ALOCUCIONES DEL PRESIDENTE-SECRETARIO GENERAL DEL PACOREDO LUIS MONTAS

En torno al homenaje en palacio del pichón de tirano alimaña a su padre del alma Joaquín Balaguer

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La Voz del PACOREDO.- Ante la exaltación del papel histórico desempeñado por el tirano alimaña Joaquín Balaguer, a raíz de cumplirse el 100 aniversario de su nacimiento, por parte del gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna, teniendo como escenario principal el Palacio de Gobierno, con todo lo que esto encierra, queremos entrevistar a Luis Montás, Presidente-Secretario General del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), a quien tenemos con nosotros.

Luis, ¿qué tienes que decirnos respecto a esto?

 

Luis Montás.- Saludos a todos los radioyentes de nuestro programa La Voz del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO).

En verdad que es mucho lo que hay que decir, puesto que es mucho lo que hay que recordar y remover, ante la insólita y desgraciada situación, pero inevitable, en la que el heredero de Juan Bosch, el par del tirano alimaña Joaquín Balaguer, se ha constituido en el principal apologista y a la vez en el heredero de esa sabandija histórico-social que, asumiendo la forma humana, se llamó Joaquín Balaguer.

Existe una advertencia que recoge una máxima con un extraño sabor casi amargo, pero de un contenido tremendamente verídico, y que dice: “Que tu lengua ni tus labios digan todo aquello de lo que tus oídos no quieran ni soporten oír las correspondientes respuestas”.

Si ciertos personajes, que desandan caminos de abyección e ignominia desde que asumieron una conducta política, por ejemplo, como es el caso del sujeto llamado Leonel Antonio Fernández Reyna, lo tuviesen como pauta reguladora de su incontrolable inclinación por hablar, al momento de darle rienda suelta a su viciosa locuacidad, no tendrían luego que soportar los juicios y criterios con que se elucidan y ponderan sus disparatosas formulaciones y apreciaciones, reflejos de su simplicidad, que es propia de un analfabeto funcional, que, presumiendo, se la da de ilustrado intelectual y profundo pensador, cuando en realidad lo único ponderable de él, en su comportamiento, son, las des-virtudes, óigase bien, las des-virtudes características de las miserias humanas y su orfandad absoluta de escrúpulos como las medidas de su condición de politiquero y oportunista representativo del lumpen social, o sea, de los estamentos sociales excrementos de la sociedad y que no representan ningún tipo de relaciones sociales de producción, de ahí que sean exponentes, en cuanto a ideas y actitudes, de los intereses materiales y espirituales de la amoralidad y la inescrupulosidad, precisamente, como son el mercenarismo, el servilismo, la condición de estafador, la condición de propiciador del crimen, de la violación de los derechos humanos, de la transgresión de las libertades democráticas, de propiciar la destrucción del país mediante el entreguismo más abyecto y servil. De promotor incontrolable y sin medida tanto de la corrupción como del oscurantismo, y presto siempre a llevar a cabo cualquier tipo de acciones contra la población y la nación a la que se dice pertenecer.

De igual modo, si Leonel Antonio Fernández Reyna no hubiese sido formado en los ghettos del Bronx, entre aquellas inmundicias sociales, donde pasara los años claves de la formación de un individuo, según los estudiosos de la conducta humana, y además, no hubiese sido un seguidor y discípulo de ese podrido sujeto, farsante y traidor que fuera Juan Bosch Gaviño, de seguro que no hubiese incurrido en el grave error de emplear a su señora madre para atribuirle a ésta la nefasta responsabilidad de haber despertado en él su admiración e idolatría por la más despreciable sabandija, vergüenza inequívoca del ser humano, como es el nombrado tirano alimaña Joaquín Balaguer.

Y es que, necesariamente, al atribuirle la principalía en esa responsabilidad a su madre, cabe ponderar a la misma en relación a la naturaleza de la estructura mental y la conducta de su hijo, Leonel Antonio Fernández Reyna.

Dolorosamente para éste que, víctima de sus ansias absolutistas y dictatoriales, ha perdido las perspectivas de la ecuanimidad, así como de la sensatez, e incurre en el desliz deliberado y demagógico, de destacar el peso que en su comportamiento político (más bien politiquero) y su giro o exhumación desaforada de su recalcitrante emulación e idolatría por aquel despreciable sujeto, Joaquín Balaguer, ha desempeñado su madre.

Joaquín Balaguer es un personaje que sólo sería comparable con la criatura resultante del ensamblaje en una sola persona, si ello fuera posible, de Calígula, Claudio y Nerón, que se bautizara y se le diera como arma el cristianismo y la más profunda formación católica, como expresión de las lacras y miserias de su alma.

Pero al incurrir Leonel Antonio Fernández Reyna en tal yerro, que por nocivo que sea no deja de ser explicado precisamente por su falta de escrúpulos, a lo que ya hemos hecho referencia, y es que, efectivamente, tal y como establece el materialismo histórico, el ser social determina tanto la conciencia social como el ser individual y la conciencia particular y personal del individuo.

Por lo que, el haber puesto a bailar Leonel Antonio Fernández Reyna a su señora madre en estos asuntos políticos y de juicios históricos de personajes tan funestos, que cargan tanta ignominia y tanta sangre, tanto entreguismo en su conciencia, como es el caso de la sabandija despreciable Joaquín Balaguer, Leonel Fernández abrió, digamos que las puertas o bien la caja de Pandora, para que se pondere y evalúe desde sus raíces, en todos los terrenos, a su señora madre y, por esta vía, se llegue a una conclusión a la vez, con carácter casi definitivo, como balance objetivo y multilateral del mismo personaje éste que ocupa la Presidencia del país y que se llama Leonel Antonio Fernández Reyna.

Volvemos y repetimos la advertencia admonitoria de tan sabio contenido: “Que tu boca, tu lengua ni tus labios digan aquello cuya respuesta tus oídos no quieran, no acepten ni estén preparados para escuchar y soportar”.

Por tanto, enmarcados en estos criterios, vamos a ponderar el giro que exhibe el aspirante a dictador y a tirano alimaña, Leonel Antonio Fernández Reyna, partiendo de los actos y celebraciones del nefasto Joaquín Balaguer.

Este importantísimo episodio de las preciosas confesiones de Leonel Antonio Fernández Reyna, como boschista sólo por inmadurez, pero de sustancia balaguerista en su madurez biológica y de sus concepciones ideológico-políticas, perfectamente sería el colofón, o sea, lo que cierra el libro y que hacía falta para coronar el dictamen del tribunal implacable, pero inexorable e inevitable, de la historia respecto al papel real y al significado objetivo y verdadero de las actividades desplegadas en el país por ese archi-traidor y judas, como farsante y estafador, Juan Emilio Bosch Gaviño, del que, mientras vivió y actuó directamente, mantuvimos la más coherente crítica y desenmasacaramiento en los tres terrenos fundamentales de las bregas y luchas sociales, como son; la esfera de la política propiamente dicha, y de los partidos políticos, en particular; la de la actividad teórica sobre las concepciones generales y particulares para estudiar y conocer la situación de la sociedad dominicana y sus relaciones con el imperialismo capitalista y su aliado, la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo; y, por último, en el terreno de la actividad ideológica respecto a las concepciones teóricas y métodos prácticos a seguir para el proceso de la liberación nacional y por la emancipación social de las masas trabajadoras dominicanas, y por ende de la nación dominicana, víctimas no sólo del imperialismo norteamericano, sino del capitalismo territorializado criollo, de las relaciones latifundistas precapitalistas, víctimas del atraso en las actividades productivas, tanto en el campo como en las ciudades, de la misma manera que por la emancipación espiritual de todas las aberraciones y supersticiones infames que constituyen el catolicismo y el protestantismo cristianos, en el que la Iglesia Católica-Vaticano es instituido y constituido en el parásito social que, como zángano, se nutre de un Estado de hecho teocrático, por obra y gracia del Concordato del año 1954 entre el dictador Rafael Leonidas Trujillo y el Papa de Hitler, el Papa Pacelli, Pío XII, del Vicariato Castrense en el año 1958 y el Patronato Nacional San Rafael, firmado entre Trujillo y el Opus Dei.

La creación y ejecución en el año 1961-62 de la funesta institucionalización de la impunidad por parte de Bosch con la infame consigna de “borrón y cuenta nueva”, cuya paternidad inequívoca e incuestionablemente corresponde a su persona, que cobardemente lo niega.

Sus actividades en contra del incipiente movimiento revolucionario y anti-imperialista, de parte de Juan Bosch, como agente directo de la CIA, de la Embajada norteamericana y del Departamento de Estado norteamericano.

Su pacto, el de Juan Bosch, con los imperialistas norteamericanos durante la intervención del año 1965, en el que se evidenció su condición de agente cuando fue traído por un avión especial del mismo imperio invasor, que aterrizó en San Isidro, el aeropuerto centro del Gobierno títere de Reconstrucción Nacional, que encabezaban los genocidas de San Isidro, cuyo Presidente era ese nefasto Imbert Barreras.

Su reiteración de su concepción trujillista, hecha durante la campaña electoral del año 1966 bajo la ocupación norteamericana, donde expresaba frenéticamente, durante febrero y marzo, que no se debía consagrar al candidato de los norteamericanos, que era la sabandija Joaquín Balaguer, como representante del trujillismo ya que, decía, y aquí lo citamos textualmente: “Trujillo, el dictador, ni el trujillismo existen ya, puesto que desaparecieron en el año 1961”.

Si se quiere comprobar véase la colección del periódico “El Caribe”, primera página, correspondiente a esa fecha en el año 1966.

Su empeño, el de Juan Bosch, en que el movimiento anti-trujillista era un movimiento absolutamente oligárquico y no democrático ni popular.

Su aberración, la de Juan Bosch, de que Trujillo encarnó el nacionalismo en la República Dominicana.

Su llamado a votar por Joaquín Balaguer cuando el PRD enarboló la consigna de la abstención electoral durante la farsa del año 1970.

Sus largas correrías de maridajes, triquiñuelas, acuerdos públicos y secretos con el tirano alimaña Joaquín Balaguer durante su dictadura de los 12 años del 1966 al 1978, fecha en la que, cuando el PRD lo derrotó, se unió al chacal Vincho Castillo para defender la continuidad de Joaquín Balaguer y su dictadura mediante un gobierno cívico-militar.

Sus actividades de provocador anticomunista con fines de socavamiento del movimiento revolucionario con la creación de un Pálido que se decía marxista y que hoy concluye, como reconoce y confiesa Leonel Fernández, como un vulgar pelegato balaguerista.

Todo ello creó el reto de demostrar que, efectivamente, Juan Bosch y Joaquín Balaguer eran las dos caras de una misma moneda. El disco y su respaldo. Y que si Bosch no hubiese existido, Balaguer y el imperialismo norteamericano lo hubiesen creado.

Ahora bien, no basta sólo con señalar esto, sino que hay que resaltar que esta actitud asumida por Leonel Fernández cierra victoriosamente este proceso histórico de lucha y confrontación ideológica entre el marxismo-leninismo y toda esa clase de teorías oportunistas y rastreras, como la que representa el boschismo, y ahora el leonelismo y el balaguerismo.

Solamente hay un dictamen y solamente hay una teoría que se yergue en el horizonte como la única válida, como la única representativa de los intereses del pueblo y de las masas trabajadoras para alcanzar su triunfo sobre la explotación y el oscurantismo.

Esa teoría es el marxismo-leninismo, no hay otra.

El socialismo es la única solución para todos los pueblos de América Latina, del Tercer Mundo, así como en los continentes desarrollados.

 

- 2 - (Continuación)

 

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