencia como nación de la República Dominicana, lo que no depende de que exista o no exista tal o cual ley de inmigración y de emigración, si no de la existencia misma de la Nación Dominicana como formación histórico cultural y social determinada, tal cual esta instituido en la Constitución dominicana. Tales fantoches, como este mequetrefe de Gutiérrez, pretenden encubrir su condición de tumbas blanqueadas, con gesticulaciones y amaneramientos adocenados, cuyas raíces y naturaleza nos son arto conocidas. Con un lenguaje compuesto de logos y estereotipos, acuñados y difundidos por los centros internacionales que conspiran las 24 horas del día, durante todas las épocas del año, para tratar de hacer sentir culpable al pueblo dominicano de la desgracia de sus vecinos haitianos, cuyas causas radican en el dominio del imperialismo norteamericano y europeo, como de la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo, a los que sirven indecorosamente tales sabandijas y alimañas, como José Gutiérrez.
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