ABSURDA TEORIA REIVINDICAR ANCESTROS AFRICANOS COMO CUESTION VITAL DE LAS POBLACIONES NEGRAS Y MULATAS Es una concepción racista para promover la intromisión e injerencia en violación de la autodeterminación y soberanía como la destrucción de la República Dominicana y a favor del expansionismo del estado tribal haitiano 26-03-2014
Es eminentemente racista, y contraria al materialismo histórico, la absurda teoría que gira alrededor de la reivindicación, como cuestión vital o fundamental, del ancestro africano de las personas negras y mulatas, que tanto abundan en los países antillanos, como por igual en los Estados Unidos y algunos países de América del Sur, como Venezuela, Colombia y otros, pero por sobre todo Brasil. Esa absurda teoría pretende responder con una concepción que potencializa lo racial, aparejado al uso y costumbre, que viene a integrar la idiosincrasia de los antepasados, que hace más de 5 siglos y 10 años empezaron a ser traídos como esclavos por los europeos, tras el Papa Alejandro VI emitir una bula que le donaba a éstos el monopolio de la captura y venta, como esclavos, a los salvajes africanos y que, como es sabido, constituían la raza negra, viene además la sublimación e idolatría, en forma atávica, de todo el primitivismo y la barbarie de los que las comunidades negras africanas eran portadoras. Y cargar con esos atavismos y comportamientos primitivos es parte del paquete de la reivindicación de las taras y atavismos de aquellos ancestros. A los haitianos no les resulta problema alguno hacer suya esa teoría racista; puesto que el racismo es parte consustancial de la haitianidad; como tampoco suscribir como elemento de su ideología racista la nostalgia por la vida en las sociedades primitivas africanas, las que enaltecen y colorean con matices paradisíacos. Otro tanto ocurriría con los marxistas que hicieran tal cosa, asumiendo la misma actitud de enaltecimiento y sublimización del régimen de la comunidad primitiva, idealizándolo y tomándolo como una sociedad esópica y haciendo caso omiso de las truculencias, estrecheces y acciones que, de llevarse a cabo o producirse en la actualidad, nos horrorizarían, y terminarían, si no se abordan con criterios científicos, por avergonzar a esos mismos que se dicen comunistas y no llegan a entender, que esa embellecida e idealizada comunidad primitiva, era el reinado pleno de las necesidades, las penurias y el sufrimiento del hombre víctima de la barbarie, que viene a ser todo el período anterior a la civilización, que empieza con lo totalmente contrapuesto a la comunidad primitiva o comunismo primitivo, que es la esclavitud, régimen que nos mueve a todos a repudiarlo, por cuanto hiere la sensibilidad humana con tan solo mencionarlo. Pero asimismo, la existencia del esclavismo fue necesaria y obligada, dado el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, al momento de la descomposición y desaparición de la comunidad primitiva, o era de las cavernas. Si nos miramos, y es una acción necesaria, por obligada, vernos en el espejo vivo que representa Haití, la sociedad histórica haitiana y la haitianidad, que no guarda mucha diferencia con el modo en que viven en las Antillas las comunidades aferradas a su ancestro africano, como se puede apreciar en Venezuela, Colombia, Brasil, y hasta en la Cuba de los sátrapas de los hermanos Castro Ruz; en donde éstos en sus aberraciones fomentan, en Oriente, comunidades cerradas tribales que viven de espaldas absolutamente a la civilización y a los avances culturales; lo que nada tiene que ver, por ninguna parte, con la concepción ni la práctica marxistas ni leninistas y ni siquiera revolucionarias en general; sino que se trata de actitudes extravagantes y estrafalarias, que retratan a sus sustentadores en lo recóndito de sus aberraciones. Las comunidades tribales de Haití fueron así, una reproducción a distancia de lo que existía en las primitivas sociedades africanas, de las que los europeos católicos cristianos se robaban a los integrantes de las mismas y los traficaban, vendiéndolos y comprándolos, como animales de carga y trabajo forzado, bajo dos significativos alegatos centrados en la sofística, a base del cinismo y sarcasmo del catolicismo apostólico y romano, y luego por las sectas protestantes, y con ello por todo el cristianismo; que se basa en un enaltecimiento y elevación a lo sagrado y divino de la esclavitud y la esclavización, como un designio supremo de la voluntad omnímoda de su dios, Jesucristo. La famosa Epístola o Carta a los Romanos del creador del cristianismo, Pablo de Tarso, así como su Carta a los Efesios, no dejan lugar a dudas de ninguna índole. La Carta a los Romanos, en su capítulo 13, versículos del 1 al 5, es bien clara y específica cuando afirma de manera rotunda: toda autoridad existente posee carácter divino en tanto es producto de la voluntad de dios. Mientras que en Carta a los Efesios, en su capítulo VI dice, que al que ese mismo dios ha designado para ser esclavo debe ser esclavo de corazón, y amar a sus esclavizadores de corazón y de manera sincera, pues su condición de esclavo, a la que el esclavo no debe pretender poner fin, es obra de la voluntad sacrosanta del dios cristiano. La peligrosidad y el contenido retardatario, dañino y perjudicial de la reivindicación, como cuestión de primer orde,n de los remotos ancestros africanos, tiene su ejemplo vivo en el pasado, presente y futuro del desastre de Haití, de los haitianos y la haitianidad. La pretendida sublimización de la grandeza de un imaginario y mitológico pueblo haitiano, no es más que una acción cínica con la paternidad del sarcasmo, puesto que, lo de que la de Haití y los haitianos es la primera y única revolución triunfante de esclavos que nunca se ha vuelto a repetir, como dijera con las peores intenciones perversas el degenerado Raúl Castro, apenas el primero de enero del presente año en la Provincia de Oriente de Cuba, es una aberración teórica, que sólo busca desacreditar y envilecer la idea y la práctica de la revolución, como la única vía expedita de ponerle fin al despotismo, al subyugamiento y a la explotación y opresión del hombre por el hombre y de unas pocas naciones sobre la inmensa mayoría de naciones y pueblos del mundo, que caracteriza la realidad mundial en la actualidad. Así, la negritud fue reivindicada por adocenados y amanerados negros que, como bien ironizaba el creador de la teoría social de la negritud en su militancia anticomunista, este Franz Fanon, escribió, en defensa de su teoría racista: “Estamos tratando de entender por qué al negro de las Antillas le gusta tanto hablar francés”, lo cual define como el equivocado camino de los negros por adoptar los valores de los subyugadores blancos. No hay duda del contenido racista de la teoría de Franz Fanon, expuesta definitivamente después de muerto en su libro “Los Condenados de la Tierra”, que vino a ser material de referencia, como fuente de la aberrante teoría, que alegremente asumieran, en su interminable mimetismo, huérfano de originalidad, Fidel Castro Ruz y la banda de sus seguidores del aquelarre castrista-guevarista, trotskistas, oportunistas, anarquistas, anticomunistas, terroristas, aventureros y saltimbanquis, para ser utilizado como base del llamado Festival de la Cultura Caribeña (Carifesta), que es la fuente impulsora de la falsa teoría de la identidad cultural de los haitianos y los dominicanos; haciendo caso omiso de las luchas históricas y de las contradicciones insalvables que se reproducen, contraponiendo a Haití y a la República Dominicana, como a los haitianos y a los dominicanos, hasta devenir en la conradicción insalvable de la haitianidad y la dominicanidad. Todo esto es el contenido y significado del caudal histórico que sirve de crisol para terminar cristalizando la nación dominicana, nuestra República y nuestro Estado nacional soberano, libre e independiente de todo poder extranjero, lo cual es nuestro norte como dominicanos y su dominicanidad, cuyo núcleo, es indudable, la defensa de la nación dominicana, tal y como vivamente es reflejado en las memorables estrofas del Himno Nacional cuando dice: “Compatriotas, mostremos erguida nuestra frente, orgullosos de hoy más, que Quisqueya será destruida, pero sierva de nuevo jamás”. Antecedida ésta del valor práctico y revolucionario, que reafirma la infinita vocación libertaria de los quisqueyanos, y que dice: “Más Quisqueya la indómita y brava, siempre altiva la frente alzará, que si fuere mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá”. La trayectoria histórica de Haití, los haitianos y la haitianidad, de un lado, y de la República Dominicana, los dominicanos y la dominicanidad, del lado opuesto, y de ahí que ambas nacionalidades sean tan divergentes hasta más allá de lo contradictorio con carácter violento y apasionado. Y prácticamente podría afirmarse que seríamos como dos líneas paralelas de sentido contrario, si no fuera por el obsesivo y perdulario empeño de Haití, de los haitianos y de la haitianidad en negarle a la República Dominicana, a los dominicanos y a la dominicanidad, nuestro soberano derecho a la existencia, recurriendo a las agresiones, a las intervenciones militares, a las conspiraciones, y apelando siempre al absolutismo, con ese rasgo bestial que caracteriza todo lo que es haitiano; hasta por un acto de solipsismo, unas veces, como aconteció en el 1804-1805 que, al momento de declararse independiente e instaurar su régimen pretoriano, obediente en exclusivo a una élite militarista, y de ahí que siempre fuera un régimen oligarquía y elitista, de carácter militarista, donde imperaba el trabajo forzado de la población haitiana para el mantenimiento de un hipertrofiado como inútil para lo positivo, ejército o soldadesca, cuyo estandarte siempre fue el abuso, el atropello, la depredación, las violaciones y el robo, en ese momento, declaran el régimen imperial de la bestia Dessalines, que asume el título de emperador Jacques I, cuyo poder se ha de ejercer en toda la isla; con lo que desconocían y condenaban de antemano a la desaparición, por vía del exterminio masivo, de lo cual hay pruebas en abundancia en las atrocidades cometidas por las soldadescas haitianas en cada una de sus interminables intervenciones contra la nación dominicana. Y eso es lo que reflejan cuando, empezando con ese aberrado Jean Price Mars, dan pie a la usurpación, por su parte, de la historia de las vicisitudes de la nacionalidad y la nación dominicanas, para presentarla como la historia de la colonia francesa, o sea, la colonia haitiana de Francia; y es por ello que aún todavía payasos mercenarios como Robert Pared, supuesto arquitecto y seudo-intelectual haitiano, de Cabo Haitiano, sin ningún enfado y sin respeto por la suma aritmética, afirma que, para el 1804 Haití, y los haitianos llevaban 3 siglos sufriendo las crueldades del esclavismo, cuando para el 1804 Haití apenas, como colonia, trabajosamente tenía unos 104 años de creada. ¿De dónde extraen la peregrina conclusión, los existencialistas que hicieron suyo, en un acto de justicia, a Frantz Fanon, que, no hay duda, terminó como agente convicto y confeso de la CIA, y que, a su vez, los castro-guevaristas y trotskistas la enarbolan con fines hegemonistas a nivel de las Antillas y la incorporan a su pírrico y raquítico arsenal teórico, huérfano de principios, cocinando el amasijo nauseabundo ese de la identidad cultural afro-antillana de República Dominicana y Haití? No cabe ninguna duda de que están equivocados de punta a punta en sus conjeturas al respecto. Y de ahí las raíces históricas que tiene la sentencia del Tribunal Constitucional 168-13, que ha puesto de relieve que, a los haitianos, poco o nada les importa Haití y su nacionalidad, y que quieren se les otorgue la nacionalidad dominicana, en violación descarada y flagrante de la continuidad histórica de la nación dominicana, su Estado y su ley orgánica fundamental, que es la Constitución de la República Dominicana; pero cabe subrayar que no buscan la nacionalidad dominicana para bien, sino para conspirar y buscar la destrucción de la República Dominicana, de lo cual ya se conoce la Guerra de Troya y los caballos de Troya, como los recientes casos de Kosovo y hasta, aunque de significación diferente, el de Crimea y Ucrania. Por último, subrayamos e insistimosm que detrás de la conspiración por la destrucción de la República Dominicana, así como están los países imperialistas, encabezados por los Estados Unidos y los imperialistas de rapiña de la Unión Europea y Canadá, un país y un pueblo de crápulas, según testimonia la historia, así como la eternamente infame Iglesia Católica-Vaticano Apostólica y Romana, con su nefasta legión de criminales inescrupulosos y desalmados de los jesuitas, y por igual, el grupo de degenerados de los Bill Clinton y su mujerzuela, Hillary Rodham, responsable del montaje del crimen de lesa humanidad que es Kosovo y quienes son los que se han adueñado de Haití, con la complicidad de Cuba y Venezuela, entre otros.
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