NO HAY NI PUEDE HABER MAYOR CORRUPCION QUE EL PARASITISMO DE LAS RECUAS DE ZANGANOS ENSOTANADOS Los jesuitas ni la Iglesia Católica-Vaticano pueden hablar de corrupción ni de impunidad cuando engordan a costa del trabajo y sudor del pueblo trabajador que es el que produce la riqueza 3-01-2018
La República Dominicana, no sólo está inundada de invasores haitianos, que ocultan su feroz naturaleza de lobos hambrientos con un conocido disfraz de mansas ovejas y de que no sacan ni una gata a orinar, sino que, sobre esta fatídica e insoportable realidad se levantan las sombras ominosas, o sea, tan vergonzosas como abominables, del leonino negocio inconstitucional de la Iglesia Católica-Vaticano con el Estado dominicano del Concordato y el del otorgamiento privilegiado de personalidad jurídica; aún y cuando la Iglesia Católica y, en particular, su sucursal del patio, o sea, en el país, es parte de un Estado extranjero, que es el tal Vaticano; que, como todo cuanto atañe a dicho cartel religioso, si no de opio de la humanidad -como a usted le guste y le complazca- del cristianismo catolicista y romano, siempre resulta incongruente con todo lo concerniente a la laicidad secular de los conglomerados humanos; como su tal condición de representantes del contradictorio e inexplicable monoteísmo, con su dios multiformas y que su misma Trinidad, supuestamente en extremo santa, y por lo que les da en llamar santísima, empieza desdiciéndose, de una vez por todas, mediante un cuestionamiento harto difícil de refutar, simple y llanamente por lo de 3 en 1; que, de hecho, deja atrás el monoteísmo, se hunde en lo más profundo del más rampante politeísmo y donde el último es más dios que su padre que lo engendra, ¡y vaya por qué medio tan aborreciblemente anti-humano! como la tal divina concepción; en la que una hembra es preñada sin el concurso del macho ni de su agua eterna de vida, que corre por su vientre, esto es, el semen masculino; para, con ello, dejar sentado, que la sexualidad humana, como su naturaleza, es vergonzosa hasta más allá de la abominación y lo abominable; como, por igual, que la tal Iglesia Católica-Vaticano es la sede o morada de aquel tal supuesto dios y Jesucristo (¡y dale con el monoteísmo cristiano!), sin importarles que, al fijarle residencia en su Santa Sede (Ciudad Vaticano), pierde necesariamente su condición de omnipresencia; como, a la vez, hacen rodar, hasta ir a parar al basurero de los mitos interesados, lo de que su dios nuevo naciera pobre, en una cueva de pastores de ovejas, sin que puedan explicar, ni tomarse siquiera la molestia de intentar hacerlo, tan sólo por respeto a sus semejantes, lo del pastoreo de ovejas en medio de los crudos inviernos palestinos, en los que hasta los pedos se congelan; y de ahí que no tenga lógica, ni se corresponda con el sentido común más elemental, lo de ovejas comiendo yerbas en terrenos congelados por la nieve . Y así, su solemne cabecilla sienta sus reales, no entre hombres y mujeres humildes, sino entre la aristocracia de las dinastías de los emperadores romanos y en Roma. Su alias Papa es un emperador singular, secretario o Vicario de su dios hijo Jesucristo, que está más allá del emperador romano, pero más acá del rey supremo que es su dios cristo, así como más allá, y muy por encima, de todo hombre nacido de la coyunda vulgar entre un hombre y una mujer; fórmula antojadiza, y a la estricta medida de su ambiciosa avaricia, elaborada por el alias Papa Inocencia III; quien, como epígono del terrible verdugo que fuera el monje Hildebrando, alias Papa Gregorio VII, dándole riendas sueltas a su senilidad arterioesclerótica, propia de un esquizofrénico paranoico, alucina, que era como todos los alias papas: “Vicario de Jesucristo, sucesor de Pedro, Cristo del Señor (esto es, Salvador de los amos), Dios del Faraón, más acá de Dios, pero más allá del hombre, menos que dios Jesucristo, pero mayor que todos los hombres” (año 1198). Así, obligan a que su verdugo, y lacayo común del imperialismo yanqui, Rafael Leonidas Trujillo Molina, obligatoriamente le otorgara personalidad jurídica dominicana, cuando alegan ser parte del reino y la aristocracia divina de su dios y su santa sede Vaticana, junto al acuerdo leonino, por ser conveniente y beneficiario materialmente sólo a la Iglesia Católica-Vaticano, que es el Concordato, que es el negocio de capa perro de la República Dominicana; al que el tirano le debió agregar el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, de exclusividad educativa para el cartel religioso católico de marras. De contradicciones en contradicciones, concatenadas y en las que son excluyentes factores componentes, resulta que, en la práctica y conforme los hechos corroborados por los números y las cifras, de riquezas, bienes y patrimonio como capitales, en el más seguro sentido económico del concepto de capital, como relación de extracción de plusvalía del trabajo productivo ajeno y no remunerado, el Concordato y sus otros privilegios anexos en beneficio de la Iglesia Católica-Vaticano, como contrato, consiste en que el Estado Dominicano toma y asalta los recursos que la sociedad, la nación y el pueblo ponen en su custodia administrativa, para engordar y criar hienas y tiburones cebados en carne humana y que constituyen jaurías de hienas y cardúmenes de tiburones ensotanados, para que se coman y alimenten, como sanguijuelas, del pueblo, sociedad, nación y Estado Dominicano hasta alcanzar su destrucción y desaparición como conglomerado humano nacional, como país, nación, como pueblo y como Estado Nacional. Si se escucha y se razona, bajo el más estricto discernimiento lógico, lo que expresó el incalificable, salido de un huevo que se desconoce la alimaña inmunda que lo puso, y que se hace llamar alias monseñor y alias arzobispo católico Francisco Ozoriá, reclamando que los dominicanos, y su deleznable depravado desgobierno que encabeza el Gangster Murmullo, el Dañino Medina, capo mayor del cartel de los Barriga Verde, erija en su primera tarea descobijar, desprotegiendo, a todo aquel que sea dominicano, para darle su espacio, y sus derechos conquistados, a los depredadores e ingratos invasores haitianos, que están lanzados a la ocupación total del territorio nacional dominicano y a la inminente destrucción de la República Dominicana. La coartada que esgrime en su tenebrosa oscuridad cerebral, intoxicada de opio crudo, que actúa en órgano afectado de esquizofrenia en su fase terminal de paranoia galopante, es que su emperador, el más prominente miembro del hampa criminal de los jesuitas, y cabecilla del cartel ominoso Iglesia Católica-Vaticano, el criminal y verdugo Bergoglio, como alias Papa Francisco I, ha ordenado que la defensa de los extranjeros depredadores, -que han destruido activamente, o por complicidad de indolencia, su propio hábitat nacional-territorial, sin nunca reclamar ni sacrificarse por la conquista de derechos elementales, como, por igual, los más elevados de soberanía, autodeterminación e independencia, sino empleando la lucha y la brega por tales supremos derechos como papel higiénico para limpiarse sus asquerosos traseros-, sea erigida en la primera y más importante tarea de la Iglesia Católica-Vaticano y de sus sucursales, como es el caso de la Conferencia del Episcopado Católico en el país, que es la sucursal de la oprobiosa Iglesia Católica-Vaticano, Romana y Cristiana. Pero, ni esa bestia carroñera, verdadera hiena de dos patas, de origen no esclarecido ni establecido, por lo que le acompaña la sombra de lo bastardo, Francisco Ozoriá, ni la oprobiosa Iglesia Católica-Vaticano, reparan en que la fuente material de sus riquezas, aún siendo parásitos improductivos, es el pueblo dominicano y la nación dominicana, como tampoco que, al reclamar personalidad jurídica en la Nación Dominicana, contraían el indeclinable deber de defender la Nación, la sociedad, el pueblo-país y el Estado, que les mantiene en su viciosa y aberrada condición de sanguijuelas supersticiosas, retranca del bienestar y de la lucidez de la sociedad, de la nación, del pueblo-país y del Estado Nacional Dominicano. Francisco Ozoriá, alias arzobispo y alias monseñor, cabecilla del tinglado del cartel corporativo de marras, Iglesia Católica-Vaticano, en su demencial impostura, que transgrede todo discernimiento y compostura lógica racional, ha concluido corroborando la tesis fundamental sostenida por nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) de que no existe ningún asidero jurídico, constitucional ni en el marco de la legitimidad, que avale, respalde ni sirva de base al adefesio del otorgamiento, por su sirviente, el sanguinario dictador Trujillo, de la personalidad jurídica al cartel corporativo Iglesia Católica-Vaticano; por cuanto ésta es una entidad que en lo secular, o sea, en cuanto a lo humano y mundano, es parte de una entidad extranjera; que, además, su área, según sus propias proclamas, no es temporal, no es social ni estatal, sino divina, cuyo reino no es, según sus palabras, de este mundo. ¿Y quién osa arriesgarse a darle credibilidad a la Iglesia Católica-Vaticano, al cristianismo y a los curas o a los pastores protestantes? Francisco Ozoriá, que ocupa el cargo jerárquico más elevado dentro de las estructuras de la sucursal del cartel corporativo de opio de la humanidad católico en República Dominicana, acaba de reafirmar que nada le ata, que nada le incumbe de la República Dominicana, a menos que no sea vivir, junto a sus recuas de sanguijuelas católicas, curas y monjas, pegados del cuello del pueblo dominicano, de donde irradian sus ventosas por todo el cuerpo de la Nación y le chupan despiadadamente la sangre hasta su última gota. Ahora bien, ¿qué otras labores abominables contra la población, la nación, la sociedad y el Estado nacional desarrollan el antro del parasitismo y el oscurantismo, que es la Iglesia Católica-Vaticano, y sus legiones de sanguijuelas aborrecibles? Resulta en extremo importante prestar atención, con todo interés, a las perversidades que lleva a cabo la Iglesia Católica-Vaticano como parte de la plataforma de parásito y antro cavernario del reaccionarismo, del imperialismo, del intervencionismo como de la anulación de toda efectiva voluntad de lucha del pueblo dominicano por la autodeterminación, la soberanía y la independencia nacional. No hay que dar muchas vueltas, ni andarse con rodeos. Basta y sobra las venenosas actividades que, bajo banderas redentoras, despliegan el contingente vanguardia de la Iglesia Católica-Vaticano, cartel corporativo de la infamia y la ignominia, y que hace, dicho contingente, de su espina dorsal o columna vertebral; y que viene a ser, como ha estado ocurriendo en los últimos 4 y tres cuartos de siglos, esto es, desde el 1545 hasta el día de hoy, la columna vertebral, la espina dorsal y cerebro aberrado de la Iglesia Católica-Vaticano, que es la criminal orden de los jesuitas. Los jesuitas, que hoy día operan en íntima coordinación y complemento con los cuerpos de espionaje y del terrorismo de todos los países imperialistas de la Unión Europea, como de los Estados Unidos, así como de los satélites y cabeza de playa de éstos, en particular con la CIA y la USAID; lo cual es fácilmente palpable en nuestro país. Apenas se ha iniciado el nuevo año, que recién empieza, 2018, y ya encontramos que los jesuitas, a través de su red de centros sociales de la Compañía de Jesús en la República Dominicana, -aunque difunden maliciosamente que es la Compañía de Jesús de República Dominicana-, como se puede comprobar en la letrina periodística del Opus Dei-jesuita “Hoy” del corrupto y pervertido Pepín Corripio Estrada, en su primera página correspondiente al día 3 de este mismo mes de Enero. Su nociva patraña posee un marcado interés desviacionista, que en el argot del espionaje se llama labor diversionista. Y consiste, como ya también hemos venido denunciando, en hacer que la población divague, en tanto se desalienta, se desmoraliza, gradual y sistemáticamente, con lo que buscan favorecer que las masas terminen entregándose, una vez más, a los corrup-partidos del sistema y sus facciones de, precisamente, corruptos y beneficiarios de la impunidad que le dispensan los órganos del Poder Judicial como del Legislativo, en todas sus instancias y niveles. “Que la corrupción y la impunidad son grandes amenazas a los llamados derechos humanos”. Por cualquier lado que se aborde y analice tal artimaña, la única conclusión es que se trata de buscar un entretenimiento, que no conduce ni puede conducir a ningún resultado práctico concreto, si se toma el escabroso camino de desligar esos males-secuelas de las causas y las relaciones de opresión y explotación que generan la corrupción y la impunidad, como cualquier cuerpo engendra, con la luz, su propia sombra. Aquí, por ejemplo, ninguna corrupción supera, ni se puede comparar, con el parasitismo y los privilegios. Tal cual acontece con recibir las más suculentas subvenciones, de parte de los corruptos entronizados en el gobierno del Pálido Pelegato Boschista, y, en particular, del Gángster Murmullo, el Dañino Medina y su Cartel de los Barriga Verde; y que los que las reciben son las estructuras y entidades de la Iglesia Católica-Vaticano y los jesuitas, como se puede palpar en el área de la educación pública, tanto a nivel general como particularmente universitaria. Por ejemplo, el BHD-León dona 10 millones para laboratorios de la Ucamaima, que es la principal universidad de la Iglesia Católica-Vaticano en el país. La realidad es que el BHD-León reduce de sus ganancias, y de los impuestos a pagar al Estado, 10 millones, por concepto de donación para la educación; pero como el BHD-León es una empresa especulativa y usurera, del área de los bancos, de la Iglesia Católica-Vaticano y del Opus Dei, como de los Caballeros de Malta, que es otra mafia terrorista del cartel corporativo Iglesia Católica-Vaticano, no ha hecho ninguna donación en realidad; sino que, lo que ha hecho es una reinversión del dinero dejado de pagar como impuestos al Estado Dominicano, mediante el truco de pasárselo de un bolsillo suyo a otro bolsillo de su mismo pantalón; por cuanto el dinero que una institución usurera especulativa, o cualquier otra empresa de la Iglesia Católica-Vaticano, que hace una donación a Intec, por ejemplo, a Utesa como a Unibe, no es ninguna donación altruista ni nada por el estilo, sino un engaño y una evasión de pago de impuestos al Estado, lo que es social y nacionalmente un acto solemne de corrupción e impunidad. Si analizamos lo que acontece en el campo de la salud, basta y sobra tomar como ejemplo la Plaza de la Salud, Cedimat y el Homes de Santiago, que es también del enclave clerical Opus Dei con Agripino Núñez Collado, Félix García, los Navarro y los grupos clericales de traga hostia del Cibao. El Estado depreda los fondos públicos para subsidiar y financiar las actividades de parásito ancestral incorregible, como mega sanguijuela insaciable de la Iglesia Católica-Vaticano, Romana y Cristiana; todo lo que es elaborado como planes de corrupción e impunidad por los mismos jesuitas que, hipócritamente y con la mayor perversidad criminal, llaman a luchar contra la corrupción y la impunidad, pero separando estos males de la lucha contra el sistema modelo del régimen neoliberal globalizado y teocratizado, que es el núcleo de la doctrina social de la Iglesia Católica-Vaticano y del cristianismo. Porque debemos reconocer que la Iglesia Católica-Vaticano, el cristianismo, como esas hienas y buitres de las carroñas jesuitas, carece de toda moral y es huérfana de todo principio ético. El cristianismo católico, como el evangélico, es, al fin y al cabo, la peor prostitución y envilecimiento del ser humano. Ellos son la corrupción y la impunidad por ellos mismos. Siempre y cuando no se focalicen sobre ellos estos cánceres, no les importa hablar en general y lanzar palabras al aire contra la corrupción y la impunidad, pero ocultando sus raíces, sus causas y pormenores. Pues con ello ponen al pueblo a mirar para otro lado y mientras se chupan el país y destruyen a la República Dominicana, entregándosela a la voracidad destructiva de las hordas invasoras haitianas.
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