PROGRAMA INVITADO LUZ MAS LUZ

GROTESCO REVISIONISMO DE LA HISTORIA UNIVERSAL EN SU CAPITULO NACIONAL DOMINICANO DEL OPORTUNISMO CASTRISTA Y SU ACADEMIA DE LA HISTORIA CUBANA

En sus ansias y apetencias expansionistas de supuesta potencia regional usurpan la identidad nacional dominicana para fraudulenta y mendazmente atribuírsela a las hordas haitianas y así buscar la destrucción de la República Dominicana

11-02-2014

 

Queremos que los oyentes del programa “La Voz del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO)”, como los lectores de “¡Despertar!” digital, o de Internet, presten suma atención a este trabajo que, como en otras oportunidades, acogemos como programa invitado del programa científico, histórico y cultural Luz Más Luz, cuya producción semanal está a cargo de la doctora Daisy Molina Decamps, al cual está tan apegada como si fuera la niña de sus ojos.

La importancia singular de esta nueva producción que acogemos ahora es que, en el mismo, se desmonta la usurpación y falsificación, como el grotesco revisionismo de la historia universal, en su capítulo nacional dominicano, que es perpetrado por el complot en común y la conspiración de los países imperialistas europeos, de la Unión Europea, como del imperialismo norteamericano, y con la bendición y servicios de prostitución universal de esa infamia ignominiosa que, para el género humano, es la Iglesia Católica-Vaticano, portaestandarte de la esclavitud, del parasitismo, del oscurantismo y de cuantas aberraciones, especialmente de la sociopatía, como la adicción viciosa a los asesinatos de seres humanos y todo cuanto sea crimen y vejamen contra el ser humano, que no otra cosa es el cristianismo en general y el catolicismo en particular, con su Iglesia Católica-Vaticano, que ahora está en cueros en pelota, estigmatizada y establecida como un antro, desde siempre, de la homosexualidad y el lesbianismo, y especialmente de la pederastia, con su dios reclamando “dejad que los niños vengan a mi”, o uno de sus pederastas consagrado como supuesto santo suyo, con su lema “sólo basta que sea un niño para yo amarlo”, como se puede leer en la gran pancarta que del rufián ensotanado italiano, el tal Juan Bosco, exhibe la orden de aberrados llamada salesiana, en la avenida 27 de Febrero esquina Doctor Delgado, de la ciudad capital, que tan perfectamente se puede apreciar y leer desde el elevado que le cruza por el frente.

Este asunto de la condición de podredumbre total, y de amoralidad y antiética insalvable e irreversible, del antro de marras de la pedofilia, la homosexualidad y el lesbianismo; todos atentados directos a la continuación, reproducción y perpetuación de la especia humana; de ahí que el cristianismo y el catolicismo, sean contra-natura; como se puede, de nuevo, palpar y comprobar, con las actividades hipócritas y pervertidas del actual carnicero criminal, de lo que es prueba su respaldo y participación en los crímenes de lesa humanidad de las dictaduras militares de Argentina, y del general muerto cumpliendo varias condenas a cadena perpetua, Rafael Videla, que además tiene el perfil propio del pedófilo, según el protocolo de la sicopatología siquiátrica de estos aberrados, como lo es ese apóstol de la haitianidad y de la antidominicanidad, Regino Martínez, que es un jesuita pedófilo, con aplicación en las negritas infantes haitianitas; como al fin y al cabo esperamos que bien pronto salga a la luz pública y se esclarezcan muchos aspectos de los motivos personales que aguijonean las aberraciones anti-nacionales de esta sabandija.

Pero queremos llamar la atención a dos casos que, de por sí, no ameritan explicaciones mayores, y robustecen nuestro juicio de la podredumbre irreversible de la Iglesia Católica-Vaticano: Uno es el de su sucursal de Polonia, que sirve de trinchera-refugio, tanto al monstruo pedófilo del Juncalito, Alberto Gil, cuyo nombre real es Alberto Wojciech Gil, así como del Nuncio Apostólico y Embajador de la casa de dios Jesucristo “La Santa Sede” y el Vaticano ante el país, Joseph Wesolowski, que no hacía otra cosa que sodomizar y corromper, en vicios y aberraciones de amoralidades de corrupción sexual, a niños de todas las edades, “dejad que los niños vengan a mi”, “sólo basta que sean niños para yo amarlos”.

Dicha sucursal a escala mundial, así como juega su papel de refugio de tales monstruos, por igual dice que en los escenarios internacionales hay un empecinamiento injusto y unilateral contra la Iglesia Católica-Vaticano, al no aceptarle y apoyarle en sus habituales sacramentos pedófilos y enaltecimiento de la pederastia.

O bien, el caso del nuevo Nuncio y negro africano maricón, que la sotana negra o crema, desahogada o ajustada, no puede ocultar, porque sus afeminadas gesticulaciones han sido tan estimuladas en la vida del lobby gay vaticano, que ya sus inclinaciones están fuera de control y, al parecer, el uso descontrolado y sicótico de hormonas femeninas ha hecho sus estragos. El nombrado Jude Thaddeus Okolo, con el título de Nuncio, o Embajador representante del alias Papa Bergoglio, concurre donde el Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, que tiene fama muy conocida en su vida de católico a ultranza de cojear de la misma pata que Wesolowski y que Alberto Wojciech Gil, además de que es un alcohólico, enfermedad equivalente a adicto a las drogas, lo mismo que su queridísimo hermano, ejecutivo del órgano del Opus Dei, el Semanario “Camino”, y dice que el motivo de esa visita es de indagatoria e investigación de la verdad, causas, raíces y formas de la pederastia, y si ésta es o no una tara y aberración amoral por cuanto: “sólo dios jesucristo puede juzgar a los hombres, y a sus pastores o curas pedófilos criminales en particular”.

Para la Iglesia Católica-Vaticano, la crisis y destrucción de República Dominicana sería una fuente masiva de preservación de sus privilegios, y reforzaría sus vínculos con el imperialismo norteamericano y europeo, y para sus aberraciones, como la pedofilia, les permitirían tener acceso a millones y millones de niños desamparados y huérfanos.

Resulta que, además del interés obcecado de los fracasados y depravados grupos dirigenciales haitianos, que ancestralmente sólo han servido como depredadores y viles mercenarios, vendidos al mejor postor de ocasión, en la lucha contra la República Dominicana, hay que resaltar el interés, por razones de podredumbre y medio de quitarse del camino y de encima el ejemplo avasallador de la historia íntegra, cabal, completa y total de la nacionalidad dominicana, de la nación dominicana, hasta constituirse como Estado libre, independiente y soberano, logrando reconquistarlo; que es por lo que, a los cubanos mercenarios castristas tanto les duelen las notas y estrofas del Himno Nacional Dominicano, el que reivindica que seremos libre e independientes una y otra vez, no importan las cadenas de la esclavitud social y nacional que tratan de imponerle a la República Dominicana, lo que se ha demostrado incluso ante el imperialismo norteamericano, en el 1916 y en el 1965 y sus tropas invasoras.

Precisamente, de lo que carece Cuba, al igual que Venezuela, es de la trayectoria del ciclo histórico completo de la nacionalidad, y sus vicisitudes hasta su cristalización; de la nación hasta su cristalización; del Estado nacional libre e independiente hasta su cristalización; y de ahí la interminable e indesmayable epopeya de luchas por su preservación.

¿Acaso Cuba y sus actuales canallas mercenarios y renegados oportunistas y social-traidores que la dirigen, de los Castro y compañía, pueden exhibir, paso a paso, este pergamino que acredita la identidad nacional dominicana?

Ni Cuba ni Venezuela y mucho menos Haití, poseen los peldaños y escalafones de ese ciclo completo que es, a la luz de la historia universal, la mayor gloria y la mayor prueba de la autenticidad de su identidad, idiosincrasia y cultura nacionales.

Los centros de estudios históricos y de antropología cubanos y venezolanos, pero sobre todo los centros cubanos, que es un país que se dice socialista y alguna vez se dijo regirse por el marxismo-leninismo, hasta que descubrieron el efímero y fugaz pensamiento de Martí, al que llaman martiano, que no es más que puro positivismo kantiano, y así, ahora, se dicen martianos.

Son los centros cubanos de su historiografía, o más bien de la manipulación de la historia, de la filología, de la semántica y la lingüística, con marcado y acentuado carácter anticomunista, antimarxista y antileninista, y así, obedientes como lacayos sumisos a la filosofía y las otras ideologías del imperialismo y la reacción, incluso la escolástica oscurantista católica; dichos centros, dirigidos por oportunistas y degenerados como Eusebio Leal y Marta Harnecker, los que han acuñado, sin haber escudriñado la realidad de los hechos del proceso histórico a lo largo de sus pormenores, la aberración de que, la auténticamente original cultura de la isla de Santo Domingo, no es la de la República Dominicana, sino la haitiana; nos acusan hasta de carecer de identidad nacional, incurriendo, esos desalmados canallas cubanos y sus mercenarios, en lo de ladrón juzga por su condición.

Y esto lo repiten todas esas sabandijas, como la prostituida y degenerada Minou Tavárez Mirabal, con menos masa gris en su cerebro que un pollo, y en la que la masa blanca encefálica, que anida las bajezas, la vulgaridad, los vicios y sus efectos de desenfreno, ocupa más y más terreno, llegando a ser el amasijo inmundo que es hoy.

¡Carajetes! Verdaderos carajetes cubanos que, por ser chauvinistas cubanos martianos, llegan al país, con un cuchillo en la boca y uno en cada mano, a realizar sus necesidades materiales y deformaciones incubadas en sus cerebros; ante la refutación de sus falacias de la supuesta representación y autenticidad original de la lucha contra la esclavitud que encarna la historia de Haití, en desmedro, según sus fabulaciones, de la historia nacional dominicana, en lo que viven extraviados y perdidos como robinson crusoes, por lo que sólo atinan a ver el árbol, pero no el bosque, y si se adentran en éste no pueden, como filisteos e ignorantes, diferenciar ni un hecho de otro, como tampoco un árbol del resto de los árboles del bosque.

Con perdón, mañana continuamos con estas palabras preliminares. El espacio del tiempo impone dar cabida a las dos primeras partes del programa invitado ya mencionado, y mañana continuaremos, tanto con estas palabras preliminares, como con las otras dos partes más del susodicho programa invitado que disfrutarán a continuación:

 

Al pretender asumir como suyo lo que no es, y apelar a la versión absurda, y contraria a la verdad histórica de que, hasta la fecha de ser proclamada la independencia de Haití, en 1804, el de Haití era un pueblo que languidecía bajo el yugo infame de la esclavitud desde hacía tres siglos, difundida esta vez a través de una carta abierta, publicada en francés en el periódico de las élites haitianas “Le Nouveliste” para, según su autor, un haitiano de nombre Robert Pared, restablecer la verdad de determinados hechos históricos; lo que hace no tiene otro nombre que no sea una grosera usurpación, y lo que realmente persigue es ocultar que la fisonomía nacional dominicana comenzó a esbozarse por lo menos dos siglos antes que la haitiana, usurpando esta parte del proceso del desarrollo de la nacionalidad y la nación dominicanas, para adjudicársela al de Haití; y no reconocer que la rebelión de los negros esclavos se inicia en la isla dentro del marco del desarrollo nacional dominicano, no del haitiano.

Pero resulta que para ese señor Pared, autocalificado campeón de la objetividad histórica, la objetividad histórica no es más que vulgar pragmatismo. Sólo es verdad lo que me conviene; ya que el señor Pared es el que parece no querer recordar la verdad sobre determinados hechos históricos, cuando, sin guardar el menor pudor señala, en esa carta, como una verdad histórica, la falsedad de que el pueblo de Haití nació cuando llegaron a la isla de Santo Domingo los primeros esclavos procedentes de Africa, lo que aconteció en 1518, cuando la isla era colonia española, y siglo y medio antes de que se iniciaría la ocupación de los franceses de la parte Oeste de esta isla de Santo Domingo, o La Hispaniola, en la que los franceses terminaron fundando la colonia de Saint Domingue, que posteriormente se declararía independiente, como Haití, en 1804.

¿Por qué el señor Pared olvida la verdad histórica, como si ésta dejara de existir, porque él no quiere tomarla en cuenta, de que esos esclavos negros procedentes de Africa, fueron traídos a la isla por razones relacionadas con los intereses de un conglomerado social, en ese momento bajo la condición de colonia de España desde 1492, siendo prueba de ello que esos esclavos nunca hablaron el idioma francés sino el español?

Sin embargo, la usurpación que hace Pared, hay que reconocerlo, no es un asunto particular suyo, sino que parte de usurpaciones y manejos de verdades aparentes, que se impusieron como verdades inconmovibles. En lugar del desarrollo del proceso histórico real de conformación de la nacionalidad, la nación y el Estado nacional de la República Dominicana, que, como si se tratara del suplicio de Tántano, siempre, detrás de tales falsificaciones, como un titiritero que mueve los hilos de sus títeres, está, la Iglesia Católica, su Papado en aquella época, y el Vaticano en ésta, a la cabeza de los que conspiran contra la nación dominicana, desde dentro de la nación dominicana, y la que en gran medida ha sido la artífice de las dos mitologías históricas, la una para República Dominicana y la otra para Haití.

Cuando se trata del desarrollo histórico de la nación dominicana, en la mitología, todo aparece como nebuloso, y en el caso de Haití, que también cuenta con otra mitología de su historia, ésta tiene la versión de aparecer con fechas definidas para cada evento histórico, como si se tratara de la formación por decreto, y no un proceso en desarrollo de este conglomerado social.

Y a todos los une una sola cosa, pretender desconocer el papel que desempeñan las masas populares en la historia, asunto que adquiere especial importancia en nuestra época, que es la del imperialismo y su modelo neoliberal globalizado, que sojuzga a los pueblos y naciones, por un lado, junto al movimiento de resistencia de estos pueblos y naciones, por el otro lado; como parte de ese proceso histórico natural, del surgimiento y desarrollo de la formación que sustituirá el viejo y moribundo capitalismo, pero que no sucederá de modo espontáneo, sino como resultado de la lucha revolucionaria de las masas populares.

La actual situación histórica, rica por el contenido y la multiplicidad de formas de lucha, refuta, de un modo práctico, todas esas teorías que niegan el papel decisivo de las masas populares, y el desarrollo progresivo inevitable de la sociedad; razones éstas que explican el esfuerzo de los centros de propaganda imperialistas y cristianos, católicos y evangélicos, para evitar que las masas tomen conciencia y se hagan dueñas de su propio destino.

En el 1516 llegan a la isla de Santo Domingo los padres jerónimos, para encargarse de la gobernación de la misma, una vez la Iglesia Católica y su papado toman el control directo del reino de España, con el cardenal Cisneros en la condición de regente.

Los jerónimos llegan a la isla con la iniciativa precisa de producir azúcar para exportar, así como de importar esclavos negros como fuerza de trabajo.

La Iglesia Católica y su Papado, se convierte así, en la isla, en la mayor esclavista negrera hasta inicios del siglo XVII, cuando la Iglesia Católica y el Papado, desde finales del siglo XVI, cambian de estrategia y pasan a favorecer el control político del reino de Francia sobre el de España; porque este país, Francia, precisamente había pasado a ocupar la posición de primer actor en el tráfico de esclavos negros, no escatimando ni los más criminales procedimientos, como, por ejemplo, las llamadas Devastaciones de Osorio, para que la colonia de Santo Domingo quedara bajo el control político de Francia, y se convirtiera en colonia francesa.

Es a partir de 1518, cuando la cantidad de negros esclavos fue aumentando de tal forma en la colonia española de Santo Domingo, que, para 1546, mediados del siglo XVI, y todavía 120 años antes de comenzar la penetración francesa en la isla, la isla La Hispaniola, o de Santo Domingo, por vía de la industria azucarera, se había convertido en una colonia española en donde todos sus pobladores, sin excepción, hablaban el idioma español, pero con una población de un origen étnico africano de un 70% y siendo el resto, de origen blanco, en un 70% nacido en la isla.

En ambos conglomerados étnicos, su pensamiento reflejaba, por tanto, la realidad de la isla, más que la de España o la de Africa, para esa fecha.

Es por eso que, a mediados del siglo XVI, la Iglesia Católica, a pesar de estar enquistada en el aparato burocrático-militar del imperio español y formar parte de su Estado, al morir Cisneros, no pudo mantener el absoluto y casi monopólico control de la industria azucarera y de la trata y posesión de esclavos negros en la isla de Santo Domingo, ante el empuje de los productores de azúcar no eclesiásticos; y así, tampoco pudo impedir que la población colonial española de Santo Domingo, a su vez, negociara con países rivales a España, con los cuales intercambiaba mercancías que, en calidad y precio superaban la oferta de la metrópoli; convirtiéndose este intercambio en una actividad de primer orden para la prosperidad de la colonia; y fue el motivo principal que determinó, a su vez, la aparición de un rasgo cultural en los pobladores de la colonia española de Santo Domingo, que acentuaría el agrietamiento del vínculo entre la metrópoli colonialista y su colonia, propiciado por la misma metrópoli, España, pues, prácticamente había abandonado, detrás del oro descubierto en el continente, a esta colonia suya en la isla de Santo Domingo; rasgo cultural que consistió en desafiar el control político militar y religioso impuesto por España, expresión, por tanto, de que los intereses de los pobladores de la colonia ya no eran los mismos que los de la metrópoli; de manera que ya, a mediados del siglo XVI, estaban presentes y se manifestaban factores que estimularían el desarrollo de la nacionalidad dominicana, como es el mencionado.

De modo que, las rebeliones de los esclavos negros se desarrollan en medio de un escenario caracterizado porque el conglomerado colonial de allí comenzaba a perfilar una fisonomía particular.

Los negros bozales, que eran los empleados en labores intensivas de producción, fueron los que llegaron en 1518; pues los negros ladinos, que eran los africanos occidentalizados en Europa e integrantes del séquito de servidores de nobles españoles, habían pisado tierra americana antes de 1501; y Nicolás de Ovando, Gobernador español de la isla de Santo Domingo o La Hispaniola, desde 1502 hasta 1509, al final de cuyo gobierno sólo quedaban unos 60 mil indígenas empadronados, calculándose en más de un millón los que fueron eliminados por el comendador de Henares, miembro de la orden católica militar de Alcántara, Fray Nicolás de Ovando, siguiendo la encomienda expresa que trajo, y que en su cláusula 21 dice que, al tiempo que procurará la conversión de los indios al cristianismo, no permitirá la entrada de personas sospechosas en la fe, como moros, judíos, herejes, convertidos, salvo si fuesen esclavos negros que hayan nacido en poder de cristianos; por lo que este prelado católico cristiano, al mismo tiempo que asesinaba la población indígena, como medida de cristianización, como fueron los genocidios que cometió en Jaragua y en Higüey en el 1503, trató de introducir también a los esclavos negros ladinos para sustituir la fuerza de trabajo indígena, intento que no tuvo éxito y que detuvo temporalmente la entrada de negros a América, ya que los esclavos negros se rebelaron, junto con la población taína, en contra de los españoles.

La vida de los esclavos estaba reglamentada, tanto por el gobierno español como por los dueños y la propia Iglesia. Pero resulta que la Iglesia Católica representaba más del 50 por ciento de los propietarios en la isla; por lo que la supervivencia de los esclavos dependía casi exclusivamente de la Iglesia Católica.

La Iglesia Católica en la isla, no sólo exigía que los africanos debían abandonar sus creencias religiosas desde el mismo momento en que llegaban al puerto antillano; y la venta de los negros no se podía hacer sin que éstos recibieran el bautizo, sino que, también, los malos tratos que sufrían los esclavos eran impuestos por la Iglesia, y por lo tanto, corrían por su cuenta.

Al año siguiente de la entrada masiva de esclavos negros en la isla de Santo Domingo, es decir, en 1519, los indígenas pobladores originarios de la isla, se habían sublevado en la sierra de Bahoruco, encabezados por el cabecilla taíno Enriquillo, resistencia que duró de 1519 a 1533; y a la que también se sumaron decenas de negros rebeldes, aprendiendo con el hispanizado jefe indígena -que pactó con los colonialistas españoles, traicionando a decenas de negros que fueron entregados y otros perseguidos por los principales colaboradores de Enriquillo- a enfrentar las tropas españolas con ataques por sorpresa, emboscadas, ataques nocturnos, y adentrarse en las montañas para producir los alimentos de los grupos rebeldes, etc.; por lo que, tan temprano como el inicio de la década del 1520, se producen las rebeliones y ya, para finales de ésta, en 1530, estaba aperturado el espacio político que fue conquistado por la población negra, mulata y mestiza, dentro del marco de la dominación colonial española, y no francesa.

 

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