POR SU NATURALEZA DE AVENTUREROS PROVOCADORES Y OPORTUNISTAS DESCEREBRADOS

Nunca van a admitir los Fidelio Despradel y comparsa que lo de la insurreción del ´63 fué un rotundo fracaso con un alto costo para el movimiento democrático y revolucionario de liberación nacional y emancipación social

Son negadores a ultranza de la lucha política y cultores del culto a la espontaneidad tras la cola de la burguesía

30-12-2013

 

Los oportunistas y aventureros políticos e ideológicos, que trataron de escamotear el derrotero de la historia nacional, montando, ésta es la palabra exacta, lo que habían preconcebido de antemano, y llamándole “guerrillas”, queriendo así aprovecharse, para usufructo de su ingenua concepción, carente de todo fundamento lógico y racional, con la mayor ingenuidad y puerilidad, del accidente histórico del derrocamiento, por un Golpe de Estado, del gobierno montado por el agente pagado del Departamento de Estado norteamericano y espía a sueldo del servicio de inteligencia de los gobiernos yanquis, CIA, Juan Emilio Bosch Gaviño, quien había ganado las primeras elecciones, al estilo y bajo el modelo de la democracia representativa, después de 32 años de dictadura sanguinaria, pre-concebida, dirigida y asesorada directamente por la colusión del imperialismo yanqui y de la Iglesia Católica-Vaticano. Y por igual depuesta, esa monstruosa dictadura, en el momento en que más conveniente le podía resultar a los intereses comunes, y separados a la vez, de ambos poderes que ya mencionamos; uno, el imperialismo norteamericano, y el otro, la Iglesia Católica-Vaticano, que para el 1930 recién estrenaba la condición de Estado, creación por el eje nazi-fascista occidental, en la persona de Benito Mussolini.

Todavía, después de 50 años transcurridos, esos señores aventureros y oportunistas, que se guarecieron para sus desventuras en el 14 de Junio y erigieron a Manolo Tavárez Justo en su supuesto aparente líder y jefe, no acaban de reconocer ni de aceptar que fracasaron, que provocaron y facilitaron una penosa derrota para el proceso revolucionario y para la causa popular-democrática y nacional, que sus pensamientos, si acaso alguna vez en realidad los tuvieron, ya que todo indica que en lugar de pensamientos e ideas lógicas y fruto de un correcto discernimiento, tenían y expresaban apenas instintos ciegos e impulsos obcecados, frutos de obcecados sueños atávicos y de sus arrogantes prepotencias individualistas pequeño-burguesas, con aspiraciones de convertirse en burguesía burocrática alrededor del Poder del Estado.

Desdoblaron su real naturaleza de clase, que se expresa en esa aspiración de erigirse en burguesía burocrática, y se dijeron que podían copiar el caso de la burguesía burocrática de Cuba, con Fidel Castro y el Che Guevara, que se trepó en el Poder y, una vez en éste, acosada y acorralada, optó por declararse socialista a lo cubano, lo que, por otra vía muy diferente, se reproduce en Venezuela, con un talentoso bribón e inescrupuloso burócrata militar de innegables convicciones nacional-socialistas, del más estrecho parentesco con Benito Mussolini, Curzio Malaparte y las camisas negras italianas, o las camisas pardas, si no, descamisados de Juan Domingo Perón.

En Venezuela no es ya el socialismo colonial de Fidel Castro y el Che Guevara, respecto al ya inexistente social-imperialismo soviético, que había optado por el asinceramiento, y declararse capitalista imperialista, con base en la burguesía burocrática militar, que es lo que en Rusia impera en la actualidad.

Cuando en las aventuras las cosas, por casualidad salen bien, como en el caso de Castro y el Che Guevara, sobre la primera, se pueden seguir montando otras aventuras. Y lo mismo pasa con la del dictador con guantes de seda que encubren el puño militar y trajes modernos que ocultan las botas correspondientes, que fue Hugo Chávez Frías, quien quiso recrear el modelo nacional con demagogias patrióticas y socialismo de circo de jaula y canguros australianos, que es el cómico socialismo siglo XXI, que se basa en la demagogia populista hacia el pueblo, y el soborno y el chantaje hacia su entorno exterior. Y ahí está, como ejemplo, Petrocaribe, que deja ver a las claras que, con el heredero del viejo oficial instructor de la contrainsurgencia y persecutor como exterminador de las guerrillas, Hugo Chávez Frías, esto es, con quien, nombrado justamente a su medida, se le llama Maburro, como sinónimo de Nicolás Maduro, habla y aborda El Caribe y los países limítrofes con Venezuela, bajo la óptica del chauvinismo de gran potencia regional y le llama nuestro campo de dominio, para no dejar lugar a dudas de ninguna índole.

Pero los de aquí, los de República Dominicana, más de cincuenta años después de haber fracasado en forma rotunda y contundente, a pesar de que, así como esos aventureros y oportunistas, guarecidos en el 14 de Junio y tras la figura de Manolo Tavárez Justo, preconcebían llevar a cabo su diablura, contraria a toda lógica, se les advertía, a través de críticas razonadas y apoyadas en la teoría revolucionaria de las experiencias de la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung, que no jugaran con candela, que no era lo mismo llamar al diablo que verlo llegar, que esas cosas antes de hacerlas hay que pensarlas muy bien. Y no obstante, el balance inequívoco, irreversible e inapelable del tribunal de los hechos en la historia, que dictamina que fracasaron, que los aplastaron, que hicieron el ridículo, que en lo político pusieron de manifiesto que no valían un gargajo de tuberculoso; que teórica e ideológicamente eran, desde aguas negras de letrina a basura de vertederos municipales, que espiritualmente eran pordioseros y miserables indigentes, cuyo grado máximo consagrado era el de analfabetos funcionales que, aunque pueden leer, no están aptos para asimilar, entender ni digerir lo que la lectura les pudiera trasmitir. Y sin embargo hoy, como hemos expuesto desde octubre de este año que está terminando para empezar el 2014, esos especimenes, o mejor dicho, los cabecillas de esos derrotados, como el doble agente y espía contrarrevolucionario del imperialismo y la reacción, Fidelio Despradel, alrededor de los que giran mediocres sombras de insignificantes, como El Bacho, Daniel Matías, Rafael Pérez Modesto, Chaljub Mejia, y una que otra momia, ya víctima de la senilidad y la arteroesclerosis precoz, por cuanto nunca ejercitaron sus cerebros, no dan pie con bola para encontrar la puerta, el camino o el golpe de suerte que les permita dar una explicación lógica y armónica con la realidad de los hechos, que su fracaso fue por negación de la política y su adhesión a la abstención política propia, para enarbolar el seguidismo o culto a la espontaneidad, que Lenin, en “¿Qué Hacer?”, en el 1902, lo elucidó y condenó de manera categórica y contundente.

Ese ser repugnante y prepotente, estúpido como arrogante e idiota de Fidelio Despradel, se atreve hasta a efectuar embarres, en los que conjuga con toda depravación la sofística con el cinismo, como acto propio de los perros; y en defensa de su gran hazaña de precursor del fracaso estrepitoso de la comedia insurreccional del ’63, no vacila para afirmar que “la guerrilla es un movimiento político”, lo que aplicado y realizado en la parodia de insurrección del ’63, es equivalentes a la inversión de lo lógico, y tomar su expresión en el justo sentido y su expresa finalidad, de que su guerrilla fue un movimiento político pata para arriba, o sea, a lo mismo que el Che Guevara y Fidel Castro acordaron con Regis Debray, espía y agente del imperialismo francés, llamar a su adefesio anti-marxista y anti-leninista con el trastruécanos de la interrogante agnosticista de “¿Revolución en la revolución?”; en lo que son especialistas esas perversas y degeneradas sabandijas entre los seres humanaos que son los jesuitas, expertos en el arte de articular las más groseras mentiras, a las que buscan darles apariencia de verdad; como, por ejemplo: “temer a dios no es vivir con miedo de ese dios, sino es darle a ese invento, que es su tal dios, su lugar”.

Así, para Fidelio Despradel, su parodia provocadora y aventurera, sinónimo de arquetipo de fracaso, no fue un ejemplo de negación de la política, ni mucho menos de tomar la lucha armada como una cuestión totalmente desligada de la actividad política, de la lucha política, de su desarrollo y culminación, sino que fue un movimiento político, por el hecho de que los componentes de la parodia insurreccional o guerrilla eran pertenecientes a un movimiento político, que era el 14 de Junio; y cuyos miembros y contingentes de seguidores y simpatizantes quedaron como simples espectadores, a distancia del espectáculo circense, y ni qué decir de la toma o participación de la adopción del recurso de la lucha armada.

Todo eso es la negación, de pies a cabeza y de la A hasta la última letra del alfabeto o abecedario, de lo que es la guerrilla como un movimiento político, que, dicho sea de paso, no es lo mismo ni igual a la parodia de la insurrección del 1963, encabezada por Manolo Tavárez Justo.

Se ha querido ocultar, que este, Manolo Tavárez Justo, siempre compensó sus limitaciones y carencias, con los recursos del chantaje y del soborno, y que, al fin y al cabo, él mismo cayó, vilmente, víctima del chantaje y la extorsión de las alimañas y sabandijas que creó.

Fidelio Despradel lleva a cabo hazañas de conjeturas en las que pretende convalidar lo peregrino y remoto como algo real. Según su lógica, la comedia, parodia o tragedia bufa de la insurrección del 14 de junio en el ’63, fue una derrota militar pasajera, pero no política. Lo cual es un sofisma mediocre, que da cuenta que, en cuanto a inteligencia, Fidelio Despradel es un verdadero eunuco, que no es capaz de producir una idea válida.

Según su teoría, el atolladero y tollo de la parodia de marras y la muerte del cabecilla representante de la misma, Manolo Tavárez Justo, fueron factores que confluyeron para que se produjera la insurrección de abril, de la que delira y alucina afirmando, que fue una revolución democrática triunfante, cuando apenas iba empezando; argumentajo sucio, rastrero y propio de pordioseros de la teoría revolucionaria, que no es otra cosa que una reedición de la teoría de los terroristas de los siglos XIX y XX, de los héroes activos y las masas pasivas, que necesitan de estímulos o catalizadores, como el asesinato de personalidades del mundo político, en especial, para que se sumen y se incorporen a la lucha; o de la índole peregrina de que el grupo 30 de Mayo, que fue organizado por la CIA y el espionaje norteamericano, con sus agentes vernáculos y la alta jerarquía católica, le dio muerte al tirano por el asesinato que éste llevó a cabo contra las hermanas Mirabal y su chofer, Rufino de la Cruz; desconociendo que crímenes no menos horrorosos llevó a cabo la dictadura durante sus 32 años, como puede citarse, en términos personales, el de los esposos Martínez Reyna, en el que la señora de Martínez Reyna tenía cinco meses de estar preñada, y muchos casos por el estilo, que suman montones.

Según la disparatosa y patológica dialéctica de la estupidez que enarbola Fidelio Despradel, después de todo, el asesinato del Archiduque de Austria a manos de un terrorista serbio, fue un acto revolucionario, puesto que ese fue un pretexto-motivo para el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, y fue casi en los finales de ésta que se produjo la gran revolución socialista de Rusia, bajo la dirección de Lenin y Stalin, a la cabeza del Partido Bolchevique.

Con especuladores subjetivistas y cultores de conjeturas peregrinas, como esta basura y canalla de Fidelio Despradel Roque, no se necesitan los filósofos ultra-idealistas y metafísicos, ni los periodistas sensacionalistas. Con Fidelio Despradel Roque, sobra y basta.

La real naturaleza ideológica y política de Fidelio Despradel, como provocador y aventurero, conducente a todo movimiento en que participa al fracaso, nada puede sustituir, como ejemplo ilustrativo, el sainete de la insurrección del ’63. Pero su incapacidad ideológica y política queda palpablemente confirmada en que, habiendo quedado como el espantapájaros líder del 14 de Junio, después de la Guerra de Abril del ’65, ya antes del ’68, el Movimiento 14 de Junio saltó hecho añicos. Pero ya antes, había llevado a la muerte a jóvenes impensantes y con vocación de aventureros, por sus raíces sociales de clase, lo mismo que los convirtió en ladrones y asesinos, precursores de los espectaculares asaltos modernos.

La cuestión de la importancia o el interés de la parodia o comedia del teatro bufo, de lo ridículo, que fue la insurrección del 14 de Junio en el 1963, no puede estribar ni estriba en las narraciones de los pormenores y sucesos, del desconcierto y atolondramiento de los miembros de aquellos que dieron en llamar, para su autocomplacencia, como guerrilla, ni en el momento en que éste o aquel otro murió, ni cómo el pendejo y estúpido del engreído de Manolo Tavárez Justo creyó en que no lo iban a matar, porque era tenido como una gran personalidad y destacada figura. Ahí está el ejemplo, eso le alentaron a creer, y cuando lo capturaron, resultó que la orden era, exactamente, fusilarlo, tal y como sucedió.

 

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