Los parásitos y depravados de la infame Iglesia Católica-Vaticano demuestran estar aferrados con uñas y dientes a sus privilegios irritantes a costa de la autodeterminación del pueblo y la soberanía nacional dominicana SE DEMANDA ESTADO LAICO, SOCIEDAD LAICA 11-06-2013
Con una prefabricada manifestación de fanatismo irracional e impensante, los círculos secretos de la Iglesia Católica-Vaticano han llevado a cabo una ridícula y reaccionaria manifestación de respaldo al Concordato y al déspota criminal y concupiscente del cardenal metesentodo. Esta manifestación es en respuesta a la demanda, de parte de un llamado "movimiento dominicanos laicos.com", de que se elimine el Concordato y que el alias cardenal se retire y deje de practicar el injerencismo y la usurpación en el Estado dominicano. Así, los parásitos atrincherados en su bastión de ignominias improductivas, de oscurantismos y supersticiones atávicas en las que se reconfortan con sus alucinaciones y desvaríos, que en su paranoia las declaran divinas, las santifican y terminan por darles significación escatológica, en cuanto las emplean como medio terrorífico, de pánico y miedo ante su iracunda deidad suprema, nacida de la ignorancia y los temores, acaban de poner de manifiesto, que no están dispuestos a permitir que la nación Dominicana rescate su soberanía nacional conculcada, la dirección de la nación, que se ejerce por vía del Estado castrado y sometido a fines contrarios a su naturaleza y a las funciones que la sociedad y la nación le tienen asignadas, y para lo que crean dicho Estado y le asignan funciones especializadas y pertinentes; todo lo que el Estado no puede llevar a cabo meritoria ni eficazmente, una vez que el Concordato y los parásitos ensotanados, desde su bastión, contrapuestos a las fuerzas motrices del progreso que hacen del alma de la historia y su desenvolvimiento progresivo, anulan la soberana majestad laica-secular del Estado, y le degeneran, una vez que lo ponen al servicio de sus enajenados fines mágico-fantásticos y de su dogmática supersticiosa y de hechicerías pertenecientes a remotos tiempos antidiluvianos; pero de forma expresa la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo, que es el bastión del reaccionarismo y el regresionismo en todas sus manifestaciones, se empecinan en arrebatarle a las masas populares, que forman el cuerpo y los músculos, la sangre y alma de la República y de la nación Dominicana, el inalienable derecho de las masas populares de decidir su propio futuro y su destino, decidiendo por voluntad libre y propia, el sistema de organización social, económica y política de su preferencia y de acuerdo a sus metas en la lucha por enfrentar y resolver la problemática de su vida y de los suyos; esto es, la autodeterminación, que es un derecho que adquieren los hombres y mujeres, las sociedades y las naciones que al madurar se hacen adultas y, como tales, están plenamente conscientes de los objetivos y fines que persiguen para la realización de su vida y de los demás. La resistencia de parte de la Iglesia Católica-Vaticano, de esa trinchera de infamias, engaños, supercherías, supersticiones, crímenes, privilegios vergonzosos como onerosos y todas esas basuras que rubrican la desigualdad, la división irreversible de la sociedad, para culminar refrendando la existencia de un régimen basado en la explotación y la opresión de la inmensa mayoría del pueblo, al que se le enajena el acceso a las riquezas (patrimonios nacionales) como al disfrute de la educación, la salud, la alimentación y a la satisfacción de sus necesidades más perentorias e inaplazables, ha quedado de manifiesto, tanto en la cínica como sarcástica respuesta, saturada de arrogante prepotencia, que de inmediato evacua el despótico usurpador de los bienes del pueblo y por igual de los recursos del Estado Dominicano, del que ni él ni su institución son partes del mismo en buena ley, ya que la Iglesia Católica-Vaticano es una institución no secular ni laica, sino de carácter mágico-fantástico supersticioso y del mundo de la superchería, pero por sobre todo, que no es ni tiene carácter nacional ni es parte de la nación Dominicana, sino en este terreno es total y absolutamente extranjera, parte de un Estado extranjero que es el llamado Estado Vaticano, un artefacto, aparato artificial o adefesio, sino un esperpento, del reaccionarismo de las cavernas, al que, para reafirmar su ignominiosa tara de institución esquizofrénica paranoica y retrógrada, le han endilgado el asqueroso san benito de la santa sede, o sea, que llegan al desvarío, en su condición de constante alucinación paranoica, de determinar que allí tiene su sede y su casa la deidad imaginaria e ilusoria que viene siendo arrastrada como una tara dogmática, a la que llaman dios, al que a su vez dividen en tres partes distintas y después las unen en una sola, de acuerdo a los movimientos de su desequilibrado cerebro intoxicado de esquizofrenia paranoica. Pero no obstante, junto a la ensarta de groseros y burdos disparates, de los que por creer en ellos están los centros de enfermos mentales llenos y forman los manicomios, de los que, para poder dar una somera idea de la magnitud del desastre que tales aberraciones generan, ya es una genialidad la que expresa que: en los manicomios e iglesias cristianas, no están todos los que son, ni son todos los que allí están. Ese abominable y despreciable sujeto. el alias cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, junto con las ensartas inconmensurables de mentiras que esgrimió, terminó por admitir que cada vez son más numerosas y diversas las legiones de enemigos que justamente le ha granjeado su santa y divina vida. Así, dijo, con cinismo propio de un can: "Oro y bendigo a mis enemigos". Lo que hace pensar lo contrario, en cuanto a que sus prácticas y acciones no son tan santas ni tan justas. Es claro y harto evidente que el alias cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez es un espécimen del mundo del Marqués de Sade, y que ostenta y alardea, hasta con pocos o ningún escrúpulo, de un alto grado de esa aberración del sadomasoquismo, que casi siempre acompaña la esquizofrenia, sobre todo cuando ésta es la base, a su vez, de una sociopatía criminal y asesina, que al fin y al cabo termina predominando sobre todas las demás patologías de desorden de la personalidad cuando esas confluyen en un mismo individuo, lo cual es simple y llanamente catastrófico y casi siempre culmina siendo dramáticamente trágico. Pretende, con su cinismo, humillar a sus víctimas dando espectáculos de hipócrita conmiseración que nadie se las ha pedido. Esas expresiones del alias cardenal demuestran que su naturaleza es equivalente a la de un cocodrilo o a un verdugo que justifica su abominable trabajo aduciendo, como lo hizo el gobernador de los campos de exterminio nazi en el cuento de Jorge Luís Borges, de enarbolar la grandeza de su sentido de la responsabilidad una vez que, en el tiempo que ocupó el cargo levantándose a las 4 de la madrugada, no dejó ni un segundo durante todo el día en cumplir estrictamente sus funciones. Pero esas cabriolas suyas, del alias cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, no logran ocultar que en realidad la infame, parasitaria, supersticiosa y hechicería como retrógrada Iglesia Católica-Vaticano, está atravesada de pánico y miedo, siendo evidente que no quieren perder su mundo parasitario y de privilegios. De asistirle o sentirse con derechos adquiridos en buena lid, no dudamos de que lo hubiesen, el alias cardenal Nicolás de Jesús Hildebrando Borgia López Rodríguez, los demás prelados y los alias curas callejeros y de parroquias, esgrimidos y defendidos como gatos boca arriba. Sin embargo, es evidente que se ponen iracundos y se tornan agresivos, por cuanto se trata de fanáticos esquizofrénicos paranoicos, con su materia de alucinación y divagaciones perfectamente conocida; y a la vez conscientes de que lo suyo, nada tiene que ver ni con la razón ni con el razonamiento, como tampoco con la realidad concreta y objetiva. Este cuadro es el que explica que, tan pronto el viernes 7 de junio se produjo el reclamo, que fue reprimido por la Policía Nacional, puesto que ésta es una dependencia de la Iglesia Católica-Vaticano a través del Vicariato Castrense, y, como se ha de recordar, el carnicero matón Jefe de la Policía Nacional y sus escuadrones de la muerte o divisiones del terrorismo y crímenes de Estado, hace poco expresó que lo suyo es aplicar “el pensamiento de su eminencia, reverendísimo alias cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, o simple llanamente un cagalatraba de la inquisición actual, que se ampara en el Concordato. Así, apenas antes de las 24 horas después, o sea, ya el sábado 8, se produce una manifestación de jóvenes en respaldo del alias cardenal y del Concordato. De por sí resulta muy, pero muy revelador, de que los zánganos vividores ensotanados y parásitos, divinos como sagrados, cuidan sus privilegios y patente de corzo de la impunidad a sus desafueros, como la niña de sus propios ojos. De igual modo, sería interesante observar a esos grupos de choque que la Iglesia Católica-Vaticano está preparando y organizando para intimidar y aterrorizar al movimiento histórico que día a día se robustece y se expande de: renuncia (denuncia) del Concordato, poner fin al Estado teocrático católico imperante; formal declaración del Estado y la sociedad laicos, al igual que la educación, las escuelas, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, como todas y cada una de las dependencias del Estado. La Constitución, no sólo que al establecer que la fuente de Poder de los órganos del Estado procede de la voluntad del pueblo, está instaurando las bases del Estado laico, pues tal artículo constitucional, presente en la actual reformada, no deja espacio ni lugar para lo de que el Estado es fruto de la voluntad de una entelequia mágico- fantástica como preconiza ese adefesio supersticioso del cínicamente llamado derecho natural divino, de manera irresponsablemente contradictoria: puesto que, si es divino, no es natural, y, si es natural, por ningún lado es divino. ¡Dejémonos de vagabundería! El reconocimiento e inclusión en la Constitución de ese precepto, que ha estado presente en la Carta Magna de la República desde la del 1844, es la línea demarcatoria, que respetada, no permite la legitimidad ni la vigencia legal del engaño de un Concordato, que preconiza exactamente lo contrario, por cuanto en todo estos adefesios se erige la supuesta voluntad divina, que es una mitología o leyenda de las calendas antidiluvianas, en lugar de la voluntad del pueblo, para así anular la autodeterminación del pueblo, cuyo ejercicio es la fuente de la democracia; en tanto y por el contrario, su inclusión en la Constitución es una pieza vital que sienta las bases del Estado de Derecho y de la democracia, los cuales jamás serán posibles con la vigencia de un Concordato, por demás inconstitucional, ilegal e ilegítimo, con todos los vicios de consentimiento contractuales, siendo los acuerdos internacionales, de hecho, contratos y no otra cosa. En aras de defender lo indefendible a la luz del derecho y la civilización, que la parasitaria Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo, buscando mantener sus privilegios y su exención de pago de impuestos, como de estar exento por igual de las persecuciones judiciales, una vez que el Concordato le otorga a los sinvergüenzas y degenerados curas la condición especial de un diplomático, y a cada iglesia, de una embajada de un país extranjero, lo que a decir verdad, está bastante cerca de la verdad, o sea de la realidad, por cuanto la Iglesia Católica-Vaticano no es por ningún lado dominicana, y sus alias sacerdotes o curas como sus prelados, monseñores, obispos, cardenales, etc. son súbditos del Vaticano, sin que éste les permita ser ciudadanos de ningún otro país, sino súbditos del Vaticano, esto es que ni siquiera tienen categoría de ciudadanos, son más bien siervos de la gleba y casi eunucos, que por no castrarlos se convierten en depredadores sexuales. La eliminación, mediante denuncia o anulación, del Concordato, del Vicariato Castrense y del Programa Nacional de Educación Católica o Programa San Rafael, es un solo paquete, que conlleva penalidades y miserias muy bien conocidas para el país y el pueblo dominicano; puesto que la República Dominicana paga tributaciones coloniales a la metrópoli que es el Vaticano, al que de una manera descabellada e inescrupulosa se le reconoce y otorga soberanía internacional, en tanto nuestro país tiene, apenas de palabra, soberanía nacional. Los que fueron a esa manifestación y son manejados como burros y borregos llevados al matadero, a nombre de la ignominia estrafalaria de esa aberración que llaman fe, en la época del Internet, de los satélites espaciales, del genoma humano y los software, deben saber que lo que están respaldando es que a la Iglesia Católica-Vaticano y a sus depravados y degenerados sacerdotes de la hechicería, puesto que no otra cosa es la maldita religión cristiana, tanto católica como las protestantes, vivan de las cargas tributarias de impuestos que pagamos todos los que no somos católicos ni creyentes ni supersticiosos, sino enemigos y contrarios a esas nocivas prácticas, por cuanto estamos al lado de la ciencia y somos, no sólo ateos, sino materialistas. Y no es justo que nuestros impuestos ¡carajo! se los den a esos holgazanes y parásitos que están atrincherados en la Iglesia Católica-Vaticano diciéndose divinos, y no siendo más que parásitos y vividores. Si los católicos y cristianos quieren que sus alias curas o sacerdotes como los degenerados monseñores, obispos, cardenales, nuncios y los alias papas o reyes, sin otro abolengo que su sangre podrida de infames y canallas, tengan una vida de abundancia y como holgazanes, que los mantengan ellos de su propio peculio. Pero ¡carajo! o ¡coño! Nosotros no tenemos porque financiarle su perniciosa y maldita existencia contra-natura a esos jodidos alias curas, buenos pendejos y holgazanes güevones.
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