TANTO LA IGLESIA CATOLICA-VATICANO COMO EL OPORTUNISMO CASTRO-GUEVARISTA RECURREN A LA SOFISTICA PARA DISTORSIONAR LA VERDADERA HISTORIA DE LA NACION DOMINICANA

El acoso desestabilizador del imperialismo contra el régimen chavista en Venezuela los hace demandar autodeterminación y soberanía contradiciéndose al habérselas negado a República Dominicana y su patriótica sentencia en defensa de su nacionalidad

28-02-2014

 

El uso consciente de argumentos y datos falsos; el uso consciente de mentiras, encubiertas externamente con la apariencia de un apego a la corrección formal; el separar de manera intencionada los acontecimientos de sus conexiones entre sí; el aplicar las leyes que rigen a un grupo de fenómenos a otro grupo distinto de fenómenos, y, de esta manera, al sustituir los hechos originales y las leyes que los definen, conseguir alterar la realidad y poder, de esa forma, en lugar de los hechos reales y sus relaciones, imponer como hechos históricos, analogías que responden al interés que se persigue al cometer tal deshonestidad, frente a la objetividad de los reales hechos históricos. A todos esos artificios o engaños, llevados a cabo de manera premeditada, es a lo que se le llama sofística. Y es la sofística lo que ha empleado la Iglesia Católica, desde antes de ser Iglesia Católica-Vaticano, para sustituir la real historia del origen y desarrollo de la nación dominicana, por una serie de inventos o sofismas, basados en analogías con la mitología cristiana y supersticiones católicas. Como por ejemplo, el llamado misterio de la Trinidad, y la Trinitaria de Juan Pablo Duarte; como el invento, contrario a las demostraciones científicas, sobre el origen del mundo y del hombre, de que su deidad inexistente, a la que llaman dios, creó el mundo y al hombre de la nada y por voluntad suya; y de la misma manera. sostener que Juan Pablo Duarte creó la nación dominicana por voluntad propia y de la nada también; o si no, las supuestas apariciones de las deidades a las que los católicos llaman vírgenes, como la que usurpa a la diosa pagana de la guerra, Palas Atenea, que es la de las Mercedes, o la otra de la Altagracia, a las que les atribuyen los resultados de confrontaciones bélicas en el curso de la historia dominicana; respectivamente, a la primera, de la batalla de la Vega Real o del Cerro en el valle del Cibao, en 1495, tras la cual, todos los caciques de la isla se someten al poder del invasor español, y a la segunda, a la de La Altagracia, le atribuyen el resultado de la batalla de la Sabana Real de la Limonada, en 1691, en lo que es hoy Cabo Haitiano en Haití, en la que los habitantes de la colonia española en la isla La Hispaniola, los dominicanos, movilizándose desde todos los poblados de la isla, desalojaron del territorio a la colonia francesa conocida como el Saint Domingue francés, instalada hacia unos años atrás en ella; y sin que su metrópoli, España, hiciera nada para impedirlo, más bien lo propiciara; batalla en la que ejecutaron al gobernador de esa colonia francesa intrusa.

Esos son algunos, entre otros tantos ejemplos, de maniobras de la sofística aplicada por la Iglesia Católica a la historia dominicana, con el fin expreso de impedir que los dominicanos conozcamos, que nuestra historia tiene una continuidad, excepcional puede decirse, en El Caribe y en relación a muchas otras naciones de Latinoamérica, de más de 4 siglos de evolución continua; que es, precisamente, en donde radica la fuerza que ha permitido a la nación dominicana fraguar lo que somos y nos identifica hoy como quisqueyanos: que hemos sabido ser libres tantas veces hemos sido esclavizados. Historia, la real, que no se ha detenido, que continúa hasta nuestros días, siendo, la que es nuestra historia real, todo lo opuesto al mamotreto, resultado de la sofistica puesta en práctica por la Iglesia Católica y su papado, hoy Iglesia Católica-Vaticano, y presentada como historia dominicana, cuando se trata de una apócrifa.

Pero la sofística usada por la Iglesia Católica, hoy Iglesia Católica-Vaticano, para adulterar la historia real dominicana, no solamente le sirve al parasitismo, en particular de la Iglesia Católica-Vaticano, sobre el Estado nacional dominicano y al régimen oligarquía que se nos impone a todos los dominicanos, presidido por la misma Iglesia Católica-Vaticano; si no y sobre todo, a la estrategia de opresión y expoliación internacional de las potencias imperialistas, como los EEUU, Canadá, la Unión Europea, y sus monopolios, sobre todo los de la mega minería. Pues la real historia dominicana es un agente vivo para la formación de las nuevas generaciones, en la búsqueda de un sentido nacional para ellas, que es, justamente, lo que se intenta impedir con una historia dominicana resultado de aplicar la sofística, y que es la historia falsa que hemos conocido hasta hoy, a través de los historiadores oficiales; que, igual que los historiadores oficiales de ayer, son mercenarios pagados por el régimen oligarquía o régimen de privilegios, desde la proclamación misma del Estado nacional dominicano. La primera vez, el 1ro. de diciembre del 1821, y la segunda vez, el 27 de febrero de 1844. En ambos casos, teniendo que resistir la agresión decidida del vecino país Haití, para encadenarnos a la esclavitud nacional e impedir que la lucha consecuente de la nación dominicana por la independencia política se encauzara definitivamente por el camino de darse un Estado nacional que garantizase su autodeterminación soberana.

El régimen oligarquía, que ha pretendido apartar del Estado nacional dominicano a la población, que en su totalidad conforma la nación dominicana, y que ha tenido como mentor y guía siempre, a costa de parasitar de dicho Estado nacional, a la Iglesia Católica ayer, y hoy Iglesia Católica-Vaticano, con tal de mantener sus beneficiarios su situación de privilegios; en no pocas oportunidades, nada les ha importado el poner en peligro y hasta empeñar, la autodeterminación y soberanía de la nación y el Estado nacional mismo, así como la de su territorio, a potencias colonialistas e imperialistas extranjeras, con tal de conservar la vileza de sus privilegios.

Asimismo, a pesar de los absurdos medios de que se vale la sofistica de la Iglesia Católica-Vaticano para tergiversar la historia dominicana, la actitud de la Cuba de los Castros, desde siempre, ha sido y continua siendo, ante la  República Dominicana y su historia, la de la aplicación de la sofística, para concluir declarando la inexistencia de la nación dominicana, y que la independencia proclamada por los dominicanos no pasa de ser una formalidad, impuesta por grupos de mulatos secesionistas, racistas y esclavistas.

Lo del “común destino de los países del Caribe por la identidad cultural africana común” a la que subordinan la identidad nacional; claro, siempre y cuando no se trate de la identidad y la nación de los cubanos, es la sofística aplicada por el castrismo cubano a la historia dominicana a través de su Academia de la Historia cubana. Y, a pesar de que la ciencia de la historia define la nación como una categoría históricamente determinada, que surge con el capitalismo, no antes; por lo que las naciones no son peculiaridades culturales, como tampoco comunidades de raza, ni de tribus; que el proceso nacional, y la conformación de su correspondiente identidad nacional, es un estadio superior del desarrollo social humano, en relación a la identidad de rasgos culturales o raciales particulares, la Academia de la Historia cubana, haciendo uso consciente de mentiras, encubiertas externamente con la apariencia de un apego a la corrección formal, como esa de que la de Haití fue la primera revolución triunfante de negros esclavos en contra de la esclavitud, separando de manera intencionada los acontecimientos de sus conexiones entre sí; como sería presentar, como lo hicieron este 27 de febrero del 2014, por el canal Telesur, que la invasión haitiana de Boyer fue para impedir el acoso del imperio español contra Haití; cuando la realidad es que Boyer invade, no a una colonia española, sino a la RD recién proclamada como nación independiente, lo que consta como tal, en la propia gaceta oficial haitiana publicada dos meses antes de la invasión haitiana de 1822.

Asimismo, el aplicar las leyes que rigen a un grupo de fenómenos a otro grupo distinto de fenómenos, como lo hace la academia de la historia cubana; cuando llama nación, en 1804, a un conglomerado humano como el haitiano, que no tenía un idioma común, y que hoy todavía no lo tiene; que no tenía vivencias suficientes que lo compenetraran con el territorio que ocupaba, añorando todo el tiempo volver al África, lugar de donde procedían; que la abolición de la esclavitud de la que se benefician, la proclama su metrópoli Francia, no su proceso propio de lucha contra ella; que cuando esos esclavos libertos toman las riendas del Estado, en nombre de la abolición de la esclavitud decretada por su metrópoli, lo que imponen es el trabajo forzado, como hizo Toussaint Louverture cuando invadió la nación dominicana, todavía colonia española, en nombre de su metrópoli Francia; y cuando se declaran independientes de su metrópoli Francia, se proclaman emperadores en vez de republicanos y, obsesivamente, erigen la opresión nacional, a nombre de abolir la esclavitud, como la garantía de su libertad, y en nombre de proteger su llamada libertad del acoso de los países colonialistas europeos, somete a la nación vecina a la esclavitud nacional; en vez de proponerle una alianza para la defensa mutua, como lo hizo Núñez de Cáceres cuando proclama la conformación del Estado nacional dominicano con la declaración de independencia del 1821, y su disposición de unirse a la Gran Colombia.

Todo eso lo conoce y lo sabe la academia de la historia cubana. Pero los cubanos han preferido aplicarle la sofistica a la historia dominicana; y han conformado una historia dominicana, tan falsa como la resultante de la sofistica aplicada a nuestra historia por la Iglesia Católica-Vaticano; divulgada esta sofistica de la historia dominicana de la Academia de Historia cubana, por los flamantes llamados cientistas de esa academia, y los huevos de serpiente, auspiciados por ella, llamados historiadores, que han regado por toda América Latina, junto con todas sus teorías anticomunistas, que tanto daño han hecho al proceso de liberación nacional y revolucionario socialista en nuestro continente; y que en el caso de los dominicanos, estos historiadores fueron promovidos por Juan Bosch, reconocido agente pagado del Departamento de Estado norteamericano, como los Franklin Franco, o el tal Roberto Cassá, elevado a la condición de miembro de la academia de la historia de Cuba, según la cual, la única conclusión válida, de su sofistica aplicada a la historia dominicana sería: que todo reclamo de la nación dominicana y su Estado nacional a la autodeterminación, a la no injerencia y no anexión, es una injusticia cometida contra los haitianos por los dominicanos, porque los haitianos son negros y los dominicanos racistas y esclavistas; mezquino proceder que responde a que, nunca República Dominicana como nación se ha dejado narigonear por los cubanos, porque, si bien es verdad que el proceso nacional cubano fue acelerado por el torbellino revolucionario, que el socialismo triunfante de la clase obrera y la primera patria socialista le impregno a todos los procesos sociales del siglo XX en todo el mundo, no alcanza la madurez, que sólo da la lucha sin padrinos, como ha sido la historia del origen y desarrollo de la nación y el Estado nacional dominicano, con más de 4 siglos de evolución, y es por eso la única nación que los chauvinistas castristas y sus aspiraciones hegemonistas ven como rival en El Caribe.

Lo absurdo que resulta el negar a la nación dominicana y su Estado nacional el derecho que tiene a tomar soberanas decisiones, a reclamar ante la comunidad de naciones su derecho a la autodeterminación, el de exigir que se respete el territorio nacional, oponiéndose a toda pretensión de ser enajenado o anexado, con argumentos como esos de racismo, xenofobia haitiana, explotación esclavista, violación de derechos individuales humanos o genocidio civil; que además de falsos, nada tienen que ver con el legítimo derecho de la nación dominicana a que no le sea escamoteado su derecho a la autodeterminación; lo están viviendo en carne propia Venezuela y su gobierno chavista, víctimas de una violenta como mendaz campaña mediática, orquestada por los centros imperialistas, tanto de los Estados Unidos como de la Unión Europea, de inexistentes violaciones a los derechos humanos o represión sistematizada como política de Estado, por parte de las fuerzas del orden de ese gobierno; así como proyectando la idea de que el caos se ha impuesto en ese país con focos de supuestas protestas; pero reales actos vandálicos, financiados por los centros hegemonistas imperialistas, como regionales, como es el caso de Colombia, y que, igual que los dominicanos en relación a los ilegales haitianos y la invasión supuestamente pacifica de haitianos, como parte de la estrategia de dominio imperialista en nuestro país; y por lo que demandamos el respeto a la autodeterminación de la nación dominicana y su Estado nacional; Venezuela también ha apelado al derecho a la autodeterminación  y que sean los venezolanos los que resuelvan sus problemas ellos mismos, sin injerencia de nadie, cayéndole como un escupitajo sobre la cara el haber negado a República Dominicana ese derecho, por estar siguiendo el gobierno venezolano un comportamiento borreguil de la política cubana en relación a República Dominicana.

Y lo que son las paradojas. Mientras Maduro repetía la receta de los castristas, diciendo que el que se metía con Haití se metía con Venezuela, resulta que ha brillado por su ausencia la protesta de los haitianos y el gobierno haitiano contra los atropellos perpetrados por el imperialismo norteamericano contra los venezolanos, como lo han hecho la mayoría de los países del continente.

Que estos hechos sirvan de experiencia a todos los países de América latina y el Caribe para no equivocarse. Como la paloma del poema de Rafael Alberti, que creyó que la noche era la mañana, y por ir al Sur, se fue al Norte.

 

Volver a la Página Principal