LA DIARREA DE TEORICUCHAS DEL GENIO DE LA CONCEPTUALIZACIÓN EL BASTARDO LEONEL ANTONIO REYNA

Ideúchas que sirven de base para la doctrina goliardo de la corrupción implementada por los pálidos pelegatos boschistas en el marco del neoliberalismo imperialista globalizado y teocratizado explotador y opresor

04-01-2018

 

El punto de partida, del perdulario de la falta de escrúpulos y de la más escandalosa indigencia teórica, que es el capo di tutti cappi, el bastardo Leonel Antonio Reyna, por lo menos en el campo de lo tangible y perceptible por los mecanismos del discernimiento lógico y de la razón, como de lo que es ostensible ante los sentidos en funciones normales, bien puede afirmarse que se ubica y se define, en su ciega como torpe formación verbal, de que ya no importa, ni nadie podía atenerse, a la realidad objetiva, sino a la realidad imaginable e imaginada, que es la llamada realidad virtual, o sea, lo resultados de las especulaciones en abstracto, sin juzgar si tales percepciones eminentemente subjetivas, y sin importar su falta de congruencia con la realidad concreta real; lo que, de paso, el tal pensamiento así concebido poco o nada importaba su validez práctica y objetiva; porque, en última instancia, según dicha doctrina especulativa, enraizada en el más crudo subjetivismo absoluto, no era más que otra modalidad, por cierto bien tardía, por lo que ninguna novedad traía consigo del conjunto de la peste del solipsismo, según el cual sólo existe lo que yo pienso y me imagino; y lo que no, pues simple y llanamente no existe.

Y, siguiendo por ese indudablemente escabrosísimo camino, pasó a refutar todas las vertientes imaginables de la realidad objetiva, campo general del quehacer científico. En el terreno económico dio como una verdad, que no amerita discusión por lo menos, que ya no era la fuerza de trabajo del obrero, y del trabajador en general, la fuente generadora de la plusvalía; así como que, ya el capital no se podía concebir como la relación exclusiva de fomento de la producción de plusvalía por parte de la fuerza de trabajo. Plusvalía, la que, según ese escabroso como subjetivista especulativo, dejaba a la vez de ser lo que, expresado en dinero (papel moneda), viene a constituir la ganancia del órgano del capital, que es el capitalista o burgués. Así. se erigía en especie de un tan sagrado como misterioso objeto, de origen desconocido e impensable, producto del azar y de lo desconocido.

De ese modo, en sus prodigiosas prácticas de la quiromancia y el embaucamiento, convertido en la suprema calidad destructiva de la inteligencia humana, desaparecía, según este genio de nuevo cuño, que decía tener encantados y subyugados a todos los esforzados sabios del quehacer intelectual filosófico, político, social y revolucionario del país, de América Latina y del mundo entero; la insoluble contradicción entre la clase obrera, de un lado, y la clase burguesa explotadora, del otro lado, como se había venido creyendo, en flagrante equivocación, durante más de dos siglos, pues era el caso de que se había operado, en las últimas décadas, el insólito suceso de que esas clases, proletaria y burguesa, habían desaparecido imperceptiblemente; como del mismo modo desaparecieron, sin que ningún genio como Leonel Antonio Reyna pudiera explicarlo, los dinosaurios de la época antidiluviana; o bien, sin que tampoco pudiera explicarse, a su omnipreclara inteligencia, el salto del homo sapiens al humano.

Otro tanto, según la genial e irrepetible suprema inteligencia del capo y bastardo Leonel Antonio Reyna, aconteció con el lenguaje, que Marx, en chispazo de fugaz inteligencia, como ave de paso, había definido que era la expresión de la conciencia práctica del hombre. “¡No ‘ombe, no!, eso no tenía importancia ni validez alguna!”. el sabio inigualable Leonel Antonio Reyna, para proseguir deslumbrando a las inteligencias de la humanidad, habría creado una nueva concepción en torno al lenguaje, que ya no sería como expresión de la conciencia práctica del individuo social, pues, en otro de sus magistrales aportes, en aras de ponerle coto a esa inequidad del embrutecimiento generalizado de que ya el lenguaje no era la expresión de la conciencia social del individuo y su vinculación con todas las telarañas de la sociedad, pues eso que se llamaba lenguaje ha pasado, en las conjeturas proféticas del único político del patio con capacidad de abstracción racional, hasta poder conceptualizar, y crear conceptos de las cosas y sus interrelaciones internas, que no son perceptibles, a simple acción de la vista, como de los demás sentidos, como se jactara orgullosamente, en una ocasión en la que, al parecer, los efectos de la coca y la ingesta de otros estupefacientes lo habían desinhibido, lo que le permitía asincerarse y confesarse en su propio egotismo.

Así, ese nuevo aporte consistía, según su eminente autor, el perdulario y leproso moral, heredero del gran leproso moral y mercenario político del imperialismo, Juan Emilio Bosch Gaviño, que es el bastardo Leonel Antonio Reyna, viene a ser el protolenguaje; que es especie de un lenguaje mudo, que se despliega sin que medie la boca ni ningún órgano del hombre, si no otro verdadero e indescifrable misterio es el que se despliega, y hace de órgano del protolenguaje leoneliano.

He aquí el por qué de la superchería y la hechicería, no sólo religiosa, de modalidades opiáceas cristianas, como el catolicismo o el protestantismo, sino de hasta las formas de la curandería y cultos mágicos de incursiones e interrelación con su más allá, es otro denominador común que permite emtrelazar a todos los impostores y estafadores del curanderismo político-social del reformismo burgués; con sus interminables legiones de seminaristas, aspirantes a ser tomados en cuenta por las más altas esferas de los estados mayores de los opresores y explotadores de pueblos y naciones.

Si Oguí Pié, alias José Francisco Peña Gómez, abominación que, con el paso del tiempo, acrecienta el peso de su ignominia que, con su peso muerto, cae como una tara sobre la cabeza de la nación, sociedad, pueblo y Estado Nacional, República Dominicana, impuso las más febriles creencias en estafadores, como el brasileño Luis Iván Trilha, escenificando una operación con las simples manos y sin instrumentos cortantes, como el bisturí, sobre uno de los tumores que, al parecer, inundaban su cuerpo; los mandos militares hicieron otro tanto, importando, por su lado, un filipino; y los católicos se sintieron estimulados para hacer uso de su estafador curandero Emiliano Tardiff hacía, según ellos, los católicos cristianos, que con Pablo de Tarso, el mago Simón, el hombre del capote mágico y con facultades especiales de enviar a sus adversarios hacia el infierno y entregárselos a Satanás, tienen sus lazos vinculantes directos con la hechicería, verdaderos milagros en Cristo. Quedando, además, los brasileños estafadores de la secta de la Duarte, que pelan a los incautos e incautas con sus curas de amor y sus ensalmos; ya Danilo trajo a Joshua, como predicador curandero evangélico, quien cargó con cinco millones de dólares, pero provocó la filípica del impostor Ezequiel Molina Rosario, de que la reelección es la fuente de la corrupción, puesto que acciones y estratagemas sucias traen reacciones y estratagemas de la misma calaña.

Pero no dejemos a un lado a los perros de mierda (PRM), que con Tony Raful sin más, su agua negra de letrina, y con su lengua suelta de gelatina y poco cerebro apto para el discernimiento, los principios éticos y la moral correcta, pero con su condición de bastardo leproso moral chorreándole por todo el cuerpo de la cabeza a los pies, recurre a la casualidad y a lo imprevisible, enalteciendo con ello el azar, como la supuesta única ley de la historia, de la sociedad y de la vida del hombre.

Qué curioso enigma concita y hace confluir estos especímenes a compartir tan bajo, rastrero y vulgar denominador común: creencia ciega en las taras ancestrales supersticiosas de los primitivos tiempos del salvajismo antediluviano.

Pero Leonel Antonio Reyna, el bastardo y leproso moral, por desalmado e inescrupuloso espía pagado del imperialismo y agente político mercenario a sueldo del Departamento de Estado yanqui, es quien, al parecer, es el más incorregible de los pacientes de desvergüenza y descaro innato y congénito, en grado superlativo único e irrepetible.

Como se supone que es conocido de todos, el neoliberalismo, con su ancestro en el clásico liberalismo de los siglos XVIII y XIX, es un corrosivo disolvente de las naciones, de las fronteras, como de las cargas aduanales, y, por igual, termina siendo enemigo implacable del Estado, del que abogan por su anulación. Pero no tienen la audacia de erigir esa meta en su objetivo de acción, por lo que, los neoliberales han terminado por tranzarse con la exigencia de reducir y embotar la injerencia del Estado, que, enajenado y alienado, de sus funciones originales, es el que podría regular y moldear los efectos catastróficos de las leyes devastadoras del libre cambio y del mercado.

Consciente de que, si se termina por levantar el frágil velo que encubre la feroz explotación y opresión de los capitalistas y clases poseedoras sobre la clase obrera y demás trabajadores, las confrontaciones, al fin y al cabo, terminarían diezmando el sistema del régimen neoliberal globalizado y teocratizado, con base en el dominio de los monopolios de los capitales financieros internacionales, que son la esencia y la sustancia del imperialismo y sus métodos expoliadores; por lo que, definitivamente, lo de la exclusión del Estado de la vida nacional y social de un país, dentro del orden capitalista de explotación, es una verdadera utopía, colindante con el más puro anarco terrorismo.

Pero, habiendo recurrido a todos los trucos y estratagemas, el neoliberalismo aceptó que el Estado se le hace imprescindible y, bajo ningún concepto desechable, para la supervivencia de sus intereses. Y así arriban, los ideólogos y políticos de dicho sistema, a la formulación y despliegue de las más pintorescas, como inviables, doctrinas operacionales del Estado de las clases explotadoras, cuando el capitalismo-imperialismo lo transforma en neoliberalismo globalizado y teocratizado.

Del entrecruzamiento de la más profunda ignorancia supina con el más recalcitrante descaro, desvergüenza e inescrupulosidad, apelando sucesiva como continuamente a ambas aberraciones, Leonel Antonio Reyna llegó a crear la que cabe denominar su acabada doctrina de los goliardos del Estado y su depredación sistematizada de éste.

Goliardo es un gamberro o palomo, componente del sector de los estudiantes, con hábitos y costumbres de vida irregular y peculiarmente descompuestos, que en la Edad Media eran, sobre todo, seminaristas y clérigos con prácticas de rufianes, pillos y malandros, sin respeto por la moral y contrapuestos a todo principio y código de ética.

El yupi es egresado de las universidades de más renombre en los Estados Unidos, y con una extracción de clase social de las capas acomodadas de la burguesía, pero no pertenecientes a las familias de la oligarquía financiera del imperialismo, ya fuere norteamericano o europeo; y cuya meta es no reparar en regla alguna ni en atavismos morales o éticos, sean éstas cuales sean; su única divisa es hacer y acumular una sólida fortuna de patrimonio personal, cuanto más rápido mejor.

Cuando se habla de goliardos y de yupis casi se está hablando de una y la misma cosa, antisocial y así de peligrosa.

No cabe duda que, con el aval de la falta de escrúpulos y sus conocidas aberraciones de toda índole, a Leonel Antonio Reyna no le fue difícil aunar en un mismo haz el lumpen desclasado de los guetos del Bronx y de las zonas de tolerancia de Villa Juana con el ideal de delincuente lavado, que es el yupi.

Así, aunados en sus cualidades éste, con los desclasados de los guetos de las escorias sociales del desclasamiento y del lumpen, se configura el prototipo de goliardo.

Incorporados estos componentes a la depredadora doctrina de administración y financiamiento del Estado, por el neoliberalismo globalizado y teocratizado, acción histórica que llevara a cabo el genio Leonel Antonio Reyna, quedó estructurado, con él a la cabeza; y de ahí, el respeto que las legiones de pálidos pelegatos boschistas, del gobierno y de fuera de éste, a su manera, le guardan al capo di tutti cappi Leonel Antonio Reyna.

Así, Leonel Antonio Reyna encuadró, como ignorante supino, al pueblo dominicano, cuando dijo que en el país no se tenía un concepto claro de lo que era corrupción; y subrayó, que aquí se confundía una indelicadeza con corrupción, y se omite la diferencia, supuestamente, que, a su cuestionabilísimo entender, existe entre corrupción e indelicadeza.

Llevarse para su casa un servidor público no es un acto de corrupción, aún y cuando su sueldo salga de los fondos del Estado; porque corrupción es cuando usted le mete mano a los fondos del Estado para su patrimonio personal.

No obstante, aunque el sapientísimo sabio, el bastardo Leonel Antonio Reyna, afirma que en casos de ese tipo hay diferencia, es en extremo tan antojadiza como subjetiva; y, al fin y al cabo, no pasa la genialidad leonelista de ser un embrollo de sofismas baratos y del ejercicio de la peor de la sofistería.

La teoría goliardo del sabio y genial Leonel Antonio Reyna, consiste en la interpretación, de la divisa irrealizable del neoliberalismo, de la privatización del Estado; como la doctrina de que los goliardos, colocados en órganos del Estado, deben entender que ese órgano del Estado es un patrimonio personal suyo, y, como tal, no desplegarlo en beneficio y servicio para la sociedad y la población, sino como un negocio propiedad suya, puesto en sus manos para acumular un patrimonio o capital que les llega por medios espurios y propios de la peor canalla.

Ciertamente que, aunque es ejemplarmente aberrado lo que encierra la concepción leoneliana del Estado y su gestión administrativa, no es extraño a las extravagantes fórmulas empleadas por el leproso moral Juan Emilio Bosch Gaviño para sus legiones de goliardos, como la de: servir al partido para servir al pueblo. La que Leonel Antonio Reyna termina por transformar en: saquea el Estado desde el órgano de éste que se puso en tus manos, porque, convertido en rico al vapor, podrás aportar mayores sumas de dinero al partido y éste poder seguir haciendo de las suyas.

Fue Leonel Antonio Reyna quien, como sabio filósofo bastardo, con su acción de filosofar conceptualizando y haciendo abstracciones, que los especímenes de la fauna de la política no llevaban a cabo, definitivamente termina instaurando la doctrina que, desde el desgobierno pálido pelegato boschista, desarrolla el Gánster Murmullo, el Dañino Medina; pues, al fin y al cabo éste, como lo demuestra con su ejemplo, no tiene ni nunca ha tenido la más puta idea de lo que es gobernar en general, como a un país, al pueblo, a la nación y al Estado Nacional en particular.

Porque, en definitiva, el Gángster Murmullo, el Dañino Medina, no es más que un goliardo de los formados por el crápula capo di tutti cappi Leonel Antonio Reyna, una vez que comprendió el secreto de su maestro y guía, el leproso moral Juan Emilio Bosch Gaviño.

Las bases boschistas recogieron e hicieron suyas las enseñanzas de las lecciones del sabio Leonel Antonio Reyna, e hicieron del Gángster Murmullo, Dañino Medina, su ídolo de ídolos, y el saqueo, mediante la corrupción y la impunidad, es lo único que el Gángster Murmullo, Dañino Medina sabe hacer, y es lo que esgrime como su bandera que le identifica.

No obstante, el desenfreno que genera esa orgía de corrupción e impunidad entronizada en el Poder, que seduce a cuanto pálido pelegato boschista hay, es tal, que Francisco Javier García, un homosexual reconocido en los medios de ese submundo del fandango bajo el sobrenombre de “La Salúa”, con tal de ser el candidato para el 2020, es quien, contra todas las normas y leyes establecidas al respecto, ha autorizado la edificación hotelera de 22 pisos en los alrededores de la Provincia de Higüey, porque el mismo es del proxeneta de la prostitución de las pasarelas, Presidente del imperialismo norteamericano, Donald Trump; y, “La Salúa” piensa que, con el respaldo de Trump, nadie le podrá quitar la candidatura presidencial del Pálido Pelegato Boschista para el 2020; máxime con las ganas que el gobierno de Trump siente en animadversión de Margarita Cedeño.

 

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