PODRIDA REFORMA NEOLIBERAL DEL PODER JUDICIAL AL SERVICIO DE PRIVILEGIOS E IMPUNIDAD OLIGARQUIA Y SUS SIRVIENTES Corrupción jueces como María Garabito Ramírez, Regina Carvajal Vizcaíno, Katherine Rubio Matos y Emilkis Terrero Dájer deja al desnudo los frutos venenosos de la tal reforma judicial a favor de criminales, sicarios, narcos y depredadores contra el pueblo sencillo 05-01-2018
Nada más exuberante, para fines ilustrativos, y, por igual, excelente, desde el punto de vista educativo, en cuanto a facilitar la comprensión del carácter, permisivo y podrido, del sistema jurídico, y hasta la Constitución que le sirve de apoyo y piso de sustentación, que el hecho de, cómo las leyes y los códigos neoliberales globalizados y teocratizados, sólo sirven, en primer lugar y antes que todo, para darle impunidad, así como coartadas de encubrimiento, a las clases y estamentos explotadores, opresores, neoliberales y clericales, esto es, del capitalismo, sirvientes del imperialismo norteamericano y europeo y del capital financiero internacional; a lo que corresponde agregarle, que es el conjunto de estratagemas y ardides que se prestan para que las legiones de miserables canallas y mercenarios, integrantes de los órganos de las estructuras de Poder del Estado, tanto civiles, militares como policiales, en vez de servir al Estado nacional, a la sociedad, al pueblo y a la nación, sean en realidad los que constituyen las bandas y asociaciones de malhechores que configuran el hampa y el bajo mundo gansteril del país, y que son las legiones fundamentales de la delincuencia generalizada imperante. Las reformas estructurales, de que tanto gustan charlatanear los capos de los carteles, al estilo colombiano, mexicano y de la cosa nostra siciliana, sustentadores y adalides del neoliberalismo globalizado y teocratizado, no son otra cosa que la plataforma operacional del gansterismo, dueño del poder económico, político, militar-policial y legislativo, al igual que el judicial. Pero ninguno como el escenario y campo del Poder Judicial, le resulta de necesidad primordial, al neoliberalismo depredador, imponerle sus truculentas reformas, con la finalidad de que le sirvan de cobertura y resguardo en sus actividades gansteriles y destructivas de la sociedad, la población y la nación; sobre todo si ésta es del tercer mundo, como es el caso de la República Dominicana. Así, para efectuarse las reformas estructurales en el Poder Judicial, los actores y protagonistas fueron las agencias financieras internacionales del imperialismo y sus monopolios financieros mundiales, a través de sus agencias financieras (FMI, Banco Mundial, BID, etc.) así como los prostíbulos cámaras legislativas (diputados y senadores), como los que, al momento de hablarse y anunciarse reforma estructural del Poder Judicial, constituían los tribunales, Ministerio Público, jueces de todas sus ramas e instancias judiciales, que popularmente eran bien reconocidas como sirvientes y vasallos de los bancos, del comercio usurero y especulativo, como de los grupos económicos especializados en el lavado de dinero sucio del narcotráfico, de la trata de blancas y negras, de la prostitución, de la usura, la estafa, el contrabando, la evasión de pagos de impuestos al Estado. Y, claro está, los corrup-partidos del sistema despótico y absolutista, con un velo trasparente para encubrir sus desvergüenzas, al que, con el mayor sarcasmo del mundo le designaban, entre burlas e ironías, como democracia vigente. Hablamos de los monopolios de la banca imperialista mundial, de los hampones del Central Romana, de los monopolios hoteleros internaciones establecidos en Higüey, Bávaro, Punta Cana, Verón, Juan Dolio, así como en Samaná, en Puerto Plata y en la misma capital; estamos hablando de los gánsteres clericales como los del Banco Popular del clan de los Grullón; del bajo mundo del hampa empresas Corripio, de los hermanos García, de los de las zonas francas, tanto nativos como extranjeros; hablamos de los parásitos expoliadores y conspiradores impenitentes, contra la existencia de la nación, de la Casa Vicini, como de ese antro ignominioso que es la Iglesia Católica-Vaticano y su cristianismo romano, y su competencia de las carroñas de las sectas protestantes, cuyo dios común, el invento que llaman Jesucristo, ellos mismos, con sus hechos, le configuran el perfil del perfecto dios pedófilo, bisexual, homosexual, violador y estuprador, ladrón y asesino. ¿Acaso el tal Jesucristo podría tener otra naturaleza que esa, que es capaz de avergonzar hasta al mismo Satanás, o sea, su contrapartida como el dios malo? Hablamos de cómo, los beneficiarios y protagonistas del Poder Judicial y del sistema de justicia imperante, son fulanos como los de Acero Estrella, o de las empresas Bermúdez, Brugal, León Jiménez, si no de los monopolios de la Barrick Gold y de la Falconbridge, de los Gómez Díaz. ¿Acaso no son éstos a quienes sirve, como una prostituta envilecida al extremo último, la justicia y el Poder Judicial, con sus leyes, su Constitución y sus códigos? Los males en este pantanoso y maloliente terreno se han acrecentado y agravado con el empuje arrollador del narcotráfico que, de hecho, ha arropado a todos esos protagonistas y actores beneficiarios, desde antes de las llamadas reformas estructurales del Poder Judicial, y ahora, esto es, después de efectuadas las flamantes reformas estructurales, del Poder Judicial y de la justicia. Las figuras individuales más relevantes de esta trágica y patética historia de la estrategia, la táctica, las estratagemas, maniobras y ardides, para llegar al desastre actual, serían, en primer lugar, el perdulario para-narco- terrorista, leproso moral, como su maestro, el espía pagado de la CIA y agente político a sueldo del imperialismo norteamericano y su Departamento de Estado, Juan Emilio Bosch Gaviño, el vende-pueblo, el entreguista, el inescrupuloso y desalmado narcómano, homosexual, degenerado, inepto, ignorante supino, ladino, taimado, ladrón, lavador de activos, narcotraficante, vil, canalla, infame, Leonel Antonio Reyna; y, junto a éste, esa figura desaliñada, carente de todo vestigio de inteligencia, gañán, prostituido, rastrero, proxeneta, corrupto, narcotraficante, como lo más acabado en pudrición de todas las carroñas, el inmundo apátrida aventurero, hampón de las estafas bancarias, Jorge Subero Isa; que fuera colocado, por el acuerdo unánime de todos los protagonistas y actores de la espuria reforma judicial de que hablamos, al frente de la misma, dándole el cargo de Presidente de la Suprema reformada; sacándole del fondo del estercolero inmundo de la estafa bancaria, de que fue hombre muy importante y, de hecho, considerado el consigliori o hampón No. 1, de Baninter en el campo de los seguros; y poniéndolo al frente de la Suprema, como ya hemos dicho, bajo el acuerdo de proclamarse vitalicio, junto a la jauría de hienas de dos patas que le acompañaban en aquella patética Suprema Corte de Justicia, encargado de la materialización de la reforma del Poder Judicial. A este rufián, de interminable trayectoria como hez de la sociedad, sus compinches, empezando por esa nefasta sabandija repulsiva de Leonel Antonio Reyna, le pusieron a su entera discreción, de ladrón y estafador, todos los millones y millones del mundo; los que se esmeró en despilfarrar de la manera más escandalosa: tráfico de influencias, prácticas de prevaricación y nepotismo, repartición de millones y millones entre los estamentos oligárquicos que, con su historia, vendrían a ser los que dan pie, con sus acciones incalificables y retrógradas, a que el engaño de la reforma judicial, al ser proclamada como a efectuarse, generara ilusiones y tantas falsas expectativas, que hoy son combustibles de los escándalos más catalizadores, que impulsan la convicción de que las reformas estructuras neoliberales, como ésta de que hablamos del Poder Judicial en nuestro país, son burdas coartadas, que obligan a profundizar la lucha, tomando como centro de gravedad las masas populares de los sectores trabajadores, hacia una meta definida que ha de ser obligatoriamente la realización de una Asamblea Constituyente que devuelva el Poder a manos del pueblo. Hay quienes, movidos no se sabe por qué específicos espurios móviles, hablan, quejándose, de la pobre asignación presupuestaria para este nuevo año al Poder Judicial. Nadie que se respete, y tenga una pizca de pudor, puede reclamar que se asigne una mayor partida presupuestaria al Poder Judicial. Sólo quien sea parte directa o indirecta de la corrupción imperante puede hacer suyo tan impertinente reclamo. Pero entre abogados y excrementos sociales, los aires pestilentes abundan y aparecen por doquier. Esa reforma estructural es obra del perdulario carroña, de la crápula inmunda Leonel Antonio Reyna. La obra de éste, a juzgar por las reformas que se pavonea de haber llevado a cabo e impulsar, bien cabe ser designada como la redención de la basura y de las crápulas sociales. El flamante Código Penal, elaborado como parte de las reformas estructurales, así como las leyes que lo integran, el Código Procesal Penal y la creación e implementación de los mecanismos administrativos y burocráticos para su realización, viene quedando pulverizado y sus restos expuestos al público como su peor escarnio de sí mismo. El desastre del pantano de podredumbre, corrupción, impunidad, complicidades y acciones delictivas de naturaleza e implicaciones francamente desvergonzadas del Poder Judicial, sus jueces y tribunales, como del Ministerio Público; que son contrarias a las más elementales demandas de justicia moralizadora y de adecentamiento, que es reclamada por la población, perfectamente queda retratado en la forma incalificable en que, con la mayor desfachatez del mundo, los funcionarios judiciales, jueces y fiscales, en todos los niveles, avalan sus repugnantes actuaciones con su impúdica e hipócrita respuesta de que, esa depravada prostitución del ejercicio de jueces está amparada y se corresponde con las reglas de las leyes, por lo que entienden que no han transgredido ni pisoteado ninguna norma moral ni principio ético alguno; con lo que están admitiendo y reconociendo que carecen hasta del nivel elemental de comprensión de la función de juez, que no llegan ni a percatarse de la trascendencia ético-moral que contiene el espíritu de las leyes jurídicas, así como de las reglas de esta actividad, cuya defensa, vigencia y aplicación recae sobre la responsabilidad de los jueces. Ha sido tan reiterativo el espectáculo, bochornoso y asqueante, que acostumbra a montar, como una charanga, una tragicomedia, una farsa, sainete o parodia, la flamante Magistrada-Jueza Presidente de la Corte de Apelación de San Cristóbal, por ejemplo, la nombrada María Garabito Ramírez, que su acción desaprensiva sirve de voz de alarma para la población ciudadana, de que esa fulana lo que representa es, en realidad, un cartel de las carroñas que, se valen, obligatoriamente, de la posesión y empleo del patrimonio de la ausencia total de preceptos morales y de la orfandad absoluta de un comportamiento, en lo personal-individual, ajustado al marco de la decencia y la honradez, como del pudor, las buenas costumbres y los principios de toda ética. Es tan desaprensiva la deshonrosa y cínica impostura de la nombrada María Garabito Ramírez, oriunda de la zona fronteriza de El Cercado, que nos hace pensar que está permeada muy, tan profundamente, con la promiscuidad imperante allí; y, habiéndola absorbido en la forma más espontánea, ya que sería en la cual nació, creció y asimiló profundamente, como corroboran sus hechos, que ha llegado a creer que su deber principal, y la tarea a la que se debe, es darle impunidad a todos los actos de depravación, y sospechosos de ilegitimidad, que llevan a cabo los otros jueces de esa demarcación judicial; ya que, según la lógica de los fenómenos y sucesos que acontecen en esos predios sancristobalenses de la prostituida justicia, de sus tribunales, como en todos los de su Poder Judicial, María Garabito Ramírez está envuelta en todas esas chicanas jurídicas, que prosiguen mostrando los tumores y podredumbres imperantes en todo el cuerpo de la justicia y del Poder Judicial. Y, si no es así, habría que pensar en otras tres posibilidades: o que María Garabito Ramírez tiene mucha cola que le pisen, y no quiere que sus colegas y parte del Poder Judicial que ella preside, la pongan a circular públicamente; o que, María Garabito Ramírez, reflejando la idiosincrasia tribal de su localidad regional de origen, no pueda pensar ni actuar sino con una mentalidad tarada de grupo; o que María Garabito Ramírez esté intrínsecamente impedida de elevarse a la condición de ciudadana, que le permita ver el conjunto del bosque y entender que cada árbol debe ser congruente con el mismo. María Garabito Ramírez ha salido en defensa y justificación del juez de la Ejecución de la Pena que hizo de pieza clave de la trama para declarar enfermo de cáncer al narco y asesino Quirinito; y luego, hacer que cambiaran los 30 años de cárcel a que fuera condenado a prisión domiciliara, bajo el falso alegato de padecer cáncer terminal; y luego, fingir que muriera y lo enterraran sin acta de defunción. Por igual, María Garabito Ramírez salió al frente en defensa de la narco jueza Regina Carvajal Vizcaíno, quien había favorecido al mismo narco asesino, y hoy escapado de la cárcel, con una simple fianza económica, por el hecho de homicidio (sicario) y narcotráfico. De por sí resulta sobre todo recelador, ilustrativo, educativo y pedagógico el hecho, bastante pintoresco, de que todos y cada uno de los jueces, cuya corrupción es de connotación tan flagrante como pública, tengan como coartada lo de: Actúe conforme establece la ley y la regla. Que ahora vuelve a repetirse con la disposición de la juecesita suplente Katherine Rubio Matos, que le otorgó permiso a más de 50 presos, criminales, sicarios, narcos y lavadores de activos para que pasaran las fiestas navideñas, feliz y alegremente, haciendo de las suyas. La corrupción de la justicia en general ha hecho del Poder Judicial un lenocinio y subasta de honras y dignidades al mejor postor; hasta el punto de que hay contingentes de jueces y juezas, como es el caso de Emilkis Terrero Dájer, juez de tierras de jurisdicción original de San Cristóbal, que se confabula con quienes despojan y roban a legítimos herederos, mediante la falsificación de las firmas personales, para desconocer los derechos reclamados y que han sido conculcados; y luego, acecha y coordina para estar presente, y ser parte, de tribunales colegiados que conozcan la apelación, con lo que descalifica la justicia de plano. Y todo con la anuencia, complicidad, complacencia e indiferencia de las otras juezas cuando la parte agraviada protesta y lleva a cabo la denuncia. Pero María Garabito Ramírez está demostrando que es parte dirigente, y muy pudiente en recursos, de una red delictiva dentro del cuerpo de jueces de la podrida justicia dominicana; hasta el punto de que sus alegatos de justicia no tienen ni siquiera carácter jurídico, sino de cuero de patio, como de que el Procurador General de la República busca desestabilizar la justicia; en tanto, una cagatinta de la letrina “Hoy”, Loyda Peña, concluye: "la magistrada María Garabito pone al desnudo interioridades del Ministerio Público". ¿Acaso esto tiene carácter jurídico, o de crear disturbios para que nada quede en claro y seguir pescando en río revuelto?
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