MIENTRAS EN CHINA EL EJERCITO POPULAR DEMUELE HASTA EL PISO UN CENTRO DE ESPIONAJE LLAMADO TEMPLO EVANGELICO

La sucursal del patio de la corporación del opio de la humanidad la supercheria y el parasitismo ocioso Iglesia Católica-Vaticano se entromete en todas las actividades políticas y los asuntos privativos del Estado Nacional República Dominicana

19-01-2018

 

El consejo supremo de la sucursal en nuestro país, el Estado Nacional República Dominicana, del cartel de estupefacientes, como de cualquier otro opiáceo alucinógeno, del cartel internacional del opio de la humanidad, que es el cristianismo; elaborado según la fórmula del laboratorio romano del que resulta el catolicismo cristiano de Roma; que gusta darse relevancia de escenario del ejercicio del discernimiento racional y lógico, cuando en realidad es un vulgar órgano del organigrama operativo del cartel internacional de marras, para tratar de darle revestimiento cultural y de civilización a sus primitivas aberraciones de supersticiones oscurantistas y de supercherías, como de hechicería primitivo-salvaje, llamándoles con su lenguaje de embaucamiento y de imbecilización hacia las sociedades seculares y laicas, de sus imposturas contrarias a la autodeterminación del hombre, haciéndole corromperse dudando de sí mismo, como llenándole del más salvaje temor hacia fenómenos tan naturales, normales y sencillos como su reproducción, la del hombre, su vida y su muerte.

Así, este consejo de los alias obispos, que representan un peldaño elevado dentro de la jerarquía de ese cartel en cuestión, Iglesia Católica-Vaticano, en cada una de sus sucursales, existentes en las distintas naciones en que les aceptan, igual que sucede con las confesiones o sectas evangélicas. Pero, por ejemplo, en China, las agencias difundieron la información de que las autoridades gubernamentales chinas y su Ejército Popular de la República Popular de China procedieron a cañonear, hasta destruir, hasta ras de suelo, un templo de los llamados evangélicos, que, sin legalización oficial de las autoridades, siendo agentes extranjeros, pretendieron establecerse, como hacen lo que les da la gana, por ejemplo, en nuestro país, República Dominicana.

Ese consejo superior de la sucursal católica en la República Dominicana, con todo el mayor descaro, actúa y opera fuera del terreno religioso; y, más bien, es un partido político extranjero que, de manera tan insolente como descarada, interviene, se inmiscuye, en los asuntos políticos que son de exclusiva incumbencia del Estado Dominicano, que es la máxima institución de la superestructura de la sociedad dominicana y que lo compone el pueblo dominicano.

La Iglesia Católica-Vaticano, por siempre, ha practicado la intromisión, injerencia e intervención en los asuntos del Estado, de la sociedad y del pueblo, violando así la soberanía nacional de la República Dominicana.

Esos actos, groseros y truculentos de injerencia, intromisión e intervención, de la Iglesia Católica-Vaticano, que es una institución extranjera, en los asuntos internos, de exclusiva incumbencia del Estado Nacional República Dominicana, llegan al extremo de asumir el carácter de franca y descarada negación del derecho a la existencia del Estado Nacional de la República Dominicana, como de contravenir y desafiar los postulados de la Constitución Nacional; que legitima, institucionaliza y legaliza la República Dominicana como un Estado libre, independiente y soberano. Y, lo peor de todo, es que las autoridades incumbentes del Estado, con la más displicente abulia e indecencia cívica, auto-anulan el precepto establecido, escrito y suscrito de nuestra Constitución, que admite, reconoce e instituye: que la fuente del Poder del Estado, de los órganos constitutivos de éste y de sus funcionarios, emana de la voluntad del pueblo soberano, expresada libre y soberanamente en las contiendas de ejercicio del sufragio universal-electoral.

Ello hace, que el gobierno dominicano tenga un carácter redomado, de sirviente abyecto y vil, ante las más groseras y descaradas ofensas hasta a nuestro soberano derecho a la autodeterminación nacional para constituir nuestro Estado de República Dominicana; sin tener que implorar ni pedir permiso, ni indulgencia, absolutamente a nadie; y así, se convierta el gobierno nacional, que, en este caso, como viene ocurriendo en los últimos 22 años de los traidores, corruptos, vende pueblo, vende patria y criminales como paranarco gobiernos, montados por los discípulos y herederos políticos del leproso moral, por espía pagado de la CIA y agente miserable mercenario político a sueldo del Departamento de Estado norteamericano, representativo de los presidentes imperialistas yanquis; puesto que son tan espurios herederos del leproso moral Juan Emilio Bosch Gaviño, los pálidos pelegatos boschistas, tanto del capo di tutti cappi, abominable y nauseabundo, de Leonel Antonio Reyna, como los pálidos pelegatos boschistas del Gánster Murmullo, el Dañino Medina, y los de su cartel de los barriga verde; como los perrosde Miguel Vargas Maldonado y los perros coprófagos de M, perros de vulgares mendigos políticos babosos y hombres de paja de Luis Abinader, la encarnación del embeleco; recordando los tiempos lejanos en que, de niños, los mayores nos preguntaban: ¿a que no sabes lo que es un embeleco?, que al fin y al cabo no era más que un mojón con muchos flecos; o del genocida, criminal de lesa humanidad y, por ello, un verdadero hijo de la gran puta, Rafael Hipólito Mejía; todos, todos, son creaciones y deformaciones del leproso moral Juan Emilio Bosch Gaviño, sin que nadie que se respete y en su sano juicio se atreva a negarlo.

Ultimamente, la institución extranjera Iglesia Católica-Vaticano, y su funesta sucursal del patio, el consejo de homosexuales, pedófilos, degenerados y parásitos, como sanguijuelas ensotanadas, han emitido el más abyecto, vil y canalla de sus pronunciamientos, a título de su llamada Carta del 21 de Enero, en la que habitualmente reivindican su condición de esclavistas y defensores sagrados de la esclavitud; bajo el depravado e insolente agravio de que los hombres y mujeres somos ovejas suyas; y que ellos son, por obra de su pendejo invento llamado dios, nuestros señores, dueños esclavistas; a los que tenemos que darles abrigo y lana, carne y leche; para, de ñapa, entregarles nuestros hijos e hijas para que esos pervertidos y degenerados los violen sexualmente, los aberren y corrompan; lo que últimamente han elevado a su método oficial para socavar las bases humanas de las naciones y de los Estados nacionales; como se puede apreciar, con toda claridad, y palpar con nuestras propias manos: se autoproclaman defensores de la vida y opuestos al aborto a ultranza; pero, al mismo tiempo, castran la vocación reproductiva y de procreación de los hombres, sodomizando a los niños y jóvenes de ambos sexos.

Pero, en el caso dominicano y de la nación dominicana, fomentan la invasión y ocupación de los especímenes de las hordas de las tribus primitivo-salvajes haitianas, que se reproducen como ratas inmundas; y aún siendo ilegales, reclaman la nacionalidad, so pretexto del jus solis; no aceptado ni instituido en la Constitución Dominicana, precisamente por dichas circunstancias.

En su insolente evacuación, de portadores del espíritu y la práctica del colonialismo y su evangelización cristiana, de exterminio, esclavitud y del esclavismo, sus petulancias inmundas se expresan, no en las vacuencias de sus diez evasivas de la realidad; si no lo que es su interés ocultar, como es su recalcitrante condición del cartel del opio de la humanidad Iglesia Católica-Vaticano, de enemiga de la liberad y la democracia, como de los Estados nacionales, de las naciones y sociedades seculares, en ejercicio de su autodeterminación y soberana independencia; como, por igual, el ocultamiento de su redomada naturaleza de parásitos sanguijuela del trabajo, la laboriosidad del hombre y del fruto de estos, trabajo y laboriosidad; así, el Consejo de esos parásitos ensotanados y sanguijuelas, hablan mucha mierda, mierda y más mierda, en su amanerado, hipócrita y adocenado lenguaje de prostitutas y proxenetas criminales; pero, por ningún lado aparecen, ni el derecho ni la defensa del Estado Nacional dominicano, ni la condena de los planes de destrucción de la nación dominicana, como tampoco a la ocupación de las hordas haitianas del territorio nacional dominicano.

 

 

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