MANOLO TAVAREZ JUSTO FUE PORTADOR DE MISERIAS HUMANAS IDEOLOGIA EGOÍSTA ESTRECHA, AVENTURERO Y CALCULADOR, A FAVOR DE SUS INTERESES DE CLASE BURGUESA MEDIA

La actitud práctica de Manolo Tavárez Justo ante los hechos históricos y sus perspectivas desde siempre estuvo movida por el malsano, no bien intencionado objetivo, de usar y capitalizar en su exclusivo provecho personal e individual la lucha histórica del pueblo y de la nación dominicanos

24-06-2014

 

Cada día, y ante cada viraje del proceso histórico de lucha del pueblo y nación dominicanos, sus organizaciones y movimientos, al igual que partidos políticos, con sus grupos dirigenciales, que encarnan a sus protagonistas y partícipes más activos y diligentes, y así, sus respectivas vanguardias, se pone de realce la falta generalizada de una plataforma programática, que sintetice y dé sostén teórico, o de concepción ideológica, por parte de los grupos, movimientos y partidos organizados con el propósito, por lo menos, hecho públicamente, de encarnar esas corrientes históricas, que inevitablemente asumen la formalización del compromiso de luchar en aras de la emancipación social, la liberación nacional (independencia y soberanía) como alcanzar logros o peldaños en la empinada justicia social, como, por igual, en el orden de los derechos y libertades democráticas, públicas y/o políticas.

Cabe enfatizar, que el corte histórico por el que hemos abogado, abarca este período de nuestra historia contemporánea, dentro del marco general de la época moderna, y muy particular y especialmente, la etapa o fase que cabría de catalogare como de los tiempos actuales, en este período de la contemporaneidad, que se despliega a partir de fines del año 1961, que es cuando, por lo menos formalmente, se establece, con todo su alcance real, muy, pero muy relativo, en extremo, como el final de la dictadura tiránica de los 31 años, que abarca desde el 1930 hasta noviembre-diciembre del 1961 (31 años); que, para reafirmar el carácter individualista y gregario, dada la perniciosísima aberración predominante como forma ideológica de la dominicanidad, y, por lo tanto, folklórica y sin ninguna pretensión, lo que tampoco ha de resultar en absoluto extraño, de calidad o carácter objetivo, verdadera, ni mucho menos calidad científica; se dice y se repite, y se sigue hablando, de la dictadura de Trujillo; echando a un lado, con esta denominación o nombre, otorgado a esa dictadura tiránica, y, por lo tanto, en forma e intenciones francamente deliberadas, y así con un marcado matiz ideológico aberrado, individualista y gregario (entiéndase, como si se tratara de pedazos de piedras dentro de una pila de éstas), buscando, con ese nombre, hipócrita y perversamente, ocultar, que la dictadura tiránica, criminal, sanguinaria, fascista, terrorista, corrupta, ladrona, depredadora, fue la dictadura-tiranía de la alianza-colusión del imperialismo norteamericano de una parte, y de la otra parte, la parasitaria y recalcitrantemente reaccionaria, con carácter de cavernaria antidiluviana, de la Iglesia Católica-Vaticano, cuyo Estado, o entelequia de tal, fuera creado por el Duce nacional-fascista Benito Mussolini, en el 1929.

No obstante, el capítulo de esta dictadura tiránica, la cual aún perdura; sin que nadie, con un dejo de honradez y honestidad, pueda atreverse a negarlo ni a dudarlo, que estuvo a cargo, precisamente como mayordomo, sirviente, peón, guapanga; que, según Jorge Amado, en una de sus célebres novelas sobre la vida en el Brasil, de los tiempos que abarcan desde la Primera hasta después de la Segunda Guerra Mundial, en la entonces gloriosa URSS, bajo el liderazgo esplendoroso e irrepetible de José Stalin al frente del Partido Comunista de la URSS, derrotó al nazi-fascismo; en un hecho, que marca con sangre, muchísima sangre, y todavía más fuego e inenarrables sacrificios, la historia universal; guapanga se le llamaba a este tipo, como lo fue Trujillo, de sirviente abyecto, y verdugo criminal, al servicio, como lacayo sumiso y despreciable, del gran poder latifundista, como gamonal se le llama en Centroamérica, aquí Trujillo.

Al enfatizar y subrayar la orfandad olímpica de un punto de vista, de plataforma programática ideológica, doctrinaria, política, táctica y organizativa, como propagandística, que potencializara la necesidad de las cuestiones de educación, organización, y su papel estelar decisivo en tales campos, sin excepción, por parte de las masas populares, es porque eso representa el Talón de Aquiles y el lastre, cuyo peso incalculable, que ha conllevado los continuos e interminables fracasos, de que es sinónimo la historia de esos movimientos, agrupamientos, partidos políticos, y actividades desplegadas en general, justamente alrededor de la lucha y la necesidad de la emancipación social, la igualdad y la liberación nacional del pueblo, la nación y la sociedad de la explotación y la opresión imperante en la República Dominicana.

Lo peor de todo es, que esa carencia, casi absoluta, de una concepción programática teórico-ideológica, política-práctica y político-táctica, como de organización y desarrollo o despliegue, del papel o rol de las masas populares, empezando por el que terminó sobresaliendo, emergiendo, de los escombros y ruinas del último año del capítulo Trujillo, de la dictadura de fondo imperialista-clerical y oligárquica reaccionaria, del 1930 al 1961, que, indudablemente, es el señor Manuel Aurelio Tavárez Justo; y, del mismo modo, esparcido y repetido por los otros movimientos, grupos y corrientes, que no eran “manolistas” o catorcistas, sino emepedeístas; o el de los viejos renegados social-traidores y renegados revisionistas de viejo cuño, como es el caso del llamado Partido Socialista, o sociolisto, Popular de los hermanos Doucoudray, José Espaillat, Pedro Mir, Tulio Arvelo, Niño Ramírez, Quírico Valdez, Justino Del Orbe, Abelardo Vicioso; al igual que otras tendencias y corrientes, como el de los que estuvieron vinculados al movimiento insurreccional cubano del grupo “26 de Julio”, de los aventureros y anarco-terroristas hermanos Castro Ruz, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y tantos otros, como son los casos de Andrés Ramos Peguero, Pichirilo; así como de grupos de jóvenes exiliados del anti-trujillismo que, en diversos países de América Latina, Centroamérica y los Estados Unidos, concurrían alrededor del Movimiento de Liberación Dominicano (MLD), que fue el que organizó y cargó con la responsabilidad política de las expediciones de Junio del 1959, que representa un sobrecogimiento y deslumbramiento de la realidad bestial de la dictadura tiránica; que obligó a sus creadores, protectores, sustentadores, orientadores y beneficiarios a acelerar sus iniciativas, en torno a la imperiosa necesidad de salir del sanguinario peón criminal suyo, que era Rafael Leonidas Trujillo Molina; por cuanto ya se convirtió en una carga, equivalente al dicho de, salirle más cara la sal que el chivo.

El revolucionario más íntegro, en su formación teórica y en su elaboración ideológica de la doctrina del socialismo científico, en la época del imperialismo y de la revolución proletaria, como de la lucha por la libertad y la democracia, la justicia social, la emancipación social, la autodeterminación de los países y pueblos oprimidos por el viejo colonialismo, como por el neocolonialismo, por la soberanía y la independencia nacional, y, todo esto, como parte de la estrategia y la táctica de la revolución proletaria, para ponerle fin a la explotación y a la opresión capitalista y precapitalista, para abrir las puertas al triunfo del régimen socialista a escala mundial, que no le quepa a nadie la menor duda que es el ruso Vladimir Ilich, Lenin; éste, con su genialidad irrepetible, era muy dado a advertir a los revolucionarios: de buenas intenciones está empedrado, o sea, pavimentado, el camino que lleva directamente al mismo infierno.

No obstante, decía, que hay dos tipos de experiencias; una, la directa, y la otra, la indirecta. La directa es la que se vive día a día, en el curso del movimiento real y concreto; uno cualquiera de cuyos pasos, tiene más importancia que hasta una docena de los programas político-teóricos mejor elaborados, como había subrayado Marx; no con ello queriendo exaltar el movimiento ciego, ni mucho menos el torpe empirismo y la negación de la teoría, como guía imprescindible para la acción.

La experiencia indirecta de la que se nutren los revolucionarios y las masas populares revolucionarias, en particular los trabajadores, es la que han venido acumulando otros pueblos, en otros lugares y hasta en períodos diferentes de tiempo; la que, de su síntesis y resumen, surge la teoría revolucionaria, que es guía obligatoria para la acción revolucionaria de los pueblos, de los movimientos, de los partidos políticos y de los verdaderos y no falsos, auténticos y no estafadores, que se dicen revolucionarios sin serlo; y albergando, ocultamente, los peores, más alevosos y siniestros fines, conforme su concepción ideológica y política como teórica; que, sabiéndolas malsanas, egoístas, y contrarias al interés fundamental de las masas y del país oprimido y explotado en el que desarrolla sus actividades, ese tipo de dirigentes, partidos, grupos y movimientos, de intereses estrechos, egoístas e individualistas.

De buenas intenciones está empedrado el camino que conduce al mismo infierno. Se ha dicho que Manolo Tavárez Justo era un hombre bueno, honesto, honrado, portador de las mejores y más elevadas intenciones. Sin embargo, queremos subrayar, que no sólo guardamos irreconciliables diferencias, de carácter contradictorio, antagónico, con tales juicios, que exculpan a Manolo Tavárez Justo de ser portador de miserias humanas, ideología egoísta, estrecha; aventurero y calculador, de todo lo que él, y sus intereses de clase burguesa media, era el núcleo y el centro; por no decir todo lo que ahí podía tener peso específico concreto-real.

La actitud práctica de Manolo Tavárez Justo ante los hechos históricos y sus perspectivas, dan pruebas suficientemente comprobatorias de que, desde siempre, estuvo movido por el malsano, no bien intencionado objetivo, de usar y capitalizar, en su exclusivo provecho personal e individual, la lucha histórica del pueblo y de la nación dominicanos.

De este objetivo, como sereno juicio nuestro, respecto a Manolo Tavárez Justo, es testimonio irrefutable su mismo discurso en el Parque Independencia, al momento de conmemorarse el homenaje del pueblo dominicano a los expedicionarios de Junio del 1959, que para el 14 de Junio del 1963, cumplía su cuarto aniversario.

Y las palabras de Manolo Tavárez Justo, pronunciadas en dicho acto, así como la estrechez sectaria, pretendiendo, ridícula y estafadoramente, hacer creer ante la historia y a la población como a los demás pueblos extranjeros, que él, Manolo Tavárez Justo, y su cuestionable y espurio grupo, que se atrincheró en la Agrupación Política 14 de Junio, y que, eventualmente, cuando las condiciones les eran favorables, le decían, no con menor perversidad y espíritu, tanto de suplantación como de usurpación, Movimiento Revolucionario 14 de Junio; lo que  no era más que, en el mejor de los casos y en la situación más tolerante con tales mezquindades, expresiones, precisamente, de la abundancia de miserias humanas, que se nutren y recrean, desarrollándose, hasta constituir taras y aberraciones incorregibles, que le empujan a querer aparentar lo que nunca fue ni pudo ser; ni es verdad que su movimiento fue el único o el principal grupo de la resistencia a la dictadura de los 31 años, con su subtítulo capítulo de la dictadura de Trujillo.

Si se asume una actitud de análisis sereno y ecuánime, dentro del contexto del apasionado asunto de la lucha y el camino por los objetivos históricos del pueblo y la nación dominicanos, al fin y al cabo, se arribaría a la conclusión, para no pocos espíritus sensibles, dolorosa y engañosa, y para otros, en los que tienen espacio las repercusiones morales y los principios éticos de las actitudes y procedimientos de lucha a los que se recurren, así como a los argumentos a que se apelan, la actitud histórica y personal de Manolo Tavárez Justo es fuente, aún, de sentirse avergonzados. ¡Sí, asqueados y avergonzados!

Manolo Tavárez Justo, en sus torpes estrecheces individualistas y personalistas, como un clásico producto de las aberraciones estiladas como su ideología por los 31 años de dictadura yanqui-católica y oligárquica en el capítulo Trujillo, se ahogó en esas miserias humanas.

¡Cuántas estupideces en un solo hombre! ¡Cuánta miopía! ¡Cuántas unilateralidades! ¡Cuántas estrecheces!

 

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