POR SU CONDICION DE HEROES DECLARADOS Y CONSTITUIDOS POR LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO DE LAS CLASES EXPLOTADORAS Y OPRESORAS LOS MANOLO Y CAAMAÑO SUS ACCIONES E IDEAS NO PUEDEN SER CRITICADOS

Es la evidencia concluyente de que tanto los corifeos y apologistas como sus héroes próceres y mártires tipo Manolo Taváres y Caamaño Deñó tienen el rasgo esencial común de que nunca dejaron de ser partes y componentes del sistema y su maquinaria

11-08-2014

 

Del señor Manuel Aurelio Tavárez Justo, como del nombrado Francisco Alberto Caamaño Deñó, sus acólitos y seguidores presentan, como los alegatos básicos constitutivos de la defensa a favor de éstos, las muy discutibles y subjetivas condiciones de ambos, según sus particulares puntos de vista: que se trata de dos héroes y próceres nacionales formalmente declarados, establecidos y constituidos como tales, por las instituciones nacionales del Estado, competentes y aptas para ello; con lo que, además de confesar que expresan, su respuesta a la interrogante hecha, como parte obvia de la controversia, que involucra y demanda elucidar, con apego a la verdad, al contenido y significación de los hechos y situaciones en que participaron ambos, cada uno de esos sujetos; de juzgar y evaluar si actuaron correctamente, a la luz y bajo la guía de qué concepciones, del carácter de éstas, si eran o son válidas; o si, por el contrario, eran reflejo y expresión de concepciones erráticas; o bien, por carecer de todo tipo de concepciones coherentes y sistemáticas, como para tener las calidades de concepciones válidas; o si, por el contrario, fueron y se hicieron portadores de impulsos ciegos, fruto de que se negaban a reconocer la necesidad de un pensamiento guía; y así, por dicho camino, se adherían al aventurerismo; y, de paso, acogían, sin siquiera haberlo leído o concluido, como resultado de reflexiones y estudios (porque en estas áreas es poco, por no decir que era menos que nada lo que, al efecto, hacían), a Mijaíl Bakunin y a los teóricos del anarquismo y el terrorismo, como Blanqui, o Max Stirner, Pierre Joseph Proudhon, o Federico Nietzche; si no, los fatales personajes, elaborados siguiendo esas pautas, por los que erigieron la elevación de los excrementos a la condición de materia prima de la actividad intelectual y artística, creando esa aberración fétida que es el existencialismo de los Sastre, Camus, Heidegger, cuyo núcleo es la sacralización y culto de todo cuanto sea miserias humanas; o bien, el enaltecimiento de los crápulas de la sociedad, que son aquellos individuos, desechos morales y disociados, que es el lumpen proletario, pequeño burgueses, burgueses desclasados y hasta terratenientes, así como, por igual, los que componen el punto muerto de la producción y forman los estamentos improductivos, como los curas y ministros religiosos de toda índole y sectas, en los sujetos protagonistas de la historia; en contraposición directa al materialismo histórico, que se fundamenta en la realidad, concreta y natural, de la división de la sociedad en clases explotadores y clases explotadas, así como de la lucha de estas clases y estamentos; cada quien por sus objetivos y fines económico-sociales. Y, en lo que atañe a los comunistas, tomaremos partido por las masas trabajadoras, y en particular por la clase obrera, por lo que su actividad fundamental se centra en la organización, educación y promoción de la lucha consciente, de parte de los explotados, contra los explotadores.

Obviamente que los llamados caamañistas y manolistas, o catorcistas, eran partidarios de cualquier otra cosa, menos de la concepción del materialismo histórico y dialéctico, que es la doctrina creada y desarrollada por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung como sus maestros, y que es conocida como la doctrina comunista o del socialismo científico.

El hecho de que encontremos a esos acólitos esgrimiendo alegatos que nos resistimos a tomarlos como argumentos, presumiendo, por nuestra parte, que para tener dicha calidad se requiere, que lo que aleguen posea la mínima coherencia y elaboración de sistematización, así como que no teman confrontarlo con las otras ideas, ni someter la suya al fuego de las críticas del adversario en el campo de pensamiento; esto es, que no teman al pensamiento crítico; y resulta, quedando así comprobado, que sus inicuos alegatos, de que  tanto Manolo como Caamaño que, a su entender son héroes y próceres, versiones actuales de los dioses y semidioses del mundo de las mitologías paganas, y de las inmundas falacias, de la superchería y el oscurantismo fantástico-religioso, en que se sustenta el cristianismo que, como toda religiosidad, es incuestionablemente de las peores variedades de la esquizofrenia, de la que la negación de la realidad y las alucinaciones y malhadadas ilusiones caracterizan la patología de la esquizofrenia; teniendo en común la ignorancia y la angustia por lo desconocido, que hace de su base de sustentación.

A un comunista, o a cualquier revolucionario democrático y antiimperialista, si son consecuentes y reales, jamás erigen en un alegato para la sustentación de sus ideas revolucionarias las decisiones y disposiciones de una institución del Estado explotador y opresor, o de sus funcionarios; puesto que es un principio elemental de la doctrina revolucionaria marxista-leninista, que tanto el Estado como sus órganos e instancias, poseen carácter de clase; que en la sociedad dividida en clases y basadas en éstas están al servicio de los intereses de los explotadores y opresores, como de la represión, la coerción y la persecución de los elementos pertenecientes a las clases explotadas y oprimidas. Y, volvemos a repetir, y a repetirles en los oídos, tan alto como puedan escuchar los que se parapetan en lo de que, tanto Manolo Tavárez Justo como Caamaño Deñó son héroes, próceres y mártires, por lo que deben ser honrados y exaltados, pero no se deben ni debemos formular críticas en contra de sus actuaciones e ideas. ¿Quiénes los declararon héroes, próceres y mártires, dioses y semidioses? ¿Quiénes son y fueron los jueces?

Negándose a contestar, con respuestas objetivas y de contenido y significado, que merezcan respeto, lo único que hacen y reafirman, los caamañistas y manolistas catorcistas, es corroborar que se trata, tanto de que ellos son parte del sistema y su maquinaria de explotación, opresión, y su superestructura ideológica e instituciones, y que sus íconos de héroes, próceres y mártires tienen indudablemente el rasgo esencial común, de que nunca, en realidad, dejaron de ser partes y componentes del sistema y su maquinaria.

Creemos que fue el nombrado, oscuro personaje, Wellington Ascanio Peterson, quien, en su apologética caamañista, dijo que Caamaño elaboró programas y planes de lucha basados en su experiencia como militar de carrera; dejando, aleccionadora e ilustrativamente de lado, lo más importante, que es lo de: carrera dentro de la maquinaria represiva esencial del poder reaccionario y su Estado, que son las FF.AA., imprescindibles para la explotación y la opresión de las masas populares, y la subyugación, junto con el imperialismo y el régimen oligarquía, de las masas populares; y, que de esos planes y programas, que se basaban, además, en la experiencia de la guerra civil y patriótica de Abril del ’65, el núcleo, y parte principal, era el adiestramiento militar; pero que, el de Caamaño y sus pintorescos seguidores no era un movimiento militarista, sino, ante todo, político y social; porque los sentimientos y pensamientos íntimos y personales, individualmente considerados, según escribe, sesudamente, Wellington Ascanio Peterson, de cada uno de sus integrantes, tenían caracteres políticos y sociales. Ante lo que, se nos ocurre cuestionarnos, y a la vez hacérselo extensivo a pensadores de tan elevados fines, que su propósito era liberar a las masas populares de tener que hacer lo que sólo ellas pueden hacer por sí mismas, que es el núcleo de la ancestral disquisición terrorista aventurera de los héroes activos y las masas pasivas.

Y la pregunta que nos volvemos a hacer y se la hacemos extensiva a los caamañistas y a los manolistas, o ex-catorcistas, convertidos hoy en feligreses del culto divino a los héroes, próceres y mártires de sus propias aventuras: ¿Puede alguien llegar a creer que cada juez, cada tribunal, cada órgano de la prensa amarilla, cada uno y todos los institutos armados que componen las Fuerzas Armadas del Estado Nacional Dominicano, como por igual la Policía Nacional, el ramo judicial del Estado, o el congresional, como de la burocracia administrativa y explotadora como opresiva, al estilo de los tentáculos del pulpo, o las ventosas de las sanguijuelas, si no, de la Iglesia Católica-Vaticano, como de los bandidos ministros de los evangélicos, Testigos de Jehová, mormones, y todas sus sectas infames, no tienen sus convicciones, íntimas-propias e individuales, girando todas alrededor del núcleo central de la defensa y por la permanencia, prolongación y eternización, del régimen éste de explotación y opresión del pueblo, en beneficio de la burguesía, del imperialismo, de sus monopolios y de la Iglesia Católica-Vaticano y las sectas protestantes, por igual parasitarias y supersticiosas?

La respuesta a esta extensa y explícita pregunta es sólo una: que ciertamente tienen esa concepción y a ella obedecen; pero no por eso, a todas esas instituciones y sus representantes, ni se les dice ni se les acepta que digan, que son así un movimiento o un fenómeno o un órgano político-social.

Al parecer, nuestros enjundiosos y vigorosos honorables, dedicados ahora al negocio del culto a los héroes, próceres y mártires como su labor principal, no sólo ignoran la naturaleza de clase del Estado y sus instituciones, como quiénes son los jueces, sino que, ni siquiera han hecho conciencia, a estas alturas del juego, de que el Estado es la primera y más importante de las superestructuras de toda sociedad, particular y especialmente de las sociedades divididas en clases, que viven al fragor de las luchas entre éstas; esto es, de las luchas de clases; y que todo el Estado reaccionario dominicano y sus órganos, en el fondo tienen una inclinación e identificación política, ideológica y de clase.

 

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