LAS PRACTICAS FASCISTAS DE LOS PALIDOS PELEGATOS BOSCHISTAS LOS EVIDENCIAN COMO DEPRAVADOS LADRONES Y CRIMINALES COMO CORRESPONDE A LA HERENCIA DEL AGENTE DE LA CIA Y DEL IMPERIALISMO YANQUI JUAN BOSCH

Marianito Germán con su galimatías en lenguaje postmoderno de que los jueces administran la libertad normatizada se confiesa en su incultura como un miserable patán que enarbola la concepción y la práctica del nazi-facismo

03-06-2014

 

Las inclinaciones, y prácticas fascistas, de los pálidos pelegatos boschistas, hoy recrudecidas por su comportamiento arrogante y prepotente, propio del más exacerbado individualismo, megalómano y vanidoso, que nos los hacen aparecer como presuntuosos y amanerados que, en su adocenamiento de vulgarización, causan entre náuseas, asco, repugnancia, y a la vez despiertan las más variadas sospechas. Y, por ser esas aberraciones tan propias del comportamiento individual y político de los fascistas en el Poder, fue que, consciente del padecimiento de su síndrome, se recordará, que el presumido espía pagado de la CIA, como agente político a sueldo del Departamento de Estado, y parte del frente cultural anticomunista configurado por la CIA, tras el final de al Segunda Guerra Mundial y el inicio de la guerra fría, desatada por el imperialismo norteamericano en su desenfreno anti-comunista contra la Unión Soviética, frente ese, cuyo principal escenario era el de su incidencia en el campo político, en el que propiciaba, dicho frente, la colaboración con las dictaduras yanqui-clericales, como lo era la del peón y chopo de los Estados Unidos y de la Iglesia Católica-Vaticano, en eventual e indiscutible maridaje espurio; tras su regreso al país, después del 1970, de su exilio dorado de la aristocracia del jet-set, en la playa del turismo de cinco estrellas de Benidorm, España, financiado dicho exilio, tanto por el imperialismo norteamericano, como por el agradecimiento y el colaboracionismo suyo, nada menos que con el pichón de hiena y medio chacal, Ramfis Rafael Trujillo Martínez; el espía pagado de la CIA, y agente político del imperialismo norteamericano, Juan Emilio Bosch Gaviño, en sus alucinantes charlas radiales de entonces, enfatizó, al tiempo que arremetía contra el movimiento marxista en general, llamándolo despectivamente marxófago; y, queriendo denostar contra los marxistas y los simpatizantes del marxismo que, como se recordará, estaba prohibido por ley profesar dicha ideología, buscaba pintarlos de ignorantes; y subrayaba que, acusar a Balaguer de fascista, era ignorar lo que era el fascismo; y, sin mencionar nombres, como un arribista, en forma vergonzante y taimada, como la gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano, recurría así, a hurtadillas, al concepto de Lenin y Stalin respecto al fascismo, en provecho de su práctica de la traición y el colaboracionismo con Balaguer; a la vez que subrayaba que, de Marx, a lo mejor el método, pero de Lenin, nada; y la persignación, acompañada de la frase supersticiosa y oscurantista de “¡aléjalo señor!”; que establece, que el fascismo es la política del imperialismo; de lo que, escolásticamente, como cretino y estúpido, deducía que, si era la política del imperialismo, era un desatino insólito acusar al tirano alimaña y socio suyo, Balaguer, de fascista, cuando apenas era el Presidente de este empobrecido y atrasado país; lo cual era una muestra de la más olímpica ignorancia, y así, trataba de avalar su demostración contra los marxista-leninistas, a los que despectivamente designaba con el terminacho adocenado, por vulgar en extremo, de marxófagos; insistiendo así en usar una terminología lo más opuesta y contraria posible a todo el lenguaje acorde con las ciencias sociales.

Y sirvan de ejemplo sus groseras vulgaridades obscenas, de tutumpotes, en lugar de terratenientes y burgueses parasitarios o estamentos oligárquicos; e hijos de machepa, para levantar un velo de alejamiento respecto del concepto de proletariado, que es no sólo un concepto histórico-social científico, sino que posee el nivel de una categoría histórica económico-social, por ser un concepto esencial; y no cualquier concepto.

En realidad, lo que buscaba, ese archi-rufián como espía de la CIA y agente a sueldo del Departamento de Estado del mismo imperialismo yanqui, era curarse en salud y vacunarse contra su sindicalización como fascista; precisamente cuando ya tenía elaborada su tesis social-fascista de la dictadura con respaldo popular; cuyos modelos serían, desde la dictadura de Trujillo, como producto de la colusión fascista de la Iglesia Católica y el imperialismo norteamericano y, por lo tanto fascista, dicho producto de esa colusión a maridaje fascista; pues los métodos y el reaccionarismo, violento y recalcitrante del fascismo, se incuban originalmente en la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo católico, apostólico y romano, como expresión espiritual, religiosa, política y social del esclavismo del Imperio Romano. Lo que se puso de manifiesto desde cuando la lucha entre las diversas corrientes internas del cristianismo, y de las confrontaciones con los docetitas, arrianos y neronianos. Pues nunca la Iglesia Católica y el cristianismo han conocido otros métodos que los del crimen y las torturas; que tienen sus orígenes, entre otros, en las actividades de torturas de Agustín de Hipona, el gran doctor de la Iglesia; que todo el tiempo no hizo otra cosa, además de copiar a los filósofos paganos, como es el caso de Aristóteles. Todo esto nadie puede negarlo, aunque, si bien es cierto, el fascismo adquiere la condición definitiva de categoría con el imperialismo, que es, de hecho, la negación de toda democracia; una vez que reduce ésta a la condición de mera hoja de parra o tapadera de sus monstruosos genocidios y exterminios de lesa humanidad.

Como, por igual, otros prototipos o arquetipos de esa fascista dictadura con respaldo popular serían la de Mussolini, y, en particular, la falangista católica nacional de Francisco Franco; bajo cuya lúgubre y tenebrosa sombra se cobijaba, protegiéndose, en las playas turísticas cinco estrellas de Benidorm, España.

Todo esto concurre a nuestra memoria a raíz de dos hechos. Primero, las preciosas y olímpicas confesiones del ultratraidor y contrarrevolucionario indudable, e innegablemente un viejo agente reclutado por la CIA, desde la década del ’50 en España, del perverso y vil rata Hugo Tolentino Dipp; que en varias partes publicara la insignificante y activa promotora del anticomunismo y el reaccionarismo, como del oportunismo de todos los pelajes, que se reduce y sintetiza en ese trascendental término revisionismo moderno o contemporáneo de los tiempos actuales, que es la mosca Angela Peña.

La otra es más reciente; y se trata del galimatías o embrollo, nítida y categóricamente nazi-fascista y de la CIA, con que el grumete, palo cuadrado metido en un hoyo redondo, como Presidente de la Suprema Corte, el palurdo y huérfano de todo talento, pero ladrón y ladino como no hay otro, Mariano Germán; figura prominente del grupo de hampones de Villa Juana del capo di tutti cappi, paranarco y terrorista, corrupto y ladrón, como no hay otro en el país ni en sus contornos, que es Leonel Antonio Reyna, el perdulario, por viciosamente incorregible, en todo su universo completo de aberraciones y miserias humanas.

Está claro que no vamos a abordar, en esta oportunidad, el filete de la autoconfesión de Hugo Tolentino Dipp como franquista y, por lo tanto, agente de la CIA; que tiene incalculable significado para la historia política nacional, de los corrup-partidos del sistema, en especial, dentro de éstos, para el Perrodé y sus vínculos con Peña Gómez, comprobado espía pagado de la CIA y agente a sueldo, igual que su maestro, Juan Emilio Bosch Gaviño, del imperialismo yanqui; como con respecto a la falsa izquierda del patio y, en particular, con los renegados revisionistas, tanto de viejo cuño o PSP, como con los de nuevo cuño, o renegados revisionistas de nacimiento, del partido “capitulacionista” dominicano (p“c”d), como con Francisco Alberto Caamaño Deñó; pasándose al Pálido y regresando de nuevo al seno del Perrodé, como ideólogo de Peña y la extorsión, calumniosa e insidiosa, de catalogar de racista a todo el que se oponga a la haitianización y a la fusión con Haití. Todo lo cual es el mismo expediente punitivo, del imperialismo norteamericano, de la Iglesia Católica-Vaticano, de los países recolonizadores e imperialistas de la Unión Europea, del Canadá; como de los oportunistas y neo-mussolinistas fascistas chavistas venezolanos, argentinos y cubanos castro-guevaristas, contra la República Dominicana; a la que le desconocen soberanía nacional y estatal, autodeterminación y libre determinación para decidir hasta quiénes son sus propios nacionales; y, de hecho, eventualmente, destruir la República Dominicana como Estado nacional libre e independiente.

Este filete, que nos brinda, con sus auto-confesiones, esa basura de Hugo Tolentino Dipp, lo reservamos para el banquete del miércoles 4 de junio.

Pero, de lo de Marianito Germán hemos de avanzar, que esa jerga suya es la más pura ortodoxia nazi fascista; lo que nada nos extraña de un pálido pelegato boschista, pana y socio, en el hampa del bajo mundo, del rufián Leonel Antonio Reyna.

Usando una terminología que nos obliga a recordar aquel galimatías del rufián, consumidor de estupefacientes en los bajos del Bronx, y traquetero, apadrinado, en contubernio con la CIA, por el mismo Juan Emilio Bosch Gaviño, para que fuera su heredero; y del que externó, antes de sumergirse en las profundidades insondables de sus enajenaciones: “ese muchacho es un diamante sin pulir”; y del que, un amante despechado, llamado Julio César Valdez, escribiera un opúsculo biográfico, con fotos muy ilustrativamente seleccionadas para los fines propuestos, de aquel “Yo fui amante de un narco presidente caribeño…”; de lo que, dándoselas de cursi, a lo mejor bajo los efectos de un potente alucinógeno, llamara el proto-lenguaje de la post-modernidad del post-capitalismo. Así, Marianito Germán, el testaferro y lobbista, consigliori y socio, de Leonel Antonio Reyna, viéndose obligado a tener que referirse a la barbarie en que ha culminado el llamado Estado social moderno, del paranarco terrorista y criminal, en su exitosa Reforma Constitucional del 2010; en la que los carniceros y matones del Pálido pelegato boschista, uno de los cuales es la bocina del crápula vicioso, bueno para nada, ni para taco de escopeta, amanerado y ligth, Presidente del Senado, proclamaron que iban a asesinar a dos sospechosos de haber matado a una teniente de Amet de apellido Torres; y en menos de 18 horas así lo hicieron, fusilándolos a plena luz del día; por lo que, interpelado ante tan grosero desconocimiento del orden legal constitucional, legítimo e institucional, lo que se hizo bajo la autorización del gángster llamado Dañino Medina, quien prometió a los hijos de la difunta impartir instrucciones drásticas para la captura y castigo de los autores del asesinato, Marianito Germán, que es un patán que no puede hilvanar dos frases consecutivas coherentes, y hasta una sola se le vuelve muy difícil; ante el pedido, previamente acordado y ensayado, de qué opinaba sobre lo proclamado por el Jefe de la Policía Nacional, el Ministro de las FF.AA. y del mismo incumbente del Poder Ejecutivo, don mediocridad Gángster Murmullo, Marianito se explayó con una perorata previamente mencionada, que ni él mismo sabe lo que quiso decir ni lo que dijo; pero aparentó que da la cara, y soltó: “En el mundo de libertad normatizada (¡se soltó el loco y la diarrea de palabras raras ahoga al  más bonito! Nota Nuestra), como el que se vive en la República Dominicana (obsérvese que no habla de Estado social, ni mucho menos de derecho; y recuérdese que en el mundo del hampa y el bajo mundo impera la ley del más fuerte, o del darwinismo social. Nota Nuestra), los jueces son los administradores de esa libertad restringida por las normas”, o sea que, como un buen discípulo de Bertrand Russell o de Ludwig Wittgenstein, y su filosofía de la lógica de la semántica pura; lo cual sabemos que no está a la altura del nivel del complejo neuro-cerebral del patán Mariano Germán, los jueces no son los que, desde los tribunales, administran justicia; sino, ¡óigase bien!, como dice el docto y refinado burro Mariano Germán, al que si amarran en un potrero se “jarta” de pangola y estrella africana, lo que los jueces administran es la libertad restringida.

¡Viva el Führer, carajo! Que cuando los Germán oyen la palabra cultura, ahí mismo sacan y soban su pistola. Y es por lo que la virago Alejandrina Germán sólo atina a decir, que el problema del Pálido pelegato boschista sólo estriba en que ¡no hay disciplina! ¡Carajo! ¡Qué viva Hitler, carajo!; que eso es el boschismo.

 

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